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Una disputa con sabor a la Guerra Fría: Polonia Vs Bielorrusia

La Unión Europea debería negociar con Bielorrusia una salida negociada a la actual crisis migratoria en sus fronteras con Polonia, toda vez que sin la intervención de ese país la actual escalada podría devenir en un conflicto de incalculables proporciones. Moscú ya se ha manifestado a favor, ahora Bruselas tiene la última palabra

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análisis

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No cabe duda que que el control de los flujos migratorios es una cuestión de triste actualidad y que sigue siendo una fuente de tensión entre numerosos países, como lo fue en el pasado entre Turquía y la Unión Europea (UE), cuando miles de sirios cruzaban la frontera desde este país hacia Grecia y Bulgaria, principalmente, y desde allí hacia el resto de Europa. Un acuerdo entre la UE y Ankara puso punto y final a las disputas fronterizas, aunque el problema sigue presente y lejos de concluir en los últimos meses incluso se agravó. 

Ahora, sin embargo, el problema se concentra en la frontera entre Bielorrusia, Polonia y Lituania, una zona del mundo cada vez más tensa y donde en las últimas semanas se han producido numerosos incidentes fronterizos y concentraciones militares que han elevado la tensión hasta niveles inimaginables, casi más propios de la Guerra Fría que del siglo XXI. Bielorrusia es aliada de Rusia y mantiene estrechos lazos políticos, militares y económicos con Moscú, algo que no es un secreto y cuya alianza se ha desarrollado con altibajos en los últimos tiempos. Mientras que Polonia y Lituania son miembros de la OTAN y de la UE desde hace años.

Recientemente, y quizá como fruto de una escalada peligrosa en las relaciones entre la UE y la misma OTAN con Bielorrusia, las fuerzas armadas bielorrusas celebraron unas maniobras conjuntas con Rusia, lo que levantó suspicacias en los países vecinos, pero sobre todo en Polonia y Lituania, país este último que ha acusado a Moscú de haber sobrevolado su espacio aéreo en numerosas ocasiones sin autorización.

Migración Polonia
Miles de migrantes se agolpan en la frontera entre Polonia y Bielorrusia

A estas tensiones ya existentes, se le ha venido a unir la reciente crisis migratoria con Bielorrusia, cuando miles de migrantes -algo más de 2.000- se establecieron en el borde fronterizo de esta nación con Polonia, concretamente en el puesto de Bruzgi, en unas pésimas condiciones de vida, pasando frío, hambre y todo tipo de necesidades. La pretensión de los migrantes, mayoritariamente kurdos, sirios y afganos, era poder cruzar la frontera y poder dirigirse hacia Polonia u otros países europeos. Ante el reto, el ejecutivo polaco respondió enviando al ejército polaco fuertemente pertrechado  y con todo tipo de medios para impedirlo. Varsovia ya ha anunciado que levantará un muro en su frontera con su vecino para evitar la entrada de migrantes. 

Bielorrusia, a través de un comunicado recientemente difundido por canales oficiales, asegura que “Polonia está cometiendo actos de anarquía no solo contra los solicitantes de asilo extranjeros, sino también contra sus ciudadanos que intentan mostrar misericordia a las personas desfavorecidas. Por ejemplo, la asociación pública polaca “Médicos en la frontera” informó que los médicos voluntarios son atacados por el ejército polaco, que dañan automóviles, golpean ruedas y rompen los faros”.

Mientras que Polonia, uno de los países más beligerantes con el ejecutivo de Minsk, acusa a Bielorrusia de haber permitido la entrada de miles de inmigrantes a sus país con el fin de permitirles el acceso a su territorio y Lituania y provocar una crisis migratoria en el interior de estos países, algo que las autoridades bielorrusas niegan tajantemente. La escalada de acusaciones entre ambos país, por ahora dialéctica, ha ido creciendo en estos días y Varsovia ya ha solicitado la ayuda de la OTAN y la UE. De la misma forma que polacos y lituanos, la Unión Europea (UE) ha acusado en estos días  a Bielorrusia de organizar estos movimientos de migrantes, entregando visados e incluso fletando vuelos, con el fin de intentar crear una crisis migratoria en Europa, en respuesta a las sanciones internacionales contra el gobierno del presidente Lukashenko.

La ausencia de canales de comunicación entre la UE y Bielorrusia dificulta mucho las cosas, en tanto y cuanto esta crisis al final es una cuestión migratoria que tiene que resolverse por la vía política y diplomática y no por la vía militar, tal como han actuado Polonia y Lituania en estas semanas. El mismo presidente ruso, Vladimir Putin, cargó contra Occidente en la crisis y se prestó a ayudar a resolver la misma, en un juego en que pareciera querer ser juez y parte, alegando que se enteró de esta situación explosiva por los medios y explicando que el desplazamiento de miles de migrantes es fruto de las políticas occidentales en muchos países. A este respecto, la ministra de Asuntos Exteriores del Reino Unido, Liz Truss,  instó la pasada semana a Putin a intervenir en la «vergonzosa crisis migratoria  manufacturada». A través de un artículo publicado en The Sunday Telegraph, Truss considera que Rusia tiene «una responsabilidad clara» para poner fin a la situación de crisis, para lo cual «debe presionar a las autoridades bielorrusas”.

Es claro que Rusia influye en Minsk y Putin tiene su capacidad de presión sobre las autoridades bielorrusas, pero no es menos cierto, consideraciones políticas al margen, que nuestros vecinos, como dijo muy acertadamente el presidente de Gobierno húngaro, Viktor Orbån, son los rusos y estamos condenados a entendernos con ellos, buscando fórmulas de convivencia y de resolución de los conflictos por la vía pacífica.

La salida pasa por una negociación política y diplomática

En cualquier caso, dejando al lado las polémicas, una salida negociada política y diplomática parece el único escenario posible para enfrentar a uno de los mayores contenciosos que enfrenta ahora a Polonia, con la OTAN y la UE al frente, con Bielorrusia, uno de los principales aliados de Rusia en la escena internacional y en el continente.

Bielorrusia, país en el ojo del huracán por las sanciones de la UE y también de los Estados Unidos, está llamando a una negociación con los europeos, tal como lo recogía la nota oficial ya citada instando al establecimiento de la misma:” Bielorrusia espera que la UE comience a actuar de acuerdo con las declaraciones del jefe de la diplomacia europea Josep Borrell, quien dijo en una entrevista con France 24 que “el problema de los migrantes no se puede resolver construyendo un muro en la frontera entre Polonia y Belarús”.

Los presidentes de Rusia, Ucrania y Bielorrusia Borís Yeltsin, Leonid Kravchuk y Stanislav Shushkiévich.

Y agregaba a modo de resumen la referida nota: “Bielorrusia está dispuesta a trabajar con todas las partes interesadas, incluidos los países occidentales, dejando de lado las diferencias políticas para evitar que se agrave aún más la crisis migratoria en nuestra región, que podría convertirse en una catástrofe humanitaria y salvar vidas humanas”.

Por tanto, y como conclusión final, la UE, pero también la OTAN, tienen que buscar una solución política y diplomática negociada con Bielorrusia que rebaje las tensiones en una zona ya de por sí bastante tensa. Aparte de lo paradójico que resulta que un país que hasta hace unas semanas desdeñaba a la UE y mostraba escaso interés por la OTAN, Polonia, ahora invoque la solidaridad occidental y la ayuda para frenar la supuesta “amenaza rusa”, poniendo a todo Occidente al borde una crisis suicida de consecuencias impredecibles. Es la hora de guardar los fusiles, que ya estaban casi oxidados, y retomar el camino de la mesa de negociación. 

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