Es probable que a muchas personas no les suene el nombre de Valentina Cepeda a bote pronto, pero ella, como otras muchas personas de clase trabajadora, son las protagonistas y encargadas de que el país siga su funcionamiento bajo mínimos durante el Estado de alarma. Valentina Cepeda es la limpiadora del Congreso de los Diputados que durante la sesión matinal de hoy, enfundada en sus guantes y con mascarilla mediante, ha desinfectado con su bayeta el atril después de cada intervención de los parlamentarios, que no superaron los 41 asistentes.
Esta imagen insólita del hemiciclo se tiñó de dignidad con cada pase de bayeta de Valentina. Esta mujer representa a esa clase trabajadora que no tiene el privilegio de confinarse en su casa y que tan expuesta se presenta ante el contagio del coronavirus covid-19. Posiblemente, Valentina, además de limpiadora, también sea la principal cuidadora de su hogar, ese trabajo históricamente feminizado, invisibilizado y no remunerado en el mayor de los casos, por el que muchas mujeres cobran hasta con su propia salud.
El carácter de excepcionalidad al que asistimos con el Coronavirus pone de manifiesto la vulnerabilidad social y los problemas para la conciliación existentes en las trabajadoras domésticas y de los cuidados, así como en los trabajos reproductivos dentro del hogar que desempeñan en su mayoría mujeres, y por los cuales muchas están sacrificando sus empleos a tiempo parcial, para poder cubrir estas tareas in extremis, de espalda a los discursos institucionales derivados por esta situación.
Las Valentinas Cepeda son las necesarias pero invisibles, las que asumen sus responsabilidades sin recibir nada a cambio, las que sostienen a un Estado desde los cuidados. Las mujeres como Valentina no tienen la opción de quedarse en su casa durante un día entero, pero volverán a casa para seguir trabajando por el bienestar de los suyos. En este sentido, la periodista Anais Bernal, compartió en su cuenta de IG un post en el que ponía a Valentina como ejemplo de “las invisibles que tenemos que visibilizar siempre. Las de los suelos pegajosos. Y tantas anónimas y anónimos estos días, tanta clase trabajadora para que el país funciones bajo mínimos”, y añadía: “a ver si nos acordamos del valor de todo este trabajo cuando todo pase”.
Por su parte, el diputado de ERC, Gabriel Rufián, compartió un video de Valentina durante uno de sus repetidos protocolos de desinfección del atril, afirmando que hoy el aplauso era para ella.
Si alguien se merece un aplauso hoy es ella. Valentina. pic.twitter.com/EKOPoB5nrr
— Gabriel Rufián (@gabrielrufian) March 18, 2020
Asimismo, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dedicó unas palabras de agradecimiento a las trabajadoras y trabajadores del Congreso: “Gracias Valentina, y por extensión quiero agradecer a todos los trabajadores y trabajadoras del Congreso su presencia hoy aquí para poder celebrar este pleno”, lo que provocó un aplauso compartido entre los parlamentarios y asistentes en el hemiciclo.
La imagen de Valentina nos recuerda que el teletrabajo no está al alcance de todas las personas, que la romantización de la cuarentena denota falta de solidaridad con quien no tiene opción a confinamiento, o que ufanarse del tiempo libre que gozamos en casa con posibilidad hasta de aburrimiento es un privilegio, que otras muchas les gustaría tener pero que, sin ellas, el mundo se pararía.