A propósito de la gestación subrogada.

He dudado mucho en escribir este artículo. Llevaba meses pensando hacerlo pero no encontraba el momento oportuno, y no por no haberlo reflexionado, sino porque parecía un tema alejado para el común de los mortales, que preocupaba solo a los que les afectaba directamente o a quienes conocemos algunas de esas situaciones y las sentimos como propias.Pero afortunadamente, me equivoqué y este tema no merece el olvido. Ahora sé que esto ya no se puede ignorar. Soy una más a dar una opinión, naturalmente la mía, y creo que todos aquellos que podamos, debemos hacerlo.

Parto de la creencia que muchos hemos pensado o expresado en algún momento nuestro criterio al respecto pero, probablemente, no lo hayamos meditado suficientemente. Este es el momento de hacerlo. Nos debatimos entre múltiples dudas éticas, científicas y hasta sentimentales. Es difícil decidir en el arco que existe entre las posturas antagónicas que van, desde la defensa a ultranza del no, las mujeres no somos “vasijas”, al reduccionismo del sí, por la empatía que nos producen aquellas personas que desean fervientemente tener un hijo, que por cierto, es una causa de intenso sufrimiento. Los dos extremos deben ser respetados y comprendidos. Y como he hablado de un arco, no podemos ignorar que en el medio existe también un derecho, el de aquellos menores a tener una familia. Adoptar es una de las formas más bellas de ser madres y padres.

Pero hay un hecho incuestionable. La realidad es tozuda. La situación está ahí, existe, y genera inquietud, miedo y dolor a muchas personas . En nuestro país no existe regulación por lo que se  producen situaciones complicadas, dolorosas y hasta esperpénticas cuando esos niños nacen en otros países. Hay personas que desearían  tener, al menos en teoría, esa posibilidad, pero no tienen ni siquiera información, mientras ven la facilidad aparente  con la que otras, habitualmente ricas y famosas, lo hacen. Por mucho que  miremos a otro lado esto no va a desaparecer, ni a retroceder. Todo lo contrario. Es una práctica cada vez más conocida por su utilización, consentida y al alcance solo de unos pocos. Mi respeto a esas  personas pero el hecho de estar tan vinculado a su capacidad económica y de posición social, está generando una importante discrepancia social con un componente frívolo que es negativo a la hora de hablar con rigor.

En nuestro país, en nuestras escasas décadas de democracia ya hemos abordado situaciones sociales que generaron polémica en su momento, desde la aprobación del divorcio, la interrupción voluntaria del embarazo en determinadas circunstancias, el matrimonio homosexual etc.  Algunas de ellas ahora parecerían imposibles. Simultáneamente hemos visto cómo se daban situaciones socialmente paradójicas. Valga como ejemplo, y contextualizando en aquellos tiempos no tan lejanos, que la negativa a aprobar la posibilidad de divorciarse por parte de sectores inmovilistas, convivía entonces con situaciones de rupturas de hecho y con la posibilidad  de nulidad eclesiástica de los matrimonios religiosos, eso sí, restringido en la práctica por la posición social y económica. Ahí si repasamos la hemeroteca, en esas situaciones se escucharon justificaciones para defender una u otra postura, propias del surrealismo.
Por eso digo que el debate no se puede, ni debe, ignorar. La obligación de la sociedad, y en su nombre los poderes públicos, es escuchar, valorar y con rigor, decidir. Uno puede ignorar lo que no existe pero, ante la realidad, no actuar es omitir las responsabilidades.

He recordado algunas situaciones sociales al hablar de la historia reciente, pero el debate se hace aún  más complicado cuando afecta a situaciones singulares, con aspectos sanitarios ligados al avance médico. Para el efecto afortunado del desarrollo científico que salva o prórroga la vida no queremos fronteras. Ni siquiera hace falta que imaginemos que afecte a nuestra salud o a la de las persona queridas. Nadie cuestiona las técnicas que nos ayudan a vencer una grave enfermedad, la investigación clínica o la regulación de los ensayos clínicos.

Cuando España comenzó con la política de trasplantes de órganos, muy bien dirigida y ejercida  en el Sistema Nacional de Sanidad a través de la ONT, también hubo polémicas. Y muchas. Se  pasó de la oposición por motivos éticos o religiosos  a ser donante potencial todo aquel que no hubiera manifestado en vida su negativa a ello. Hoy por hoy afortunadamente eso está superado. Somos una sociedad sensible y solidaria a la donación pero además, están reguladas múltiples situaciones desde las habituales cuando es por fallecimiento a las más avanzadas como puede ser la donación entre vivos, no solo familiares, si no también los no emparentados. Aquí ya hablamos de altruismo en la más pura acepción del mismo.

Centrándonos en el tema maternidad, paternidad, fertilidad  hay también situaciones que plantean interrogantes similares pero que al no ser tan llamativas, o de fácil lectura, se ignoran pese a tener la misma o mayor complejidad en sus aspectos bioéticos. Pensemos en la donación de óvulos o semen, la criogenización de ovocitos propios, la adopción de embriones y óvulos fecundados y otros muchos tratamientos de fertilización técnicas que permiten dar respuesta a situaciones hasta hace poco irresolubles. Es más, hasta hace poco generalizabamos con el desafortunado término de “niños probeta”.
Podríamos seguir preguntando y opinando, nos corresponde hacerlo, individual y sobre todo de forma colectiva, como sociedad, escuchando a todos y muy especialmente a través de sus profesionales. Expertos en ética, sanitarios, trabajadores sociales, juristas, sociólogos…y todos los que sean capaces de abordar el tema y clarificar esta forma de hacer realidad la maternidad y paternidad. Partimos de la excepcionalidad, nunca puede ser la primera opción si no la última,  ha de obligar a apostar y promover previamente otras formas como la adopción y deberá reunir todas las garantías de libertad, altruismo y ausencia de motivos económicos…entre otras muchas cuestiones.

Hablemos, conozcamos la realidad , lo que sucede, sin prejuicios ni demagogia, sin posturas predeterminadas , escuchando a los que saben. Ignorarlo no es la solución.
¿Qué no es fácil? Lo sabemos. Ninguna cuestión que afecte a la sociedad lo será nunca.

 

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Nací en Toro (zamora) hija de"maestros de escuela", de esos que solo aspiraban a desarrollar su vocación y eso era era el centro de su vida. Licenciada en Medicina por la Universidad de Salamanca, por creer en un sueño. Sueño que, pese a ejercer pocos años, marcó mi interés por ayudar a las personas y, por ende, a la sociedad. En la Administración Sanitaria, he ejercicio como Inspector médico, y he sido directora del Hospital de los Montalvos en Salamanca. También he sido Directora General de Salud Pública de la Consejería de Sanidad de Castilla y León . Como actividad política he sido Consejera de Familia e Igualdad de Oportunidades, alcaldesa de Zamora y Consejera de Empleo, portavoz y Vicepresidenta de la Junta de Castilla y León. Esta es mi vida profesional, pero la que de verdad me mueve es la personal, la del compromiso social. He trabajado en el mundo de la Cooperación Internacional, tanto en la parte asistencial y social, como la destinada al Desarrollo. En este sentido, he colaborado especialmente con los saharahui en Tindouf (Argelia) y colaborado con otros proyectos en Etiopía, República Dominicana, India y Perú. Las dos vidas han sido paralelas y complementarias, aunque estoy segura que esta última es la más necesaria.

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