Cuando al escritor ruso León Tolstoi le dio por soltar la famosa frase que decía aquello de “si quieres ser universal dibuja tu aldea”, no tenía ni pajolera idea de que yo la iba a utilizar, un siglo y pico más tarde, para hablar de que ahora, en estos días, se cumple un año de la irrupción en la política nacional de miles de candidaturas ciudadanas que entraron en los ayuntamientos de toda España con el objetivo, como decían casi todos sus eslóganes electorales, de cambiar la política desde abajo, con la gente y para la gente, etc…

El pasado sábado 21 de mayo nos dimos cita en la localidad de Peligros (Granada) muchas candidaturas ciudadanas de muchos pueblos y ciudades de Andalucía en el IV encuentro de ‘Municipios por el Cambio’, una plataforma de candidaturas ciudadanas de toda Andalucía, para celebrar el primer aniversario de nuestra llegada a los ayuntamientos. Y claro, como en la frase de Tolstoi, lo que hicimos fue construir universalidad hablando de nuestras “aldeas”.

Estos encuentros nos sirven para compartir entre concejales y alcaldes de muchos pueblos experiencias comunes y tratar de abordar desde distintos puntos de vista problemas que nos han surgido en este año y que, por desgracia, todos compartimos.

En primer lugar cuando entramos en los ayuntamientos lo hicimos con una ilusión tremenda, con muchas ganas de trabajar y con deseos de cambiar rápidamente algunas situaciones que no nos gustaban. Pero lo primero que nos encontramos, sobre todo los que estamos en la labor de oposición, fue el inmovilismo institucional, es decir, cómo desde la institución tienes la sensación de que todo va muy lento y de que nada se cumple. Vemos cómo se aprueban mociones y declaraciones institucionales por unanimidad en los plenos y después se guardan en el cajón del olvido.

Durante este año nos hemos topado con el muro que ha ido construyendo la maquinaria del bipartidismo en los ayuntamientos y que es muy difícil de romper desde posiciones muy minoritarias. Por ejemplo, cuando llevas una moción al pleno y se aprueba, el equipo de gobierno o bien no la cumple con la celeridad que nos gustaría, o bien la hace suya, llevándose todo el mérito. “Estas son las reglas del juego”, nos dicen. Pero es un juego al que poco a poco tenemos que cambiarle las reglas.

Y ¿Cómo hacemos para cambiarlas?… La frase puede estar muy manida por su uso, pero aquello de que debemos seguir manteniendo “un pie en las instituciones y otro en la calle” sigue siendo fundamental. En las instituciones debemos seguir siendo combativos, no cansarnos de llevar propuestas ciudadanas a los plenos, siendo la voz de la ciudadanía y pensando siempre en clave de gobierno, no sólo denunciando lo que no vemos bien sino proponiendo cómo lo haríamos mejor nosotros y, además de esto, debemos seguir en la calle luchando por concienciar a la gente para que participe. Y la pedagogía es la única solución que veo a la falta de participación ciudadana, a la poca implicación de la gente en política, debido en la mayoría de los casos al complejo entramado de clientelismo que llevan usando décadas el PSOE y el PP en los pueblos para conseguir votos. Hay que hacer pedagogía día a día del hecho de que si no haces política, si no participas, la política la harán los de siempre por ti y a nosotros, después, solo nos quedará el derecho al pataleo en cualquier barra de un bar.

Y para esta labor pedagógica, los círculos de Podemos, los cientos de concejales y concejalas de las candidaturas ciudadanas que hemos salido de esos círculos somos fundamentales. Y no sólo para que la gente se empodere, sino también para acabar con el miedo que los medios de comunicación imponen a la ciudadanía. Porque frente a estos ataques mediáticos que tratan de demonizar este movimiento político y social y revestirlo con tintes neobolcheviques y bolivarianos me queda una esperanza… la gente de Podemos. Esa gente que más allá de etiquetas, de platós de televisión, de líderes endiosados o que empiezan a endiosarse, está trabajando por los más cercanos, por la gente de sus pueblos y ciudades. Me refiero a la gente que trabaja desde los círculos, desde las candidaturas municipalistas, esa gente que conoce al vecino y sabe sus problemas del día a día, esa gente que desde sus pueblos y ciudades, desde sus humildes sillones de concejal, lleva el ADN de Podemos a las instituciones que están más cerca de la ciudadanía: los ayuntamientos.

Estos somos “los rostros de Podemos”, los que cuando se nos habla de Venezuela respondemos que lo que nos preocupa son los vecinos de la calle Venezuela, esas cientos de calles Venezuela que hay en cientos de ciudades y pueblos españoles donde hay gente que está siendo desahuciada, que no llegan a fin de mes, que sufren pobreza energética…

Nos queda mucho camino por recorrer y el próximo 26J tenemos una cita fundamental para también, desde arriba, desde el gobierno de la nación, tratar de que los ayuntamientos tengan más protagonismo y la gente más accesible a la ciudadanía (los concejales y concejalas del cambio) tengan un papel fundamental.

¿El secreto para seguir creciendo? Trabajo, trabajo, trabajo… en la institución y en la calle. De ahí la importancia de la “aldea”, de los pueblos, como decía Tolstoi, para ser universal.

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