Una leyenda vista con otros ojos

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Una fórmula que está dando muy buenos resultados en los últimos tiempos consiste en presentar la lectura que hace un determinado artista acerca de un personaje clásico del cómic. No, el invento no consiste en continuar de cualquier manera series legendarias con nuevos equipos creativos, sino en realizar aventuras especiales, generalmente sin continuidad, en las que el autor (o autores) nos trasladen su particular visión sobre un figura concreta.

El caso mas llamativo es el de Spirou: el longevo botones, además de su serie regular, actualmente en manos del excelente tándem formado por Fabien Velhmann y Yoann, cuenta con una serie paralela, con las características antes mencionadas, que en Francia ya ha llegado a las diez entregas, muchas de ellas francamente interesantes, como las realizadas por Frank Le Gall, Émile Bravo, Frank Pé o Olivier Schwartz, por poner algunos ejemplos.

No se trata de realizar parodias, ni tampoco de rendir simples homenajes, aunque a veces se utilice algún aniversario u onomástica como excusa para la producción de una de estas obras, como sería el caso de este Lucky Luke, que conmemora los 70 años que han pasado desde que Maurice de Bevere, alias Morris, creara a dicho personaje. Lo que realmente se busca, como ya se ha dicho, es conseguir una auténtica recreación de la serie desde un punto de vista mas personal.

Hay otros ejemplos de esta moda que son verdaderamente sugerentes: un Valerian interpretado por Manu Larcenet o la colección de Mickey Mouse, lanzada conjuntamente a primeros de este año en Francia entre Disney y Glénat (colección que espero fervientemente que no tarde demasiado en aparecer por estos lares), y que ya cuenta con las interpretaciones del suizo Bernard Cosey (¡ahí es nada!) o del dúo formado por Lewis Trondheim y Nicolas Keramidas.

El caso que nos ocupa es uno de los mas celebrados en el país vecino. Matthieu Bonhomme, un autor relativamente joven, pero que ya ha sido consagrado por la crítica y es internacionalmente conocido por el público, nos presenta a un Lucky Luke mas oscuro y realista que el de Morris. El solitario vaquero no sonríe mucho a lo largo de sus páginas. No, no es que haya contraído la misma enfermedad que transmutó a Batman en el caballero oscuro: su malhumor proviene de las dificultades y todo tipo de adversidades que se le presentan para encontrar tabaco y poder fumarse un pitillo.

Si Lucky Luke dejó de matar en 1949, debido a la autocensura impuesta por Dupuis para evitar la rigidez de la normativa francesa, en 1983 dejó repentinamente de fumar, debido a la imposibilidad de poder representar su vicio en la producción de una serie de dibujos animados del personaje para el mercado norteamericano. El cambio se produjo, de buenas a primeras, en el episodio titulado Dedos Mágicos, sin que el guionista de turno, el holandés Lo Hartog Van Banda, diese ninguna explicación al hecho dentro de sus páginas. El vaquero pasó de portar su inseparable cigarrillo a sostener unas asépticas briznas de hierba entre sus labios. El caso es que hemos tenido que esperar mas de veinte años para que alguien nos presentase una explicación, pero al final, aquí está.

En la versión de Bonhomme, Jolly Jumper, el caballo de Lucky Luke, no habla con su dueño. Eso no quiere decir que no demuestre algún signo de inteligencia. Es más, el gag al respecto al que se recurre en la secuencia de presentación del padre Bone es de una sutileza no vista desde los tiempos de Goscinny.

Otro aspecto llamativo es el tratamiento que se proporciona a la ex-artista de cabaret Laura Legs, personaje presentado en 1981 en el relato corto Ajuste de cuentas, con guión de Martin Lodewijk, que en España sólo se pudo leer en la colección promocional Clásicos del Cómic, editada en 2004 por Panini. Matthieu Bonhomme no nos presenta a Laura como un personaje asexuado, sino que está dotado de un marcado carácter femenino, sin que tenga que acudir por ello a ningún estereotipo.

Si al estudiado guión le unimos el mas que evidente atractivo gráfico del que se dota al conjunto, los seguidores de Lucky Luke quedarán mas que satisfechos con la versión que se presenta del vaquero solitario, un personaje consciente de la leyenda en que se ha convertido.

En caso de necesidad, aunque ya en un tono diferente, el lector puede disfrutar de más western de este autor en la serie Texas Cowboys, con guión de Lewis Trondheim. Tampoco se deje llevar el lector por una impresión equivocada: el reconocimiento de Bonhomme no ha venido de este género, sino de otras dos series bien distintas: Esteban, estimulante historia de barcos balleneros en el siglo XIX; y la ya clásica El marqués de Anaon, con guión de Velhmann, que también es una lectura recomendable.

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