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Un respeto para el Ateneo de Madrid

Miguel Pastrana
Miguel Pastrana
Secretario de la Junta de Gobierno del Ateneo (2008-2017) Candidato a Presidente en 2021
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análisis

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El socio Luis Arroyo Martínez es un miembro muy reciente del Ateneo de Madrid. Puede que por ello se explique su gran desconocimiento de la historia y de la tradición de nuestra bicentenaria entidad. Pero quizá precisamente porque se candidata, ni más ni menos, a la Presidencia, sería bueno que mi consocio escribiese con algo de más acierto.

He leído en estas páginas de Diario 16 el artículo de Luis titulado “Encender la luz del Ateneo de Madrid”, respuesta suya a un artículo previo, también en este medio, del profesor Ernesto García Camarero. En él se cuestionan los intereses que para con el Ateneo tiene el grupo encabezado por el Sr. Arroyo, de nombre “Grupo 1820”.

García Camarero, además de amigo de quien esto ahora escribe, es –en efecto-, uno de los socios más antiguos y respetados del Ateneo de Madrid, además de científico de talla internacional, discípulo y colaborador que fue de Julio Rey Pastor. Como representante yo de la candidatura Convergencia e Independientes y Conciliadores (https://candidaturaconvergencia.wordpress.com/), a la cual el profesor García Camarero nos dio permiso expreso para difundir sus escritos sobre el Ateneo, me he sentido obligado a responder a Luis Arroyo.

Es cierto que el Ateneo de Madrid no atraviesa su mejor momento. Ello se debe, en no poca medida, a la mala gestión del Presidente por fortuna ahora saliente, aunque opte a la reelección, pero con pocas o ninguna posibilidad, el Sr. Juan Armindo. Llamativamente, el análisis sobre el Ateneo del Sr. Armindo y el del Sr. Arroyo, son casi idénticos. Ambos piensan que debe cambiar de forma radical su organización. Que en el Ateneo de Madrid se vota demasiado, hay demasiadas Juntas Generales (una al mes, lo que estipula Reglamento) y se discute demasiado. Que somos demasiado viejos –curiosamente, servidor es el candidato más joven a la Presidencia; más que el Sr. Armindo y que el propio Sr. Arroyo-,  y que, en definitiva, somos una sociedad trasnochada.

En este mismo medio, Diario 16, yo rebatí hace ya meses  (https://diario16.com/vivir-sin-dejar-de-ser-quien-se-es/) los equivocados argumentos del Presidente saliente del Ateneo, Sr Armindo. Son los mismos del Sr. Arroyo, como ahora se evidencia al leer a éste último. De hecho, el Sr. Armindo y el Sr. Arroyo fueron (en su perfecto derecho), buenos aliados durante un tiempo. Ahora compiten en las urnas porque no puede haber dos Presidentes. Pero su proyecto para el Ateneo, reconvertirlo radicalmente, es en esencia igual. La mala gestión del Sr. Armindo, paradójicamente, le sirve ahora como excusa al “Grupo 1820” de Luis Arroyo para su propio plan de reconversión.

Pero no va a ser, porque no contaban con la gran respuesta social articulada en torno a la candidatura Convergencia e Independientes y Conciliadores. La candidatura que defiende que el Ateneo de Madrid siga siendo una asociación, no una corporación. Que defiende que se voten los puestos de Junta de Gobierno cada dos años y por mitades. Que defiende las Juntas Generales mensuales. Todo ello, como estipula el vigente, e histórico, Reglamento del Ateneo. ¿Quiénes desean alargar mandatos de Junta de Gobierno? ¿Quiénes buscan quitar las Juntas Generales mensuales? ¿Quiénes tienen miedo a una democracia de ejercicio frecuente? El Sr. Luis Arroyo y el Sr. Juan Armindo.

Sin acritud, digo que todas las ampulosidades del “Grupo 1820 (“Encender la luz”, “el Ateneo de los 6.000 socios”, “El Ateneo de los grandes tiempos”…), son huecas y deletéreas. Es como si un partido político hoy, plantease volver al Imperio Español de los siglos XVI y XVII. Es no entender la realidad. Es no saber los cambios operados en la sociedad. Pero a mí no me cabe duda de que Luis Arroyo no es tan ingenuo. De manera que sólo puedo colegir, que las grandes y bonitas frases, son simplemente una cortina de humo para realidades mucho más prosaicas. En esencia y a mi parecer, acabar con la independencia y la soberanía de sus propios socios y socias, de la última gran institución española que, con estas características, permanece.

En un mundo en el cual todo parece estar ya en manos de ésta o aquella gran corporación, de éste o aquel gran grupo mediático, político, religioso…, el Ateneo de Madrid, que es de todos por ser de nadie; por estar gestionado por sus propias socias y por sus propios socios, resulta una especie única. Esa es la raíz de su grandeza y lo cual se quiere abatir. No lo lograrán. Hoy lo juro aquí por lo más sagrado.

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