Un relato de experiencias junto a Fidel

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Montserrat Ponsa cumplirá ochenta años el próximo nueve de marzo. Ella se presenta como periodista, escritora. Activista cultural-social, conciliadora, amiga. Considera que disponemos de dos armas de expansión masiva: Educación y Palabra. Con ellas, podemos modificar el mundo. Educación para preparar a nuestros niños-jóvenes, palabra para conciliar-negociar. Otra manera de vivir es posible si modificamos actitudes, si tendemos la mano y escuchamos a los demás. Madre de nueve hijos -uno falleció- viuda, abuela de dieciséis nietos, bisabuela de uno. Indignada con el mundo que entre todos hemos construido. No acepta la mentira. Indignada por la banalidad con la que actúan los políticos. Su compromiso para acabar con las injusticias es rotundo: “Es preciso alzar la voz, decir ¡basta!”

Montserrat tiene muy claro que debe haber vida antes de la muerte. Y por eso, la suya, ha estado llena de lo más importante: amor; hijos, amigos, viajes, compromiso y lucha por la paz. Ha sido Juez de Paz, ha hecho deporte (siendo una reconocida jugadora de tenis). Ha paseado por el orbe con la Marcha Mundial por la Paz y la NoViolencia a través de los cinco continentes: 105 días, más de 250.000 kilómetros.

Acompañó a Evo Morales en la campaña electoral que le llevó a la Presidencia de Bolivia. Ha conocido, de primera mano, a muchos Jefes de Estado como Rafael Correa, Nicolás Maduro, Chavez, Rodrigo Borja, referentes internacionales como Ban Ki Moon, artistas, literatos.

Hace dos años Granollers le entregó su medalla. No está afiliada a ningún partido, no le gustan los “ismos”.

Mantiene una estrecha amistad con Pedro Casaldaliga, el Obispo del Manto Grosso al que va a visitar de vez en cuando.

Apasionada de la cocina, ha escrito libros de recetas, entrevistas, sobre la Marcha Mundial… Totalmente implicada con los Refugiados-Rehusados, lo que considera “una triste realidad sobre la que quienes deberían actuar, miran hacia otro lado”.


Le conocí en la inauguración de la Casa Guayasamin…

Fidel, hombre visionario, sembraste fructíferas semillas

Hoy, la noticia de tu muerte nos ha conmocionado. Son muchos los tiempos compartidos, ilusiones y esperanzas que, poco a poco se fueron produciendo a pesar de las represalias de algunos que no siguen tu mismo camino, a favor de la sociedad humana, hoy tan desprotegida. Gracias por tus consejos, que guardo celosamente y expongo cuando considero preciso. Hasta pronto y pórtate bien en el cielo del que, en alguna ocasión, me dijiste dudabas existiese. Siempre te llevaré en mi corazón.

Siempre, delante de un personaje, intento olvidar su perfil, me interesa conocer al ser humano, su actitud ante la vida, sus pasiones, su comportamiento para con los demás, descubrir lo profundo de su ser, qué guarda en su corazón.

Con Fidel Castro es difícil. No se sabe dónde comienza el hombre, donde acaba el político. Estoy convencida de que se trata de uno de los grandes personajes de la historia de la Humanidad.

Fidel es un hombre atractivo de facciones agradables, cuidada barba. Sus ojos son penetrantes, se diría que quieren robarte el alma. Sus manos largas, expresivas, palpan, buscan, tocan, hablan por sí solas, inspiran confianza.

Es un “todo terreno”, tiene una conversación agradable. Sabe salir por la tangente cuando le preguntas algo que no quiere responder. Es una fuerza de la Naturaleza.

Se autodefine como revolucionario, porqué para él, ser revolucionario, es sinónimo de libertad, de integridad, de respeto por la Paz, la religión, el prójimo. Que los más de 50 años de lucha revolucionaria no son mérito suyo, sino, gracias a la voluntad de su pueblo, del esfuerzo de todos: JUNTOS, han conquistado una Educación, Sanidad, Cultura, Trabajo igual para todos, sin distinción. Era con motivo de su 70 aniversario, el año 1996, en el que estuve invitada, que lanzó este clarificador discurso.

No se considera un personaje singular, será la historia que cuidará de juzgarle. “No olvides que, como afirmaba José MartíToda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”.

Decía que sus años de vida son solo de aprendizaje. Que es un hombre lleno de defectos, lo que sí es mérito suyo, procurar superarlos. “Que se cumplan tus sueños, que ganes batallas contra tus defectos, sí, es un privilegio que no todo el mundo tiene.”

Le conocí en la inauguración de la Casa Guayasamin en La Habana Vieja el año 1992. Guayasamin, el gran pintor de Iberoamérica, ecuatoriano, me presentó así: Montserrat, mi mejor amiga catalana, madre de 9 hijos. “¿Con cuántos maridos? ” inquirió Fidel. Cuando le dije con un solo, su respuesta fue tácita: “Esto es vicio”.

A pesar de que todo el mundo le requería, toda la noche estuvo buscándome en medio de la multitud de invitados que llenaban la Casa Guayasamin. “¿ Por qué 9 hijos? ¿Eres católica? ¿Qué hacen?” Tuve también la oportunidad de conocer a Vilma Espín, mujer especial que luchó en Sierra Maestra, esposa de Raúl Castro. Fue el comienzo de una hermosa amistad que perduró hasta su muerte.

Fidel nos invitó a almorzar, en un par de ocasiones, charlamos sobre lo divino y lo humano. Guayasamin había compartido con Fidel la Crisis de los Misiles el año 62, situación que mantuvo en vilo a la Humanidad. Viví aquel pedazo de Historia muy directamente, por boca de ambos, “duró 13 días. Fidel pasó muchos días sin meterse en la cama, aguardando lo que podía ser el fin de la vida…” aseguraba Guayasamin.

La Crisis de los misiles en Cuba fue aquel conflicto entre los EEUU, la Unión Soviética y Cuba en octubre de 1962, generado tras el descubrimiento, por parte de Estados Unidos, de bases de misiles nucleares soviéticos en territorio cubano. En el lado americano estaba John Kennedy, del ruso, Kruscheff.

Guayasamin acompañaba a Fidel en muchos de los encuentros políticos. Eran dos grandes fuerzas de la Naturaleza, inquebrantables, siempre al servicio de los demás, con una pasión común: el ser humano. Yo tenía mi billete de regreso para un día determinado, Fidel me pidió que lo aplazase… Me dolió, pero mi familia me aguardaba. Me pidió que regresara pronto, “tenemos mucho que hablar”.

Cuantos recuerdos vividos junto a Fidel Castro y Oswaldo Guayasamin, personajes entrañables que hacen de la vida historia. Compartir-conversar con ellos era placer de dioses, escuchar su voz, sus palabras, sus recuerdos: Descubrir su pasión por el hombre, por la vida, su rigor, su capacidad de trabajo su sonrisa, su humanidad, su generosidad. En este mundo despiadado en el que vivimos, faltado de amor, seres como ellos son los que marcan pautas, caminos a recorrer, condiciones igualitarias que, desgraciadamente se obvian. Tengo claro que, vivir sin amor es una vida estéril, vacía, sin base que la sustente.

He tenido la suerte, de poder compartir con ellos, escucharles, mirarles a los ojos sin parpadear, acción hoy insólita. Hoy, ya nadie se mira, pocos se besan, menos se abrazan, los corazones de la mayoría son estériles, no bombean al ritmo debido.

Mi segundo viaje fue el año 1995, invitada, entre un pequeño grupo de amigos-familiares, para presenciar cómo el maestro pintaba el 4º Retrato de Fidel, regalo para sus 70 años que cumpliría el año siguiente. Los preámbulos fueron ya extras. Guayasamin preparó un lienzo horizontal y le pidió a Fidel sentarse con un libro en la mano, una pluma para escribir en la otra.

Así empezó su pelea con la tela, cual combate de esgrima, mirando a Fidel, manchando de color el lienzo que tenía delante. De pronto, enfurecido, le dijo al Comandante: Levántate, eres demasiado grande, no cabes en esta tela. La arrancó del caballete, buscó otra, enorme, la colocó en vertical y de nuevo comenzó a mover su espátula llenando el fondo de pintura multicolor. Segundo paso, fue dar forma a la imagen maravillosa de Fidel, la que todos conocemos, un Fidel con las manos levantadas clamando o, mejor, intentando abrazar a toda la humanidad.

Fueron 5 días muy especiales los que unas 12 personas afortunadas compartimos: 5-6 horas día con Fidel y Guayasamin, en una Casa de Protocolo. Como me habían explicado que sucedería, me preguntó, al verme, por toda mi familia, se acordaba de mis hijos, de sus estudios… Llegaba a las 11 de la mañana y se iba pasadas las 5 de la tarde.

Tras compartir un café a su llegada, posaba para el pintor. Luego, almuerzo, tertulia, mojitos… Fidel se sentía y se le veía feliz. Así comentó el que era en aquellos momentos su secretario Felipe Pérez Roque, “Jamás le vi tan contento”. El último día de aquella estadía los invitados cocinamos. Yo, hice una paella. Cuando Fidel llegó a la Casa de protocolo nos cogió con las manos en la masa. ¿Qué clase de periodistas sois, metidos hoy a cocineros y pinches de cocina? ¿Saben qué hizo? Nos ayudó cual piche más, nos explicó sus secretos culinarios, lo que le gustaba comer. Todo, a risa partida…

Me dijo que adoraba el jamón serrano, y yo, prometí llevarle en mi próxima visita. “Harás como todos, me prometen jamón, fabada, pero nunca me llega.” Era impresionante verle tan contento y relajado. Nos despedimos de nuevo con el mismo ruego, “regresen pronto, les voy a extrañar”.

El año 1996 invitada a su 70 aniversario, le llevé el añorado jamón, lo festejó. Nos ofreció un grandísimo programa Cultural, de Debates, tertulias, encuentros… Y de nuevo en su 75 aniversario, el año 2001, con un apretado programa, visitas culturales, turísticas, almuerzos…

Como curiosidad, ya me sabía un poco la lección, al iniciar el almuerzo te preguntan “¿Qué va a tomar, refresco o ron?” Lógicamente pides ron. Te van poniendo un nuevo vaso cuando lo tienes un poco vacío… Suerte del hielo… La primera vez pensé que no podría levantarme pero no fue así. Imagino que el calor es grande, se suda mucho, y el alcohol debe salir por los poros…

En aquellos encuentros compartí conversaciones con gente especial, García Márquez, con el doctor Patarroyo, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, los ex Presidentes de Dominicana Juan Bosch, y el de Ecuador Rodrigo Borja. Con Danielle Mitterrand –mi mejor amiga, la acompañé hasta su muerte–, artistas, creadores, con la mayoría de los cuales mantengo entrañable amistad. Es un país con un porcentaje enorme de artistas-licenciados-doctores de toda índole.

Recuerdo con nostalgia, pero con inmensa alegría aquel 29 de noviembre de 2002, cuando, familia y amigos nos encontramos en la inauguración de “La Capilla del Hombre” en Quito, aquel recodo de Paz, maravilloso sueño de Oswaldo Guayasamin que no pudo ver cumplido, por el que siempre suspiró. Capilla de Homenaje al ser humano sufriente, no importa ideología ni procedencia, para todos los que han sufrido, en su carne, la vileza infringida por otros seres humanos.

No estaba Oswaldo pero si su espíritu, y junto a él, su familia, sus amigos entre los cuales Fidel Castro, Danielle Mitterrand, Hugo Chávez con quienes sentimos viva su presencia. Amigos que siempre apoyamos aquella magna obra, imperecedera, impregnada del anhelo y energía de quién la concibió.

Hacía un sol de justicia, debimos buscar sombreros de paja para protegernos ya que el acto central se hizo en el exterior pero, todos irradiábamos felicidad. Lloramos, reímos, charlamos de nuestras vivencias junto al “maestro” –así llamaban a Guayasamin– contemplando sus pinturas, en aquella Capilla donde se encuentra encendida aquella llama eterna, siempre prendida que espera su regreso, cual prometió. Fue una Jornada entrañable para quienes estuvimos siempre cerca, también para Fidel, su fiel amigo, que una vez más repitió “nadie se acordará de nosotros cuando hayamos muerto, pero sí, quedará para siempre la obra de Guayasamin”.

El mes de abril de 2005, junto con dos compañeros François Houtart y Oscar González nos pidieron de representar a Cuba ante las NU de Ginebra, para pedir el cese del Bloqueo.

Fue una experiencia remarcable. Convocamos una Conferencia de Prensa a la que asistieron todos los miembros. Explicamos la razón de nuestra llamada, les pedíamos que su voto, a la mañana siguiente, fuera para acabar con aquella Ley que dejaba a Cuba fuera del mundo. Nos felicitaron por la iniciativa, y prometieron votar cual pedíamos.
El día siguiente estuvimos presentes en la votación: 6 países votaron en contra de nuestra propuesta, persistiría, por tanto, el Bloqueo.

Al finalizar, avergonzados, nos explicaron que la noche anterior, al llegar a su hotel, unas llamadas telefónicas les “exigieron” votar en contra, so pena de quedar fuera de las prebendas de que disfrutaban sus países respecto a los mercados.

Convocamos otra rueda de prensa que se retransmitió en directo a Cuba y países de Latinoamérica. Mi clamor fue grande: ¿Qué hacen ustedes en Ginebra si una llamada de teléfono puede variar su decisión? ¿Por qué tanto dispendio en viajes, comidas, horas de trabajo si se puede solucionar vía telefónica? Tristemente sigue igual.

Fidel, agradeció nuestra movida y nos invitó a la Tribuna, junto a él, aquel 1º de mayo 2005 que jamás olvidaré.

Por cierto que conocí a Evo Morales, le ayudé a bajar de la tribuna. Iba con muletas tras una intervención quirúrgica en La Habana. Me obsequió con su bandera que guardo celosamente. Un año después le acompañé en su campaña electoral en Bolivia, la que le convirtió en Presidente. Descubrí como votan los bolivianos, las barbaridades de los caciques. También festejé y bailé en la plaza y en el Palacio de Gobierno la noche que Evo llegó al poder.

Los 80 años de Fidel debieron aplazarse por culpa de su enfermedad. Los festejó el año 2007, en un entrañable acto en el Palacio de la Revolución. Pero, Fidel no apareció. Temían por su salud, las emociones podían traicionarle. Fue solo un encuentro con los amigos de siempre. Pero, llevé mi jamón. ¿Anécdota? Siempre llevaba un jamón serrano deshuesado, envasado al vacío, dentro de la maleta. Pero, mi amigo Abel Prieto, me pidió de llevarlo con pata incluida. No me permitirán entrarlo, dije. Voy a averiguar, respondió. Pasados unos días me explicó que, tras un Consejo de Estado pidió la palabra para explicar que una amiga quería obsequiar a Fidel. La discusión fue larga, accedieron por fin pero, con condiciones. Acomodaron al jamón antes que a mí. Le esperaban en La Habana en la escalerilla avión, lo llevaron en coche hasta hotel. Me consta que Fidel lo agradeció pero, NO le vi.

Mi último viaje a La Habana fue en diciembre de 2011. Tampoco vi a Fidel. Me mandó un saludo en la presentación de mi libro “Caminos de Paz, Viaje de 105 días a través de los 5 Continentes” con la MarchaMundial por la Paz y la noViolencia. Lo presentó Eusebio Leal, en la Casa Guayasamin. Luego, lo presentamos en la Universidad de La Habana, y en la Escuela de Periodismo. Me invitó la Embajada de España en Cuba, y estuve acompañada por Abel Prieto y muchos amigos.

Quiero resaltar la biografía que el propio Fidel me dictó para una pequeña recopilación de entrevistas que publiqué en mi libro “Mis Personajes”.

Nacido en Mayari-Cuba el 13 de agosto de 1926, era hijo de un emigrante gallego y de una cubana. Su familia era acomodada, tenían una Hacienda. Cursó bachillerato, interno, en los jesuitas. Fue expulsado en varias ocasiones. Comentaba, con buen humor, las “muchas misas a las que había asistido, suficientes para toda la vida, por larga que sea.” La gran cantidad de “padrenuestros rezados”. Pasaba sus vacaciones en la hacienda familiar. “Aquello sí era vida, podía comer todo lo que se me antojase. Yo, a los 14 años, tenía un hambre atroz, como todos los chicos en esta edad. Pienso, que los jóvenes adolescentes, deberían vivir a cargo del gobierno. Resulta caro mantenerles”.

En diferentes ocasiones, me pidió por mi fe cristiana, momento que yo aprovechaba para pedirle qué sentía él, si se acordaba de rezar, si quería ir al cielo. ”Naturalmente que quiero ir al cielo. Me gustaría que el cielo existiera, que fuese una realidad. Puedo asegurarte que lo he buscado con vehemencia aquí en la tierra pero, jamás lo encontré. ¿Imaginas una pena eterna de muerte en el infierno?” Ante mi incredulidad empezó a rezar el padrenuestro y el Creo en Dios padre, oraciones que abuelas y madres nos habían enseñado en nuestra niñez, hoy desconocidas para la mayoría.

Dijo acordarse de la última vez que rezó. Fue en su época de bachillerato, siendo scout, responsable de un grupo de chicos. Les pilló una tormenta y, debían atravesar un río. Había crecido de forma alarmante y, no sabía cómo organizar. Ataron una cuerda en un árbol y, con mucha dificultad, Fidel pasó al otro lado a sujetar la cuerda a otro árbol para utilizarla como “pasamanos”. Los chicos pasaron poco a poco con miedo y peligro, y, para Fidel, con el temor de que la cuerda fallase. “Al pasar el último, les invité a todos a rezar.”

Siempre me recordaba que en Cuba, ni durante ni después de la revolución se asesinó a ningún sacerdote. “Tal vez fue la única revolución que no mató ningún cura”. Ya en la Universidad destacó como líder, insurrecto siempre a favor de la justicia social, sinónimo de igualdad. “Ésta ha sido y será siempre mi ética.”

Rememoraba con pasión sus vivencias en Sierra Maestra, sus aventuras con el Che, el amigo entrañable que, “a pesar de su precaria salud, nunca perdía el buen humor.” En cierta ocasión “regresó de incognito al hogar, mientras los enemigos festejaban su muerte”. O como debieron en muchas ocasiones lanzarse al mar desde la frágil barquita en la que se desplazaban, “para evitar que los aviones nos aniquilaran. Los tiburones sí nos respetaron…” Con ironía me explicaba que el Che era capaz de disfrazarse y, “lo hacía tan bien, que ni siquiera nosotros le reconocíamos”.

“El 26 de julio de 1953 al frente de 150 compañeros, intentamos acabar con el régimen de Batista, con un asalto al Cuartel de Moncada en Santiago de Cuba pero, fuimos capturados, algunos muertos, el resto, hechos prisioneros, aislados de celdas diferentes 76 días, sin ver a nadie”.

En el momento del juicio, no quiso que nadie se responsabilizara de su defensa, fue el mismo quién lo hizo. “No me permitieron ver el Sumario, desconocía la acusación.” Tampoco pudo revisar ningún Tratado de Derecho penal. No fueron capaces de juzgarle en el Palacio de Justicia. Lo hicieron en su propia celda. Fidel Castro les daba miedo. No entendían su serenidad, su fe y esperanza en el futuro. Les sorprendió con su defensa, recopilada en un libro que recomiendo, “La Historia me absolverá.” Fue condenado a muerte, pero el año 1955, fue indultado. Se exilió a México, donde fundó el movimiento 26 de julio, y preparó la invasión de La Habana.

“El mes de diciembre de 1956, con 82 hombres, entre los cuales Raúl Castro y el Che, desembarcamos en la Provincia de Oriente.” Sufrieron muchas bajas. Los que sobrevivieron organizaron la lucha de guerrillas contra Fulgencio Batista.

Siguieron tiempos duros, de traiciones, de inclemencias pero, eran hombres-mujeres valientes que tenían fe en su propósito de acabar con aquella dictadura que les oprimía. El primero de enero de 1959 Batista huyó de Cuba, y el día 8, una semana después, Castro entraba en La Habana. El 15 de aquel mismo mes, fue nombrado jefe de Gobierno.

El año 1961 se rompieron las relaciones diplomáticas con EEUU, deterioradas por las expropiaciones del Gobierno cubano. El mes de abril 61, Castro frustró el intento de invasión americana en Bahía Cochinos, cuando Kennedy presidía EEUU. En aquel momento, hace 55 años, comienza el Bloqueo que sigue vigente, en un intento de ahogarlos. ¿Futuro? Solo el pueblo cubano lo decidirá.

Resulta curioso constatar la admiración que los jóvenes sienten por el Comandante. He dado charlas en algunas escuelas, en algún College inglés donde a mi llegada me miraban como “enemiga”, por hablar de este personaje tan discutido. Tuvieron que echarnos del Auditorio donde nos encontrábamos, las preguntas no se acababan, Fidel era, para la mayoría, un gran desconocido, el que pintan algunos, cual dictador, sin alma.

Descubrir al hombre, a aquel ser humano con un corazón que le sobrepasa, incita su interés, quieren saber más, junto al por qué de muchas cuestiones. Recordé, con aquellos jóvenes, mi primera vez en La Habana, cuando por la calle, la gente te invitaba a ir a su casa a almorzar. Primero dudas, luego, aceptas. Impresionaba el sentimiento de aquellas personas, el respeto que sentían por Fidel, “nunca tuve zapatos hasta que él llegó”. “Nunca imaginé que mis hijos podrían ser médico ella, ingeniero él”. Sabían que las dificultades y escaseces eran igual para todos, también para los dirigentes. Que le tenían cerca cuando le necesitaban.

Fidel explicaba siempre la suerte que habían tenido al ser capaces de organizar los barrios “tener médicos en cada cuadra, personal sanitario para visitar, a diario, a las personas de salud frágil, ancianos, niños, mujeres embarazadas.”

¡Acá la prensa, hablaba de control policial de los ciudadanos!

De no haber podido atender urgencias en los propios barrios, con la escasez de combustible, falta de electricidad, la gente se nos habría muerto sin atención.” El control de los médicos-sanitarios de cada bloque, evitó muertes y complicaciones. ”Los éxitos no llegan de improviso, es preciso trabajarlos, poner de relieve qué es lo más importante priorizar y, en esta materia, Fidel ha sido un gran genio. Un genio humano dotado de cabeza y corazón.

Gracias Fidel por estos 90 años de amor-pasión por Cuba y por los seres humanos todos, entre los que me incluyo. ¡GRACIAS amigo!

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