A punto de cumplirse dos años de aquél infame e ilegal encierro con la excusa de una emergencia sanitaria, algunos –cada vez más- ya empiezan a preguntarse si todo esto, aún con una pátina innegable de realidad, no ha sido un monumental -y global- engaño urdido por intereses y para fines espurios. Los “despiertos”, como muchos se autodenominan, se van organizando en pequeños grupos y asociaciones, mientras que algunos individuos de peso específico –ya sea por sus conocimientos o por su popularidad- comienzan a mojarse y a poner en tela de juicio algunas de las medidas anti-COVID adoptadas por políticos, y nunca (como ya se ha demostrado) por consenso de la comunidad científico-médica.
También se está cuestionando, progresiva y tímidamente, las sacrosantas eficacia y seguridad de las mal llamadas “vacunas COVID”, y empiezan a evidenciarse los obvios conflictos de intereses de los “expertos-agoreros” mediáticos que nos vendían el apocalipsis a diario para que corriéramos como cobayas responsables a meternos los ‘picos’ experimentales que hicieran falta, porque si no lo hacías es que eras un negacionista hijo de puta que merecía la muerte.
Las últimas voces reputadas que se han alzado contra todo este sinsentido son las de Nines Maestro (diputada por Izquierda Unida, cuyo demoledor artículo podrás leer en este diario) y el doctor Joan Ramon Laporte, que desde el Congreso ha venido a contradecir el dogma oficial asegurando que la incidencia de los efectos adversos [de las “vacunas” COVID] no es ni baja ni rara. A pesar de la seriedad y oficialidad de las declaraciones, YouTube no ha tardado en censurar la intervención en los canales que ha podido (con el del Congreso de los Diputados no ha atrevido, aún).
Pero, no me malinterpretéis: no he venido hoy aquí a contaros lo que ya sabéis o lo que no queréis leer u oír para no sentiros estúpidos. Vengo a hablaros de la necesidad de construir un partido político antiplandemia. Así, como suena. De la misma manera que asociaciones como LIBERUM llevan meses luchando legalmente, por ejemplo, contra el pasaporte nazi (una medida política, no sanitaria), es vital que exista un brazo político para que la voz de cada vez más españoles se vea representada en las instituciones, y para evitar que la dictadura globalista-sanitaria avance como lo hace a día de hoy: implacablemente.
Y el caso es que ese partido ya existe: se llama LIBRES, y está fundado y liderado por Luz Belinda Rodríguez, diputada independiente del Parlamento andaluz y que ha sido la única política valiente en denunciar los abusos plandémicos en todas sus vertientes. Es obvio que este partido debe ser –y será- transversal, donde la argamasa que una a personas de muy diferente pelaje ideológico sea el amor por la libertad, la patria y la clase trabajadora, a la que pertenecemos la inmensa mayoría de los españoles.
Y si estáis pensando que “para eso ya está VOX”, os recomiendo encarecidamente que vayáis a leer los tweets perdidos del señor José Luis Steegmann que, lejos de ser un verso suelto, contó con todo el apoyo de la cúpula de la formación pistacho cuando cargaba contra los que no se querían –en su libertad- ponerse una terapia experimental y cuando empujaba a la población a una vacunación masiva mientras Pfizer financiaba los proyectos de investigación de los que formaba parte.
Y es que la verdad os hará LIBRES.