Una vez más, Pedro Sánchez se la juega

En los momentos críticos cuando vienen mal dadas y estás en la lona sin atisbar ninguna salida tras el golpe recibido, la capacidad de reacción distingue a quienes se quedan lamiéndose las heridas con la mente paralizada; de aquellos con redaños que recomponen la figura y dan la vuelta al escenario que les permite volver a ser dueños de su destino. Que distingue al político pragmático y vuelo corto, del estadista, del estratega que, por un proyecto social por encima del personal, se la juega al todo o nada. P. Sánchez ya ha dado muestras sobradas de su capacidad para salir de un atolladero con alternativas que descolocan al contrario para regir su propia hégira, hasta ahora, exitosa. Así sucedió cuando un ominoso golpe palaciego le descabalgó de la S.G. del PSOE, que retomó renunciando al escaño y ganándose a la militancia de base; o cuando planteó una moción de censura contra Rajoy, sin tener la seguridad total de que la iba a ganar, que le hizo Presidente. La decisión, inesperada para todos, de convocar elecciones generales en menos de dos meses, bebe de esa misma virtud que caracteriza a los finos estrategas. 

Jugada arriesgada que no es una huida hacia adelante, sino fruto de un análisis minucioso de la situación creada tras la derrota en las autonómicas y municipales, que los medios borrokas de la derecha han vendido como un sunami, cuando en realidad y después de analizar los datos, los analistas demoscópicos confirman que esos resultados trasladados a unas generales, no darían una mayoría absoluta a PP y Vox. Dato fundamental para la decisión tomada por el Presidente, porque apunta a que hay partido y que la victoria es factible y no una entelequia. Dato conocido por el equipo de Feijoo que, según fuentes del mismo, les tiene muy preocupados porque reconocen que la victoria ha sido por los pelos: <<pírrica>>. Decisión que ahorra a P. Sánchez meses de desgaste por la campaña que el PP tenía ya diseñada, con el apoyo por la derecha mediática.

Nervios en Génova por ver reducido el impacto mediático de la victoria del tándem PP y Vox, y porque les pilla con el pie cambiado para una negociación que planteaban sin prisas, y que ahora tendrán que hacer en plena campaña electoral en la que se va a mostrar hasta dónde está dispuesto a llegar el PP, ante las exigencias crecidas de Vox de entrar en los gobiernos, para conseguir gobernar con unos votos que aspiraba a tener por sí mismo y no obtuvo, una vez fagocitados todos los de Ciudadanos.  

Otro efecto evidente del anticipo electoral, es el ultimátum implícito a la contumacia de Podemos, derrotado sin paliativos, para que asuma que ya no es el vértice articulador de la izquierda no social demócrata, que ya tiene una nueva lideresa que aglutina esas fuerzas políticas que no viene de Podemos: Yolanda Díaz. Acuerdo que pudiendo ser fundamental para una victoria de la izquierda, ya no lo parece tanto, porque de no producirse, permitirá a Pedro Sánchez aglutinar el voto útil en el PSOE, ante unas elecciones polarizadas entre el proyecto progresista, frente al proyecto de vuelta al pasado encabezado por Feijoo, cuestionado en su partido, que sabe que si no llega a la Moncloa desaparecerá descabalgado por IDA. 

Queda un último apunte no menor que avala la decisión tomada: tapar posibles críticas a su gestión —anti <<sanchistas>> que se reúnen con periodicidad en una localidad de la sierra madrileña—, y levantar la moral a la militancia y votantes socialistas a los que pone ante sus ojos una ilusionante oportunidad de parar los pies a una derecha altanera que quiere suprimir derechos y libertades, reducir el estado del bienestar y llevarnos a una sociedad patriarcal y homogénea. El triunfo siempre es de los valientes, a pesar de las bofetadas recibidas en el camino.