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Vacunas, alertas y Certificados Covid

Fulvio Capitanio
Fulvio Capitanio
Economista de formación, Informático de vocación. Nacido, crecido y formado en la "Ciudad eterna", nunca imaginé transcurrir la segunda mitad de mi vida lejos de ella. En Barcelona desde 1993, sigo cultivando mi curiosidad por los idiomas, las culturas y las costumbres de los pueblos y gentes que encuentro. Activista y voluntario en la lucha contra las enfermedades neurodegenerativas.
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análisis

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Confieso que estuve ponderando una y otra vez escribir estas notas de opinión sobre la polémica “mainstream” presente en las redes sociales desde la entrada en funcionamiento del certificado Covid.

Por cierto, en Italia que saben de marketing y de colocar su producto más que nadie, le han puesto nombre “Green Pass”. Pasaporte Verde.
Verde de ecológico, vegano, bio. Verde de via libre, de todo ok, verde esperanza.

En primer lugar, quiero despejar el campo de juego de una interesada confusión que se introduce en los discursos y que los contamina, envenenándolos mortalmente:

El Certificado Covid, su uso, su oportunidad y utilidad merecen ser discutidas al margen de la posición que cada cual mantiene sobre la decisión de vacunarse o menos, de la eficacia de las vacunas, de la relevancia o menos de sus efectos secundarios.

El certificado Covid tal y como se ha ido gestando, los objetivos que pretendía conseguir y el uso que se está haciendo del mismo, en primer lugar, plantean un conflicto entre derechos: principalmente entre el derecho a no ser discriminado, la privacidad de la información medica y por el otro lado el derecho a la salud.

Acostumbrados a ser estirados por la toga dentro de todo tipo de fregados por la atávica costumbre de los pueblos que habitan la península ibérica de dividirse rápidamente en dos bandos irreconciliables, los jueces están tomando decisiones políticas y de salud publica que no les competen. Por lo menos no hemos acabado en una guerra civil. Algo es algo.

Cuando se llega delante de un juez es porque no se alcanzó ningún acuerdo de consenso entre las partes.

A mi manera de entender, si el certificado pretendía asegurar unos espacios seguros entre personas vacunadas, los datos indican que ha fallado estrepitosamente y la variante “ómicron” que se transmite también entre personas vacunadas, acaba de convertir la persona vacunada asintomática en el caballo de troya de todas las reuniones de personas.

En realidad, el certificado acabó siendo algo parecido a una cartilla de puntos para conseguir regalos: cada dos vacunas, un permiso para ir al estadio, cinema, restaurante o teatro.
Consiguiendo de todas formas convencer una buena parte de menores de 30 años, en principio renuentes, a vacunarse finalmente.

Todo esto no cambia la evidencia que los contagios se están propagando incluso entre personas vacunadas y el certificado no funciona como escudo.

Otro negociado completamente diferente es el de las vacunas, su eficacia, sus riesgos y la decisión personal de establecer la conveniencia o menos de vacunarse, ponderando el riesgo potencial de la infección con el riesgo potencial de la vacuna.

De nuevo en mi opinión, los gobiernos han abusado del termino “inmunidad” durante la promoción de las campañas de vacunación, generando expectativas excesivas al principio y desconcierto más confusión ahora.

Era conocido desde el principio que la vacuna no ofrecía protección esterilizante ante el contacto con el virus, impidiendo la propagación del virus dentro del organismo.

Los expertos en este campo siempre han hablado de cobertura elevada y parcial contra la posibilidad de convertir una infección con el virus SARS-CoV-2 en la enfermedad llamada Covid-19, reduciendo al mínimo la necesidad de hospitalizar el paciente y las secuelas de la enfermedad, inclusa la muerte.

Del mismo modo se notificaba que no era conocida la duración efectiva de la cobertura de la vacuna más allá de la duración de los ensayos clínicos.

Desgraciadamente, para muchos toda esta información ha quedado sepultada por la campaña gobernativa de fomento a conseguir el máximo nivel de “inmunidad” antes de la temporada turística de verano.

Hoy en día, sabemos con cierta seguridad que las vacunas:

  • Elevan la protección ante la enfermedad grave activando y preparando el sistema inmunitario a luchar contra la difusión del virus en el organismo
  • La protección disminuye gradualmente con el paso del tiempo y queda expuesta a las naturales mutaciones el virus que puede dar con una que consiga esquivar la protección de la vacuna
  • Las nuevas versiones aparecidas después de la creación de las vacunas actuales consiguen contagiar personas vacunadas y con valores de carga víricas muy parecidos. La diferencia importante reside en el menor tiempo de eliminación del virus del cuerpo de las personas vacunadas. A paridad de carga viral, menor tiempo de duración del virus significa menores oportunidades de difundirse.
  • También conocemos mejor los efectos adversos de las vacunas, muchos conocidos ya en fase de ensayo, pero otros que se van individuando y actualizando los prospectos de uso del fármaco. Gracias a la máxima atención de la población producida por la situación extraordinaria que vivimos y los nuevos canales de notificación, se están recopilando informaciones útiles a la farmacovigilancia como nunca.

De nuevo, antes de posicionarse en el bando de los “Vacunistas del primer día” o en el de los “Conspiradores del primer día” merece la pena dar un vistazo a los datos añadiendo un poco más de análisis al dato bruto del numero total de reacciones adversas al medicamento (ADR).

Desplegando los datos se descubre que, del total ADR el 60% pertenecen a «Trastornos generales y alteraciones en el lugar de administración», las típicas molestias de la gran mayoría de vacunas de toda la vida; o que de los ADR seguramente dignos de atención de “Trastornos de la sangre y del sistema linfático” el 88% pertenecen a engrosamiento y dolor de los ganglios linfáticos.

Repito, toda información útil a la farmacovigilancia es poca y a menudo difícilmente comparable por la variedad de fuentes, por lo que os invito encarecidamente a reportar a vuestro medico eventuales reacciones adversas.

Del mismo modo, os invito a una lectura critica y un poco más profundizada antes de dejarse llevar por el impacto de los titulares de las noticias, que siempre buscan conquistar su espacio en la maraña de información en los medios.

Muchos otros aspectos generales o particulares merecería la pena examinar, pero si he contribuido por lo menos a demostrar que se puede hablar de estos temas tan llenos de aristas sin terminar dedicando unos a los otros los peores epítetos y calificativos existentes, entonces me doy por satisfecho.

Feliz Navidad, lo mejor que podáis, y Feliz Año nuevo a todos, todas y todis… menos al virus…

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