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Una mascarilla, por favor

Esteban Navarro Soriano
Esteban Navarro Sorianohttp://www.estebannavarro.com
Escritor conocido por sus novelas de género policíaco. Ha impartido clases en la Escuela Canaria de Creación Literaria, es colaborador del Diario del AltoAragón y del El Periódico de Aragón. Ha sido el organizador de las diferentes ediciones del Concurso literario policía y cultura (España) y colabora en la organización del Festival Aragón Negro en las actividades convocadas en la ciudad de Huesca. Desde el año 2012 es considerado el creador del término Generación Kindle, nomenclatura utilizada para referirse a una serie de escritores surgidos de la edición digital. En el mes de enero del año 2013 fue uno de los seis finalistas preseleccionados para optar al Premio Nadal en su 69º Edición con la novela La noche de los peones.
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análisis

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El pasado martes 11 de agosto estuvimos comprando en el Alcampo de Huesca. Es una superficie comercial de gran tamaño, enfrente de la comandancia de la Guardia Civil. Estando en una de las líneas de caja, esperando para pagar, contemplamos a una empleada del centro comercial como estaba delante de nosotros, hablando a viva voz, con otra chica que estaba esperando para pasar por caja. Nos llamó la atención que esta empleada no portara la mascarilla. Y que, asimismo, tampoco llevara guantes, si bien al tema de los guantes no le dimos excesiva importancia. Como la cola de la caja era larga, y, mientras esperábamos, seguimos con la vista a esta chica, y vimos como era la encargada de la frutería y la verdulería.

Durante un minuto, más o menos, lo que estuvimos esperando a que nos tocara nuestro turno para pagar, observamos a esta empleada como desplazaba cajas de fruta, apilaba otras de verdura, y recolocaba los productos (sin envasar) de su sección. Nos sorprendió, y mucho, que aparte de no llevar la mascarilla, no portara guantes. Y fue tanta la sorpresa, que se lo comentamos a la señora que nos atendió en la caja. Le preguntamos por qué esa empleada, a la que señalamos con la barbilla, no llevaba mascarilla. La cajera, muy expeditiva, descolgó el teléfono y la llamó por su nombre:

—Señorita ‘tal’, pase por caja número ‘tal.

Mientras pagábamos, la chica se aproximó (sin mascarilla ni guantes) y la cajera le preguntó por qué no los llevaba. Su respuesta, escueta, fue:

—Estoy autorizada por el médico.

De camino a casa, lo estuvimos comentando en el coche. Pensamos que si estaba autorizada por un médico a no portar mascarilla ni guantes, por lo menos los responsables del supermercado tendrían que apartarla de cara al público. ¿Quién nos garantiza a nosotros que no es una supercontagiadora? ¿Qué garantías tenemos de que no estornudará en la fruta o la verdura, y luego nos contagiaremos? ¿Por qué si no puede llevar mascarilla, y guantes, está de cara al público, y en una zona sensible como es la fruta y la verdura, productos frescos sin envasar?

Decidí, esa misma tarde, escribir una Carta al Director en la prensa local, explicando esto mismo:

https://www.diariodelaltoaragon.es/NoticiasDetalle.aspx?Id=1217622

Al día siguiente, y para nuestra sorpresa, cuando fuimos a comprar de nuevo, vimos que la trabajadora sí que se había puesto la mascarilla, por lo que dimos por hecho que nuestra protesta había sido atendida. Y, eso lo presuponemos, la supuesta excusa para no ponerse la mascarilla, no sería tal, o no estaba lo suficientemente fundada. En caso contrario seguiría sin ponérsela.

Esa misma noche, y a través de mi cuenta de Facebook, recibí varios mensajes de cuentas anónimas, donde indicaban que esa chica no se ponía la mascarilla, hasta que (cito textualmente) «Lo que pasa es que hasta ahora nadie había venido a tocar los cojones».

Aparte de esa actitud barriobajera de esas cuentas anónimas, tratando de justificar lo injustificable, sigo pensando que si mi ‘tocada de cojones’ con la queja, ha conseguido que una empleada se ponga mascarilla cuando maneja fruta y verdura, es porque algo hemos hecho bien. Creo que hay muchas personas que todavía no han comprendido la gravedad de este virus, ni la importancia de prevenir los contagios. Pero si encima, los que no lo comprenden, son los que tienen en su mano la comida que nos llevamos a la boca, entonces el problema es doble.

Durante esta pandemia que nos asola, hemos aprendido a convivir con personas incivilizadas que cuestionan la gravedad o las medidas para paliarla, pero si paseando por la calle te cruzas a alguien que no lleva mascarilla, cambias de acera. ¿Pero dónde te refugias en un supermercado, cuando en la frutería o la verdulería te atienden sin mascarilla ni guantes?

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