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Vanity Fair publica investigación sobre la financiación de EEUU en la «investigación arriesgada de virus» en Wuhan (primera parte)

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análisis

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Katherine Eban es una periodista de investigación reputada, que ha publicado hace escasas horas una pieza que ya se ha hecho viral en redes sociales.

La pieza, etiquetada en «investigación», se titula: «Esto no debería suceder»: Las entrañas de la organización sin ánimo de lucro sobre investigación de virus en el centro de la controversia de la fuga de laboratorio.» («This Shouldn’t Happen»: Inside de Virus-Hunting Nonprofit at the Center of the Lab-Leak Controversy»)

Al titular acompaña el subtítulo que señala: «Persiguiendo el renombre científico, los dólares de las subvenciones y la aprobación del Dr. Anthony Fauci, Peter Daszak transformó la EcoHealth Alliance sin fines de lucro y dedicada a cuestiones medioambientales en un patrocinador financiado por el gobierno para una investigación de vanguardia, arriesgada, sobre virus tanto en los Estados Unidos como en Wuhan, China. Basándose en más de 100.000 documentos filtrados, la investigación de VF muestra cómo una organización dedicada a prevenir la próxima pandemia se hizo sospechosa de haber iniciado una».

El artículo explica cómo el 18 de junio de 2021, un biólogo llamado Jesse D. Bloom envió el borrador de un artículo científico inédito al Dr. Anthony Fauci (principal asesor médico del presidente de los Estados Unidos). Bloom estaba especializado en el estudio de la evolución de los virus. Según recoge la pieza de VF, en palabras de Sergei Pond, otro experto en biología, refiriéndose a Bloom, «Es el científico más ético que conozco. Quiere profundizar y descubrir la verdad».

La periodista apunta a que el artículo de Bloom «contenía revelaciones sensibles sobre los Institutos Nacionales de Salud, la Agencia Federal que supervisa la investigación biomédica. En aras de la transparencia, quería que Fauci, que dirige una subagencia de los NIH, el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID), lo viera con antelación.» Considera la investigadora que «en circunstancias ordinarias, la preimpresión podría haber provocado un respetuoso intercambio de puntos de vista. Pero esta no fue una preimpresión ordinaria ni un momento ordinario».

La pieza explica cómo más de un año después de que comenzase la pandemia, «la génesis del SARS-COV2 seguía siendo un misterio. La mayoría de los científicos creía que habían dado el salto de los murciélagos a los humanos de forma natural, a través de una especie intermediaria, probablemente en un mercado de Wuhan, China, donde se sacrificaban y vendían animales salvajes vivos.» Y añade: «pero un grupo cada vez mayor preguntaba si podría haberse originado dentro de un laboratorio cercano que se sabe que realizó una investigación arriesgada sobre el coronavirus financiada en parte por los Estados Unidos.«

Relata cómo en ese momento los NIH estaban siendo «bombardeados» por demandas en base a la Ley de Libertad de Información (FOIA por sus siglas en inglés).

¿Qué decía el artículo de Bloom?

El artículo de Bloom, según recoge VF, «fue el producto de un trabajo de investigación que empezó después de notar que varias secuencias genómicas tempranas del SARS-COV2 mencionadas en un artículo publicado en China habían desaparecido sin dejar rastro». Una información clave para poder rastrear cuándo surgió el virus y cómo podría haber evolucionado.

Según Bloom, la desaparición «planteó la posibilidad de que el gobierno chino pudiera estar tratando de ocultar evidencias sobre la propagación inicial de la pandemia». La periodista señala que «reuniendo pistas, Bloom estableció que el propio NIH había eliminado las secuencias de su propio archivo, a petición de los investigadores de Wuhan». Y al enviar el preprint a Fauci, esperaba una respuesta que pudiera ayudarle a identificar las secuencias eliminadas, que podrían «arrojar luz sobre el misterio».

Bloom no solamente envió el borrador a Fauci y a Collins, sino que también lo envió a una base de datos, un servidor que sirve como depósito de artículos científicos que están en espera de ser revisados por pares.

Al recibir el documento, Collins organizó una reunión online el día 20 de junio, invitando a otros investigadores externos: Kristian Andersen (que había estado intercambiándose correos electrónicos con Fauci desde el inicio de la pandemia) y Robert Garry. Bloom por su parte invitó a Pond y Rasmus Nielsen.

La reunión parece ser que fue «extremadamente polémica». Andersen dijo que consideraba el escrito de Bloom «profundamente preocupante» y apuntó que si los chinos, en base a la legislación, habían considerado oportuno eliminar esa información sobre el virus, quizás no sería ético que Bloom quisiera obtenerla. Además, él consideraba que no había nada extraño en las primeras secuencias génicas de Wuhan.

Andersen tuvo una dura discusión con Nielsen, porque este último no estaba de acuerdo en sus consideraciones sobre lo hallado en las primeras secuencias génicas de Wuhan: Nielsen consideraba que eran «extremadamente desconcertantes e inusuales».

Andersen consideró que las afirmaciones de Bloom le ponían en peligro, que necesitaría seguridad, y que alentar ese tipo de planteamientos supondría alimentar teorías de la conspiración respecto a China y su posible ocultación de datos.

Fauci intervino para expresar su desacuerdo sobre la valoración de Bloom en el borrador, donde consideraba que la eliminación de las secuencias se había hecho «subrepticiamente». Dijo desconocer por qué se había solicitado desde Wuhan eliminar esas secuencias del virus.

Fue entonces cuando Andersen dijo que él se dedicaba a supervisar los documentos en borrador del servidor de la base de estudios, y que él mismo podría eliminar el archivo o modificarlo para que no quedase constancia de que se habían hecho esos comentarios en el texto de Bloom. Por su parte, Bloom se negó diciendo que no le parecía correcta ninguna de las alternativas que le estaban dando.

Fauci en ese momento, al igual que Collins, dieron un paso atrás y quisieron dejar claro que ellos no habían sugerido en ningún momento que se eliminase o modificase el borrador del texto de Bloom. Se apartaron así del planteamiento de Andersen.

Posteriormente, tanto Andersen como Garry negaron que se hubiera planteado en algún momento revisar el documento. Acusaron a Bloom de haber mentido al respecto. Y Garry señaló que esta versión de Bloom eran «tonterías».

Sin embargo, otro de los presentes en la reunión, Sergei Pond, confirmó que el relato de Bloom era exacto, tal y como había acontecido en la reunión.

Seis meses después de esa reunión Bloom escribió lo que sucedió en ella y en VF lo publicaron. Puede acceder a este escrito pulsando aquí.

Señala la pieza de VF que el asunto iba mucho más allá que el artículo de Bloom y las secuencias faltantes del virus. Y que además, la cuestión no se podía eliminar con «edición o borrados». Y apunta a que «todo comenzó con una organización científica sin ánimo de lucro» «que se convirtió en el conducto para el dinero de una subvención federal destinado a un laboratorio de investigación de Wuhan».

La agencia de Fauci subvencionó a EcoHealth Alliance

La investigación de VF explica cómo en 2014 la agencia de Fauci había otorgado una subvención de 3,7 millones de dólares a EcoHealth Alliance, una organización no gubernamental dedicada a predecir y ayudar a prevenir la próxima pandemia mediante la identificación de virus que podrían pasar de la vida animal a los humanos.

La subvención, denominada «Comprender el riesgo de aparición de coronavirus en murciélagos» proponía analizar murciélagos salvajes y cautivos en China, analizar secuencias en el laboratorio para medir el riesgo de que los virus de los murciélagos pudieran infectar a los humanos y construir modelos predictivos para examinar un riesgo futuro.

El Instituto de Virología de Wuhan (WIV) fue un colaborador clave, a quien EcoHealth Alliance destinó 600.000 dólares. Sin embargo, según señala VF, «el trabajo había sido tan controvertido, que los NIH suspendieron la suvbención en julio de 2020»

Señala VF que «dio la casualidad de que EcoHealth Alliance no pudo predecir la pandemia de COVID-19, a pesar de que estalló ante la opinión pública en el Mercado Mayorista de Mariscos de Huanan, a escasos metros del propio Instituto de Virología de Wuhan.

Sobre la mesa se exponen las distintas teorías: científicos que mantienen que el virus saltó del animal a los humanos, y científicos que sostienen que el virus proviene del Instituto de Virología y que «se escapó» por accidente.

Los hechos muestran que el gobierno chino se negó a compartir datos sobre los primeros casos de pacientes infectados, y la investigación sobre el origen del virus sigue todavía sin concluir.

Tres meses antes del inicio oficialmente reconocido de la pandemia, en septiembre de 2019, según señala VF, el Instituto de Virología de Wuhan eliminó su base de datos donde había unas 22.000 muestras y secuencias de virus y se negó a restaurarla a pesar de las solicitudes internacionales.

Recoge también la pieza hoy publicada que Daszak, responsable de este Instituto, «se dedicó desde el principio a organizar de manera encubierta una carta» que fue publicada en la revista The Lancet, que pretendía dejar a todos los científicos estadounidenses que exigían transparencia como unos «conspiranoicos». Por su parte, Fauci, junto a Andersen y Garry «trabajaron para consagran la teoría del origen natural durante discusiones confidenciales a principios de febrero de 2020, aunque varios de los participantes en estas reuniones expresaron en privado que veían más probable el incidente del laboratorio que la teoría de la infección natural».

Señala VF que aún no está claro por qué algunos de estos científicos salieron públicamente a reforzar la teoría de la infección natural, cuando mientras tanto en emails que han salido a la luz gracias a las demandas en base a la FOIA, se ha demostrado que tenían dudas sobre el escape del laboratorio.

El año pasado el Dr. Jeffrey Sachs, economista de la Universidad de Columbia responsable de supervisar la comisión COVID-19 en The Lancet, «despidió a a Daszak de la coordinación de un grupo de trabajo que investigaba el origen del virus, después de negarse rotundamente a compartir en él los informes que tenía al respecto. «Daszak ha actuado mal. Ha habido una falta de transparencia… y hay mucho más por saber y que se pueda saber», ha afirmado Sachs a VF. Y ha ido más allá: «Los NIH deberían apoyar una investigación independiente para examinar el posible papel en la pandemia de los NIH, EcoHealth Alliance, el Instituto de Virología de Wuhan y un laboratorio asociado de la Universidad de Carolina del Norte. Ambas hipótesis están todavía muy presentes y deben ser investigadas seria y científicamente».

La investigadora de VF, explica que tras haber analizado más de 100.000 documentos internos de EcoHealth Alliance, «si bien los documentos no nos dicen de dónde vino el COVID-19, arrojan luz sobre el mundo en el que ha operado EcoHealth Alliance: acuerdos y turbias subvenciones, una endeble supervisión y búsqueda de fondos gubernamentales para el avance científico, promoviendo en parte investigaciones de riesgo».

El inicio de las subvenciones a EcoHealth Alliance

Vanity Fair explica cómo se gestaron las relaciones para obtener estas subvenciones. Explica cómo años atrás, en un club social, Beaux Arts en Washington, se daban cita en el Cosmos Club cerca de Du Pont expertos, virólogos, periodistas que se encontraban con burócratas del gobierno federal, «que estaban en condiciones de gestionar las subvenciones». Para EcoHealth estos eventos eran «formativos».

Los emails que se detallan en la investigación del VF muestran cómo Daszak estableció contacto con Fauci y de qué manera se le recomendaba dirigirse a él para que no pareciera que había intermediación desde el NIAID.

Señala la investigación que «Los ataques bioterroristas de 2001, en los que se enviaron cartas con esporas de ántrax a través del correo de EEUU, junto con el primer brote de coronavirus del SARS en China al año siguiente, traerían dinero para el estudio de patógenos naturales letales que llegaban a las agencias federales. En 2003, el NIAID obtuvo la asombrosa cantidad de 1,7 millones de dólares para investigaciones destinadas a la defensa frente al terrorismo». «La oficina de Daszak en aquel momento estaba en el Far West Side de Manhattan, y no tenían laboratorios. Las colonias de murciélagos más cercanas estaban en Central Park. Fue cuando estableció amistad con Shi Zhengli, una científica china que se convertiría en el director del Centro de Enfermedades Infecciosas Emergentes del Instituto de Virología de Wuhan (…) La alianza de Dazsak con ella le abriría las cuevas de murciélagos en China».

Sería en 2005 cuando ambos publicasen su primer artículo juntos, donde señalaban que los murciélagos de herradura eran un reservorio probable de coronavirus similares al SARS. Fue el primero de 17 artículos conjuntos. En 2009 los murciélagos fueron objeto del proyecto de vigilancia de virus zoonóticos más complejo del mundo, según SAID. Se destinaron 18 millones de dólares durante cinco años a estas investigaciones. Para el Instituto de Virología de Wuhan se destinó 1,1 millones.

Y en 2013 informaron sobre su hallazgo: un coronavirus de murciélago similar al SARS, que Shi había sido la primera en aislar con éxito en un laboratorio, podría infectar células humanas sin saltar primero a un animal intermedio». Desde entonces, el trabajo se centró casi en exclusiva en los murciélagos de las cuevas situadas en Yunnan.

Las subvenciones se cortan

La pieza explica detalladamente qué tipo de investigación se hizo en la zona donde había murciélagos en china. Incluidos análisis de sangre entre los aldeanos, que habrían dado positivo al virus que se estaba investigando.

La subvención de 3,7 millones de dólares recibida por EcoHealth Alliance «hizo saltar las alarmas por primera vez a principios de mayor de 2016» señala la pieza. «Cuando entró en su tercer año». El NIH solicitaba informes anuales del progreso de las investigaciones y el informe del segundo año de Daszak llegó tarde y la agencia le advirtió que congelaría la financiación si no cumplía con la información requerida.

El informe finalmente fue presentado y en él había información que preocupó a los especialistas en subvenciones. Afirmaba en el informe que los científicos «planeaban crear un clon infeccioso del Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS), un nuevo coronavirus encontrado en dromedarios que surgió en Arabia Saudita en 2012 y mató al 35% de los humanos infectados». El informe también dejaba claro que la subvención de los NIH ya se había utilizado para construir dos coronavirus quiméricos (que combina fragmentos de diferentes virus) similares al que causó el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) que surgió en 2002, y causó al menos 774 muertos en todo el mundo. Estas cuestiones hicieron que los responsables de dar subvenciones se hicieran preguntas, sobre todo si había que plantear una sujeción a una moratoria federal sobre lo que se llamó «investigación de ganancia de función».

Ganancia de Función

Así fue como se generó un debate en la comunidad científica, y en 2011 dos científicos anunciaron por separado «que habían alterado genéticamente la influenza aviar asiática altamente patógena, el virus de la gripe aviar, que ha matado al menos a 456 personas desde 2003. Los científicos le dieron al virus nuevas funciones, lo que le permitió propagarse de manera eficiente entre hurones, que son genéticamente más cercanos a los humanos que a los ratones, como una forma de medir los riesgos para las personas. Ambos estudios habían recibido financiación del NIH». A esto se le consideró una investigación de «ganancia de función» y el mundo científico se dividió al respecto: los defensores de este tipo de investigaciones consideran que esto puede ayudar a prevenir pandemias, al resaltar las amenazas potenciales. Los críticos, sin embargo, consideran que la creación de patógenos que hasta ahora no existían en la naturaleza supone el riesgo de desencadenarlos.

Fauci intentó establecer un punto medio en el debate sobre la ganancia de función y finalmente apoyó la investigación considerando que «la generación de un virus potencialmente peligroso en el laboratorio puede generar información y conocimientos importantes».

Fue en 2014 cuando la administración de Obama impuso una moratoria sobre nuevos fondos federales para investigaciones que podrían hacer que los virus como el de la influenza, MERS, o SARS fueran más virulentos o transmisibles, mientras se realizaba una revisión. «Pero la moratoria, tal como está escrita, dejó lagunas, lo que permitió a Daszak intentar salvar la investigación». Y así fue como el 8 de junio de 2016 escribió a los especialistas en subvenciones de NIH que las quimeras similares al SARS del experimento completo estaban exentas de la moratoria, porque «no se sabía que las cepas utilizadas infectaran a humanos». Sin embargo, según recoge el VF, «el trabajo de investigación de 2015 que citó no fue particularmente tranquilizador, porque en él Shiz y otro investigador experto en coronavirus de la Universidad de Carolina del Norte, Ralph Baric, habían mezclado componentes de virus similares al del SARS de distintas especies y crearon una quimera que sí podía infectar directamente a las células humanas».

El experimento en cuestión llegó a alertar a los propios investigadores que señalaron: «los paneles de revisión científica pueden considerar estudios similares… demasiado arriesgado para continuar». Y según señala el VF el estudio MERS propouesto por Daszk fue aún más arriesgado, y por eso se estableció un compromiso con el NIH: «si alguna de las cepas recombinadas mostraba un crecimiento 10 veces mayor que un virus natural, inmediatamente detendrían todos los experimentos con el mutante, informarían a la Oficina de PRogramas del NIAID y a la UNC (Comité Institucional de Bioseguridad) de los resultados y participarían en la toma de decisiones para decidir los caminos a seguir». ¿Dónde se llevarían a cabo estos experimentos? En el Instituto de Virología de Wuhan.

Las razones, según apunta Jack Nunberg para VF, se encuentran en «la falta de supervisión, la falta de regulación sobre medio ambiente en China».

El 15 de enero de 2021, en los días finales del gobierno de Trump, el Departamento de Estado publicó una hoja informativa basada en material desclasificado, donde se afirmó que «los científicos militares chinos habían estado colaborando con los científicos civiles del Instituto de Virología de Wuhan desde 2017 como mínimo (seguramente antes).»

En 2017 EcoHealth Alliance comienza a tener problemas económicos. Y pronto aparece una nueva línea de financiación, esta vez desde el Departamento de Defensa, a través de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA). Se financiaría así un proyecto para identificar posibles sitios de propagación viral a nivel global, pudiendo bloquear las pandemias desde su origen.

Entre los proyectos financiados, «la propuesta de subvención de EcoHealth Alliance a DARPA contenía un plan para examinar coronavirus de murciélagos similares al SARS en busca de sitios de escisión de furina y posiblemente insertar otros nuevos que les permitían infectar células humanas». «El SARS-Cov2, que surgió más de un año después de presentar la subvención de DARPA, se destaca en los coronavirus similares al SARS por tener un sitio único de escisión de furina. Esta anomalía ha llevado a algunos científicos a considerar si el virus podría haber surgido de un trabajo de laboratorio que salió mal».

«La solicitud de la subvención proponía recolectar muestras de murciélagos de cuevas en la provincia de Yunnan, transportarlas al Instituto de Virología de Wuhan, extraer y manipular los virus que contienen y usarlos para infectar ratones con pulmones humanizados». «Según casi cualquier definición se trataba de una investigación de ganancia de función. La moratoria federal se levantó en enero de 2017 y se reemplazó con un sistema de revisión llamado HHS p3CO Framework, lo que requirió una revisión de seguridad por parte de la agencia que financia la investigación». La propuesta DARPA de ECoHealth Alliance afirmó que su investigación estaba «exenta del marco P3C0».

«La propuesta de DARPA era básicamente una hoja de ruta para un virus similar al SARS-COV2», afirma el virólogo Simon Wain-Hobson para VF.

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