Dice un antiguo cuento, que la verdad se encontró un día a la mentira. Y la mentira dijo:
¡Buen dia!.
Entonces la verdad miró, comprobó que era cierto, que realmente hacia un día bonito y contestó:
¡Buen día!. La mentira aseguró: la que realmente está bonita es el agua de lago.
Y la verdad miró, y afirmó: Efectivamente, es verdad.
La mentira entonces sugirió: Bañémonos es esas maravillosas aguas. Y la verdad, asintió. Dejaron las ropas en la orilla del lago, y cuando estaban nadando a cierta distancia de ésta, la mentirá rápidamente salió del agua y se vistió con las ropas de la verdad.
La verdad, al ver lo que sucedía, salió del lago, pero su conciencia no la dejo ponerse las ropas de la mentira, y anduvo desnuda.
Esto provocó que la gente se escandalizara al ver a la verdad desnuda, y siguiera a la mentira con ropas de la verdad.
En la situación actual corremos el riesgo de que esto mismo pase. Hay mucha manipulación de lo cierto y verdadero que por eso mismo se convierte en falso y dañino. La verdad hace a los hombres y mujeres seres libres y la mentira los hace esclavos y débiles.
Asistimos a una enorme proliferación por parte de facciones del poder político, económico y de influencia en la sociedad de bulos, verdades a medias, mentiras camufladas, todo tipo de fakes news que se llaman ahora, que sustituyen a los antiguos rumores y maledicencias que los medios de comunicación de masas, con honrosas excepciones, y las redes cibernéticas han aumentado exponencialmente hasta lo indecible.
A veces por afán de notoriedad, y otras por captar audiencia, o preservarse en el poder, o acceder a él, se olvidan los valores, la honestidad y el sentido de veracidad, y se tuerce y tergiversa la realidad, los datos y las circunstancias para conseguir objetivos, sin darse cuenta de que las mentiras, como dice el dicho, “tienen las patas muy cortas”, y que cuando se siembra falsedad no se va a poder recoger nada bueno.
Hay que tener cuidado con la manipulación, y los primeros que tienen que dar ejemplo son los gobiernos y los partidos políticos, así como las empresas con sus campañas para vender productos, no intentando ofrecer la felicidad en un plato de lentejas.
Los dirigentes que mienten deliberadamente, o incumplen serias promesas electorales, deberían pasar por algún tipo de juicio que les hiciera perder la legitimidad para gobernar.
Los líderes deben ser los mejores que quieran asumir la incómoda, pero honrosa misión de guiar a los demás y de tomas decisiones que afecten a sus vidas, y éstos no pueden ser mentirosos y manipuladores. Pueden cambiar de opinión, porque gobernar es una tarea difícil en la que las circunstancias cambian y a veces los pactos más inesperados son necesarios, pero siguiendo principios de honradez y veracidad.
Los que distribuyen por las redes virtuales falsedades deben tener presente que están haciendo un gran daño a sus semejantes, y que las acciones son como un bumerang, suelen volver al lugar de origen, y que “el que a hierro mata, a hierro muere”.
Busquemos la verdad, defendámosla, cuidémosla, porque ella es el pilar de nuestro ser como individuos y como sociedad, es lo que nos permite andar satisfechos de nosotros mismos y nos cohesiona con certeza con nuestros semejantes.
