Una sucursal del mundo de las ideas

Sobre 110 rooms, un proyecto de vivienda de MAIO*

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(Foto: Jaume Prat)


Con el correr de los años he tenido la oportunidad de conocer una cantidad considerable de arquitectos interesantes, lo que me ha dado una visión en perspectiva privilegiada sobre la profesión que me permite, contra mis principios, clasificar a los arquitectos en función de dos maneras diferentes de entender el mundo. Para explicarlo citaré a dos filósofos de la Grecia antigua: Aristóteles y Platón(1).

Aristóteles, anticipándose en dos mil años a la Ley de Lavoisier, fijará la esencia del mundo en la materia, que concibe eterna y de forma cambiante a lo largo del tiempo, la interacción con los elementos, las texturas, las pátinas, el peso. El primer grupo de arquitectos concibe sus construcciones en función de esta interpretación, relativamente moderna, más íntima y doméstica.

Platón, en cambio, creía en un mundo de las ideas absoluto, inalcanzable, puro, que cuando se intenta percibir se termina contaminando por los sentidos, por la materia entendida como aquello contingente que nos impide captar las ideas en toda su perfección. Los edificios así construidos serán más potentes en su intento de hacerlos comprender aquello superior, representativo, espectacular por artificial, por sobrenatural. Los arquitectos que pertenecen a este segundo grupo han dominado la historia de la arquitectura hasta el punto que cuesta encontrar en muchas épocas arquitectos que piensen diferente.

He tardado en escribir sobre las 110 rooms de MAIO tanto tiempo como he necesitado para poderlas visitar, cosa que procuro hacer siempre que escribo sobre algo pero que en este caso me parecía especialmente relevante debido al carácter abstracto, ideal, de este edificio, que me parecía y me sigue pareciendo la línea más corta entre una idea y su materialización. Las fotos publicadas son prístinas, inmateriales, precisas, casi oníricas. Hasta ahora mi única relación con el edificio era su fachada, que me recordaba el elogio envenenado que el todopoderoso arquitecto Philip Johnson dedicó a un edificio de su amigo James Stirling: Fui a visitar el edificio y no pude encontrarlo, elogio que, como muchos elogios envenenados, se tornó la manera más precisa, sensible y, al final, bondadosa de describirlo al emplazarse en medio de un campus neoclásico de Virginia que tienen como valor principal su armonía, un campus donde disponer una obra de arquitectura invisible revertirá en el bien común sin que (en aquel caso y en el nuestro) se tenga que renunciar a la potencia y a la belleza y al carácer de la nueva arquitectura. En el caso de las 110 rooms el edificio es tan invisible como el de Stirling hasta el extremo que, incluso buscándolo, puedes llegar a para por delante sin verlo. Es una fachada más del Ensanche de Barcelona donde se ubica, una fachada más cuando hacer una fachada más, tan vigente ahora como el primer día, no es fácil por los cambios que ha experimentado la vivienda desde los tiempos de Cerdà hasta hoy.

Dentro: 22 apartamentos turísticos distribuidos en seis plantas (baja incluida) que constituyen atractivas viviendas formadas por seis habitaciones exactamente iguales, cinco enteras y dos medias donde se ubican los baños, sin ningún pasillo de conexión. Es decir: te pasan dos medidas y dibujas la planta. Hablar de apartamentos turísticos es relevante desde el momento en que, si habéis seguido más o menos las últimas publicaciones de esta columna, os habréis dado cuenta que algunas de las mejores propuestas de vivienda se están produciendo al margen del mercado generalista, lo que es simultáneamente esperanzador (porque pasa) y preocupante, porque el grueso del mercado evidencia en su inmovilismo un grave desajuste entre la oferta y la demanda, desajuste que no ha terminado todavía de estallar debido al consenso que hay sobre el carácter especulativo de este mercado, consenso compartido incluso por mucha de la gente que lo protesta.

La enorme capacidad necesaria para poder definir un edificio tan sólo con tres medidas (no olvidemos la altura) refuerza todo lo que estoy escribiendo sobre el carácter abstracto del razonamiento que los MAIO han hecho para concebir el edificio, hecho enfatizado por lo que te encuentras justo al entrar: pirámides, cilindros, círculos y otras formas platónicas que conforman un paisaje abstracto, casi dantesco(2), que celebra este mundo ideal.

Hasta aquí lo que se puede deducir a partir de las publicaciones. Vamos al barro.

La visita al edificio cambió la percepción que tenía de él. De entrada comprobé que, como toda idea expresada con la fuerza de un teorema, resulta fácil describirla pero difícil enseñarla. Las publicaciones del edificio se han dejado tres hechos relevantes en el tintero que, aun sin contradecir lo que se ha dicho de él, son importantes para comprender bien lo que sucede.

Aventuro tres:

Uno: la riqueza de los desplazamientos. Las 110 rooms no son un espacio estático. Moverse por su interior es una experiencia interesante. El espacio se dilata en altura y en anchura. El espacio te sacude. Llegar a la puerta de entrada de tu vivienda es una experiencia sensorial formada por una serie de escenas(3) muy ricas.

Dos, y más importante: la domesticidad. Las viviendas están bien. MUY bien. El primer shock es el recibidor, obviamente una habitación de la misma medida que las otras amoblada como una salita de estar, o como un dormitorio grande, si consideramos que dormimos en una alcoba de la medida de una habitación. Entrar en el piso por un espacio tan grande provoca que la casa parezca muy grande. La entrada da la medida de la casa. El resto del espacio se organiza en función de las vistas largas, muy largas, más largas que la casa, que crea una enfilada de habitaciones en diagonal. El corazón de la casa es la cocina, colocada en su centro. La cocina, con el comedor asociado, es el espacio de relación por excelencia de cualquier vivienda. Usarla como corazón deja el estar para lo que realmente sirve: para el relax, para el reposo indolente. La fachada interior es bastante más interesante que la que se vuelca a la calle al crear una pequeña galería que sirve tanto de estar adicional como de depósito de sombra para los días de calor. Los nombres se quedan cortos para describir la riqueza de relaciones de estos espacios interiores. Seguir su evolución si se habitasen de manera permanente sería algo realmente interesante.

Tres, los rincones: pequeños lugares a los que normalmente no estás atento convertidos aquí en espacios de estar. La belleza, otra vez onírica, abstracta, del jardín exterior. Los detallitos: los porticones, las losas de escalera por debajo (sí: por debajo), las ventanitas cuadradas, las duchas. Aquí hay gente que ha disfrutado haciendo su trabajo y se nota.

La visita me hizo darme cuenta delos límites que tiene un sistema tan abstracto, límites que aparecen cuando las ideas se encuentran con el hormigón y los ladrillos y el cemento. Esto le va de perlas al edificio: lo humaniza, lo domestica. Las imperfecciones se tornan confort visual de una manera automática. Los MAIO tomaron una decisión clave para entender el interior: los espacios de conexión y acceso de las viviendas se vuelcan a un patio sin claraboya, abierto a los elementos. Llueve, entra el sol, pasa el viento. Que llueva dentro de un edificio lo desgasta bastante. En este caso le da un punto frágil fantástico. Los revocos aparecen rugosos. La pintura se tiñe de polvo. Las plantas crecen exuberantes. La materia destiñe, hecho que enriquece el edificio, le saca abstracción, lo vuelve sensible a las estaciones y a las horas del día. Aristóteles y Platón se alojan aquí cuando viajan a Barcelona y, después de tomarse una botella de vino, duermen juntos en la misma cama.

 


*(MAIO son los arquitectos Anna Puigjaner, Maria Charneco, Alfredo Lérida y Guillermo López)

(1) Debo a Juan Trías de Bes y a su apasionante tesis doctoral sobre la comprensión intelectual de la materia la ordenación de unas ideas sobre las que reflexiono desde hace años.

(2) Dantesco en el sentido de ultraterreno, no de infernal.

(3) O escenografías. Poco se ha hablado sobre el carácter escenográfico de la buena arquitectura, y, demasiado a menudo, cuando se ha hecho ha sido en unos términos peyorativos bastante injustos. Si la arquitectura es un hecho social es representativa. Siempre.

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Arquitecto. Construyó hasta que la crisis le forzó a diversificarse. Actualmente escribe, edita, enseña, conferencia, colabora en proyectos, comisario exposiciones y fotografío en diversos medios nacionales e internacionales. Publica artículos de investigación y difusión de arquitectura en www.jaumeprat.com. Diseñó el Pabellón de Cataluña de la Bienal de Arquitectura de Venecia en 2016 asociado con la arquitecta Jelena Prokopjevic y el director de cine Isaki Lacuesta. Le gusta ocuparse de los límites de la arquitectura y su relación con las otras artes, con sus usuarios y con la ciudad.

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