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Verdad o barbarie

Isa Ferrero
Isa Ferrero
Autor de Negociar con asesinos. Guerra y crisis en Yemen.
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análisis

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Escribir sobre crisis humanitarias como la vivida en Yemen tiene el peligro de caer en la no-noticia. Ya no es noticia las carnicerías provocadas por la intervención militar de Arabia Saudí o Emiratos Árabes Unidos. Tampoco es noticia que los hutíes sigan sometiendo a la población y a las mujeres/niños a un infierno, medidas que habrían firmado los talibanes o los señores de la guerra en Afganistán. Ni que la situación en el territorio que no controlan los hutíes es también calamitosa con un desgobierno y un caos entre el gobierno reconocido internacionalmente de Hadi y los separatistas del sur, que tiene también como causa la incapacidad y los métodos bárbaros e ineficientes de Arabia Saudí y sobre todo Emiratos Árabes Unidos de estabilizar la región.

Sin embargo, es imprescindible seguir contando los hechos para intentar que estas crisis no queden en el olvido. No se trata solo de que las injusticias y las muertes de inocentes deban ser conocidas y evitadas, sino que cuando estas injusticias tienen también su causa en el rol que juega Occidente, hay que denunciarlo por activa y por pasiva. Es la ventaja que tienen nuestras sociedades con respecto a países no democráticos: existe la posibilidad o esperanza (por muy mínima que sea) de que el activismo y la conciencia social puedan provocar transformaciones que humanicen un sistema económico y político que siempre ha estado deshumanizado. Estas transformaciones pasan siempre por lo mismo: contar la verdad.

Esto nos obliga a denunciar cada una de las crisis en la que nuestros gobernantes tienen culpa o responsabilidad. El papel de los países occidentales en la guerra de Siria, al haber suministrado armas a milicias yihadistas, o el apoyo constante a las monarquías del golfo deben ser criticados con dureza, a pesar de que se sepa con certeza el papel execrable que ha jugado la dictadura de Bashar al Assad. Igualmente, se debe condenar la intervención militar de la OTAN en Libia. Primero asesinando a Gadafi y luego dejando a Libia languidecer en un caos, para después mirar hacia otro lado y colaborar con lo que se ha llegado a denominar “campos de concentración”, con el propósito de evitar acoger a inmigrantes en suelo europeo. Si se atreven a embarcarse hacia nuestros países, nuestros líderes prefieren que mueran ahogados. Aunque lo sepamos, conviene recordarlo: el Mediterráneo se ha convertido en un cementerio. Qué vergüenza.

Sería injusto no recordar lo que los países de la Unión Europea hicieron con los refugiados que huían de Siria. A modo de evitar la inmigración, se sobornó al corrupto y autoritario gobierno turco de Erdogan para que casi cuatro millones de sirios no tuvieran la insolencia de pisar suelo europeo. De nada importa que Turquía haya jugado con el monstruoso Estado Islámico o que lleve décadas reprimiendo los derechos de los kurdos. Este dinero vuelve de vuelta cuando los países europeos deciden que es buena idea vender masivamente armas al gobierno turco, a pesar de las pruebas de que están siendo utilizadas en la guerra de Libia. El embargo de armas, como en el caso de Arabia Saudí o Emiratos Árabes Unidos, ni se plantea. Se hace un embargo de armas a Libia, pero no a Turquía. Eso se llama cinismo.

El calificativo de “inmoral” e “irracional” dado por Oscar Camps a la política migratoria europea no podría ser más adecuada. Las decisiones de nuestros líderes europeos parecen no tener en cuenta toda la responsabilidad histórica con todos esos pueblos a los que sometimos a la barbarie de la colonización y en el que sembramos, a menudo, la semilla de décadas de inestabilidad, caos y violencia de la que millones de personas son incapaces de salir.

La inmoralidad y la irracionalidad adquieren otra dimensión en el caso de la crisis humanitaria que vive Yemen, calificada como la peor crisis humanitaria del mundo —un estatus que no se adquiere fácilmente si tenemos en cuenta la magnitud de las crisis en países como Afganistán, Sudan del Sur o la propia Siria—, pero que quizá haya sobrepasado otro nivel de emergencia cuando Mark Lowcock advirtió este verano de que posiblemente nos encontrásemos ante la “peor crisis humanitaria de la historia reciente de Yemen”. En este sentido, la responsabilidad de nuestros gobiernos es absoulta.

Cuando en el año 2015 Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y sus socios del golfo intervinieron militarmente en Yemen, el apoyo de nuestros gobiernos occidentales fue absoluto. Fue un apoyo sobre todo diplomático (con excepciones) y hecho con la boca pequeña para que las organizaciones humanitarias no clamasen ante una guerra que se preveía desde un primer momento catastrófica. Esa catástrofe se fue narrando en tiempo real y condujo a que los gobiernos, con el apoyo mediático, optaran por responder con silencio ante las decenas de miles de personas que iban muriendo en una guerra que era cada vez más devastadora.

La razón de ese silencio estaba en dos puntos importantes: primero, porque Arabia Saudí es un socio comercial del que no se puede prescindir, y, segundo, porque nuestros gobiernos y nuestra industria militar se aprovecha de la inmensa cantidad de armas vendidas a los países del golfo. Es tan fácil como saber que dejar de vender armas a los países que masacran Yemen supone dejar de ingresar miles de millones de euros a costa de las muertes de civiles. Si el lobby armamentístico presiona, adivinen cuáles van a ser las decisiones de nuestros políticos.

Este silencio sigue vigente a pesar de que sabemos con seguridad que nuestros aliados del Golfo siguen perpetrando crímenes con total impunidad. La muerte de civiles en Yemen se estima ya en casi 300 mil personas[1] y el Coronavirus se ha extendido por un país en el que la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) ha revelado su incapacidad de estimar las muertes. A pesar de que la OMS solo ha reportado 600, se tienen fotografías aéreas de tumbas que indican que el Coronavirus se ha expandido por poblaciones enteras y que es causante de miles y miles de muertes desde abril. Que el exceso de muertes entre abril y septiembre sea de más de 2.100 personas en la gobernación de Adén[2], nos hacen ver hasta qué punto el Coronavirus se ha extendido en un país sin capacidad de hacer pruebas PCR y sin instalaciones sanitarias. Es tanto el absurdo que en el norte los hutíes no están reportando casos. El virus se ha convertido en otra enésima batalla política en un momento en el que los hutíes están avanzando hacia Marib bajo el temor de que la crisis se vuelva aún más severa. Un nuevo episodio trágico parece asegurado y la guerra está más caliente que nunca.

A mediados de agosto de este año, Naciones Unidas alertó de que millones de personas podrían morir si no se destinaban urgentemente fondos al país. Estas informaciones, a pesar de que no eran nuevas, pasaron desapercibidas y han seguido pasando inadvertidas. Hace unos días, el 27 de octubre, la ONU alertó de que “las tasas de desnutrición aguda entre los niños menores de cinco años son las más altas jamás registradas en partes de Yemen”. Este análisis se hizo en regiones del sur de Yemen en la que viven 1,4 millones de niños de menos de cinco años, revelándose que ha habido un aumento cercano al 10 por ciento en “casos de desnutrición aguda” y un 15,5% en casos de “desnutrición aguda severa” que dejaban a 98.000 niños con un alto riesgo de morir a menos que reciban un tratamiento urgente[3].

El hecho de que los medios ignoren informaciones como estas revela mucho. También revela que sean incapaces de señalar que la cantidad que el gobierno de España envía a la crisis humanitaria que vive Yemen es de apenas 351 mil dólares, una cifra muy inferior a la de países como Alemania que se atrevió a declarar un embargo a Arabia Saudí después del asesinato al periodista Jamal Khashoggi. Una prensa española comprometida con los abusos del poder debe tener el valor de decir la verdad: el papel que ha jugado y que juega actualmente el gobierno de España es inmoral. Denuncien, por favor.


[1] Siguiendo el informe del Pardee Center y el ACLED.

[2] Ver https://www.lshtm.ac.uk/newsevents/news/2020/satellite-images-suggest-deaths-more-doubled-aden-yemen-during-intense-covid

[3] Ver http://www.fao.org/neareast/news/view/en/c/1319059/

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1 COMENTARIO

  1. España es un Estado Criminal… y los que más gritan «viva España», son los peores de entre nosotros. ¡¡¡¡¡¡qué vergüenza!!!!!!!!!!!!
    Nos queda el consuelo de que «el gran gUSAno jefe» es peor aún.

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