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¿Valemos lo mismo?

Ana Vega
Ana Vega
Madrileña de 52 años, afincada en Tenerife desde el 2002. Auxiliar de enfermería, pero desde hace catorce años, inspectora de seguros. Mi pasión por los medios de comunicación me ha llevado a colaborar en diferentes medios audiovisuales en la isla, donde actualmente dirijo “El Rincón de Ana Vega”.
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análisis

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Y es que siempre hay algo que me hace encender la luz de alarma.

Durante dos semanas doce niños junto a su monitor se quedaban sepultados en una cueva en Tailandia.

Todos nos quedábamos atónitos y suplicábamos al más allá que fuesen rescatados.

Hoy al fin eran rescatados sanos y salvos.

Hasta ahí todo bien.

Pero empiezan mis análisis al respecto.

Las redes sociales eran bombardeadas ante la tragedia que se estaba viviendo, pero no así sucedía con las nuevas llegadas de seres humanos a tierra firme donde durante las travesías agonizantes se quedaban por el camino algunos, y en otros casos desaparecían. Algo ya habitual y que parece ser que hasta la sociedad lo ha normalizado.

Siempre los mismos denunciando y pidiendo cumplimento de las leyes para no excluir a nadie sea cual fuere su situación.

No se confundan si piensan que el rescate de los niños no me afecta y me alegra, porque no es cierto. Pero sigo sin entender esa balanza tan brutalmente desigual en el que las vidas humanas tienen su valor a nivel ¿Cuál es la diferencia de unos y otros? No puede ser que nos inmunicemos ante las muertes y desapariciones de mujeres, hombres y niños en tierra de nadie.

¿Dónde está ese corazón que tanto alardeamos de tener?

Pero podríamos seguir hablando de los niños en campos de refugiados, en los niños que son arrancados de los brazos de sus madres. O como no, en esos niños que sólo entienden una vida, la de las miserias, la de la hambruna…

Una vez más nos delatamos ante el planeta dejando claro que las sensibilidades brillan por su ausencia, y que sí afecta aquello que ocurre esporádicamente, como es este caso en Tailandia, pero sin embargo la pérdida de niños en otras circunstancias ya se ha convertido en algo habitual y de ahí que no afecte lo más mínimo.

Evidentemente a mí sí me importa, y precisamente por ello seguiré reclamando la igualdad para toda la raza humana, en el que valor humano es incalculable.

El mismo valor tiene el niño tailandés, afgano, griego, marroquí, alemán, francés, senegalés, nepalí, jordano, iraquí, iraní….

Mientras sigamos diferenciando las clases sociales, nacionalidades y así un largo etcétera no habremos avanzando absolutamente nada.

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