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Un estafador

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análisis

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El día 14 de abril de dos mil veintiuno falleció Bernard Madoff en la prisión federal de Butner, Carolina del Norte, a edad de ochenta y dos años. Había sido condenado a ciento cincuenta años de prisión en dos mil nueve por estafa continuada desde la década de los años sesenta por un total de sesenta y cinco mil millones de dólares (cincuenta y cuatro mil millones de euros) gracias a las artimañas del conocido como esquema de Ponzi o trama piramidal: el mayor fraude cometido por una sola persona, según el juez que dictó sentencia. Fue presidente de la firma de inversión que lleva su nombre y que fundó en mil novecientos sesenta, una de las más importantes de Wall Street.

El engaño consistía en captar inversores a los que prometía pingües ganancias. Cuando éstas eran reclamadas, se les daba largas y en algunos casos se les abonaba con los ingresos de nuevos inversores. Entre sus miles de víctimas, el Banco de Santander se vio obligado a pagar ciento sesenta y ocho millones de euros a sus clientes de Estados Unidos afectados por el fraude. La mayor parte de los afectados por la estafa pertenecían a la comunidad judía en la que el también judío Madoff era un prohombre debido a su generosa filantropía. Los delitos fueron revelados en dos mil ocho a las autoridades por sus dos hijos, quienes no formaban parte de la trama.

Entre los cargos que se le imputaron figuraban: fraude fiscal, asesorar sobre inversiones fraudulentas, fraude postal y electrónico, blanqueo de dinero, falso testimonio, perjurio, fraude a la seguridad social y robo de un plan de beneficios para empleados. Junto a la centenaria condena a prisión, se decretó el decomiso de diez y siete millones de dólares (unos catorce mil millones de euros) de los que un fideicomiso por el tribunal de Nueva York pudo recuperar trece mil millones de dólares (casi once mil millones de euros).

El mismo día que el fraude salía a la luz, colapsó el negocio de las hipotecas basura y quebraba la firma Lehman Brothers. Estos dos episodios provocaron la gran recesión de dos mil ocho en Estados Unidos y en Europa: la crisis de la deuda.

Dos semanas después de la confesión del estafador, él y su esposa intentaron suicidarse en su ático de Manhatan.

El que durante décadas fue la encarnación del éxito, y que siempre estará asociado al batacazo financiero de dos mil ocho, confesó a su familia los fraudes que había cometido durante años. Su imperio se desplomó, pero también su vida familiar: su hijo mayor se suicidó ahorcándose en su residencia del Soho neoyorquino, mientras en la habitación contigua estaba el nieto de veintidós meses; el segundo hijo murió de cáncer; sus nueras y sus nietos se cambiaron el apellido. Todos intentaron rehacer sus vidas lo más lejos que pudieran de la tóxica marca de Madoff.

Durante los dos primeros años entre rejas, Ruth visitó a su marido en prisión: tenían sesenta años de matrimonio. Al cabo de veinticuatro meses ella dejó de visitarlo.

España fue, tras Estados Unidos, el país más afectado por el escándalo, siendo el Santander el banco más afectado tras el Fairchild de Estados Unidos.

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