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Una presa con fangos tóxicos y sin uso desde 1975 impide la continuidad del río Aulencia en Madrid

Juan Carlos Ruiz
Juan Carlos Ruiz
Periodista y Licenciado en Ciencias de la Información
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análisis

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La presa del río Aulencia, afluente del Guadarrama, se sitúa Valdemorillo y Colmenarejo, dentro del Parque Regional del curso medio del río Guadarrama y del espacio protegido Red Natura 2000 que abarca toda su cuenca. Fue construida en 1945 por el organismo franquista de la Dirección General de Regiones Devastadas, para abastecer las poblaciones de Villanueva de la Cañada, Villanueva del Pardillo, Brunete y Quijorna. Desde 1975, la presa quedó sin uso al entrar en servicio el embalse de Valmayor, situado 1,5 kilómetros aguas arriba. Durante los años 90 y primera década de 2000 el vaso se colmató por los lodos procedentes de los vertidos realizados desde la Estación de Tratamiento de Agua Potable (ETAP) de Colmenarejo, propiedad del Canal de Isabel II. En total, unos 300.000 m3 de lodos tóxicos de muy diversa composición que ocupan la casi totalidad del embalse.

La colmatación queda patente por la aparición de islas en el centro del embalse, el crecimiento del carrizo en toda su superficie, así como los fuertes olores presentes en la zona. No solo se trata de un problema ambiental. Los lodos tóxicos suponen un peligro en el caso de que personas o mascotas puedan caer accidentalmente en el embalse. Carteles de la Confederación Hidrográfica del Tajo avisan de tal peligro en sus orillas.

Barreras inservibles

Además del problema de los lodos, la presa fragmenta el ecosistema fluvial, ya que supone un obstáculo insalvable para las especies acuáticas, especialmente para los peces. «Después de décadas reclamando a las administraciones competentes que se actuara, la Confederación Hidrográfica del Tajo (CHT) ha iniciado un expediente de caducidad de la concesión que debería dar lugar a un proyecto que recuperara la continuidad fluvial y que, previamente, eliminara los lodos tóxicos», explican desde la Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono (ARBA), Asociación Ecologista del Jarama “El Soto”, Ecologistas en Acción, Grupo de Acción para el Medio Ambiente (GRAMA), Jarama Vivo y la Plataforma por los ríos de Madrid y el río Tajo

La presa del Aulencia es solamente un ejemplo de la multitud de barreras transversales que fragmentan los ecosistemas fluviales e impiden o alteran la circulación de fauna, sedimentos y agua.

En los ríos de la Comunidad de Madrid hay un total de 104 barreras con más de 1 metro de altura, el 90% son azudes. Algunos cursos fluviales como el tramo madrileño del Tajuña tienen un azud por cada kilómetro de río.

La mayoría de estas barreras están abandonadas desde hace tiempo «y deberían estar retiradas con cargo a los titulares de la concesión original o, subsidiariamente por la Confederación Hidrográfica del Tajo. La Confederación Hidrográfica del Tajo (CHT) ha retirado tan sólo media docena de estas barreras en la última década, a este ritmo no se retirarían las que actualmente están en desuso hasta el año 2200. Muchos de los azudes y pequeñas presas tienen expedientes de caducidad iniciados pero su retirada no está prevista por la CHT», comentan.

Las organizaciones exigen a la Confederación Hidrográfica del Tajo que agilice la tramitación de los expedientes de caducidad en el caso de infraestructuras abandonadas que constituyan barreras fluviales, así como la resolución con medidas de retirada, con cargo a los titulares de esas concesiones, o que subsidiariamente lleve a cabo los trabajos, tal y como prevé la normativa de aguas.

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