El 8 de marzo de 2022 pasará a la historia de España por ser el día en que el feminismo español mostró al mundo su división. En un momento en que las conquistas se iban consiguiendo, poco a poco, en el que en las grandes empresas están aplicando ya planes de igualdad, en el que se están logrando importantes avances, el movimiento feminista se ha dividido.
Esto es una catástrofe porque la división es el primer paso hacia la derrota. En Madrid, por ejemplo, se han celebrado dos manifestaciones donde cientos de miles de personas han coreado reivindicaciones totalmente opuestas, como si las organizadoras fueran entidades absolutamente diferenciadas e irreconciliables.
Todavía hay muchas conquistas que lograr, muchos techos que romper y sólo se conseguirá si los discursos y las responsables de las políticas de igualdad se centran en las verdaderas reivindicaciones del feminismo y no introduciendo absurdas horizontalidades que nada tienen que ver con la lucha de la mujer por conseguir la igualdad real.
Hay cien puntos tangenciales al interés del colectivo, pero salen divididas por apenas dos asuntos en desencuentro, cosa abanderada por sindicatos y partidos políticos que son cáncer permanente en toda sociedad inculta e inmadura como ésta. Y allá van, cada una con sus amos a pedir por separado lo que en justicia a todas pertenece. Señoras, aparte de a la manifestación, estos grupos las han invitado a algún debate?; Digo uno sin banderas donde exponer, discutir o alcanzar algún acuerdo para esas cuestións. Piensen si en realidad es una cuestión estrictamente política o social; sindical o laboral; de ellas ( las del tirón mediático) o de todas.
Sólo es mi opinión, pero no es más que un punto de reflexión para enjuiciar bajo qué pendón hay que actuar cuando sólo se trate de ser rajada en las ingles.