martes, 19marzo, 2024
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Un antes y un después

Sol Paniagua
Sol Paniagua
Fotógrafa y escritora
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análisis

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Me senté a tomar una copa mientras  leía mi libro al calor de una hermosa chimenea, en aquella casa rural en las afueras del pueblo, al cuál fui a pasar unos días. Estaba repleta de personas que no paraban de hablar y reír, distorsionando el sonido de la música de ambiente.

Un pequeño golpe en mi pie, casi consigue que me despistara de mi lectura, pero estaba demasiado ensimismada en la historia. Pasado un buen rato volví a notar otro pequeño impacto, y ésta vez sí levanté la mirada, quise saber que era.

Reconocí enseguida esas botas que golpeaban ahora insistentemente las mías al son de la melodía, barbas de tres días y el  olor inconfundible, mezcla de  tabaco y alcohol.

Cerré el libro y salí a la calle. La luna llena iluminaba el camino que debía tomar y un viento helado hizo solitaria mi ruta.

Oí repetidas veces mi nombre,  eché a correr. Divisé a lo lejos una figura que caminaba lentamente.

Me fui acercando y cuando llegué a su lado, sin mirar su rostro, pregunté:

-«¿Puedo coger tu mano durante unos segundos?».

-«Te estaba esperando» – respondió.

Contemplé sus ojos y  reconocí aquella mirada, esa media sonrisa que retorcía  graciosamente su boca, ese pelo abundante y corto que debido a la humedad, permanecía rizado.

Desaparecimos a través de la niebla besándonos, de la mano.

Un olor a mar se iba penetrando en nuestros cuerpos, que poco a poco escapaban de la ropa para quedar desnudos. Con la mirada fija en el horizonte y sin parar de caminar, nos fuimos quitando todo aquello que nos cubría….

El acantilado nos esperaba, y sin querer ni pretender soltarnos en ningún momento, saltamos en caída libre, vertiginosa, sin resistencia, sin ataduras, sólo nuestros dedos se mantenían entrelazados con fuerza, dejándonos llevar por el viento y por ese  mar espumoso, embravecido y  salvaje por fuera, cálido y tranquilo por dentro.

A la mañana siguiente un marinero descubrió dos cuerpos de mujer, inertes, desnudos, en la orilla de una playa cercana al despeñadero… agarradas… de la mano.

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