Tras casi dos meses de escalada de tensión entre Rusia y Ucrania, que creó la percepción de que Europa estaría cerca de una nueva guerra, el anuncio de la retirada de las fuerzas militares rusas de la frontera ucraniana este martes apuntaba a un momento de cierta relajación. Sin embargo, la desconfianza entre las dos partes sigue siendo alta y nadie descarta aún el conflicto.
El Kremlin confirmó la información, pero aseguró en que continuará realizando ensayos dentro de su territorio, según lo considere oportuno. «Siempre hemos dicho que después de que terminen los ejercicios las tropas regresarán a sus bases permanentes. No hay nada nuevo aquí. Este es un proceso habitual», aseguró el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov.
El portavoz del Ministerio de Defensa ruso, Igor Konashenkov, añadiço que “las unidades de los Distritos Militares Sur y Oeste ya cumplieron con sus tareas y han comenzaron a cargar personal y equipos en medios de transporte ferroviario y automotor y partirán hoy hacia sus cuarteles militares”. La noticia fue tomada por el Gobierno ucraniano como un primer paso significativo para una desescalada de las tensiones, tras semanas de gestiones diplomáticas.
«Nosotros y nuestros aliados hemos logrado evitar que Rusia vuelva a escalar. Ya estamos a mediados de febrero y pueden ver que la diplomacia sigue funcionando», señaló el ministro de Relaciones Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba.
No obstante, desde Reino Unido recibieron la información con desconfianza. La secretaria de Relaciones Exteriores británica, Liz Truss, sostuvo que solo hasta que exista una salida a gran escala de las tropas rusas de las cercanías con su vecino país se demostraría el compromiso de Moscú de no atacar suelo ucraniano.
Rusia ha desplegado más de 100.000 soldados en los límites fronterizos con Ucrania, según las estimaciones de Kiev, aunque funcionarios de EE. UU. y Reino Unido hablan de 130.000.
Pese a la expansión de sus tropas y al desarrollo de ejercicios militares en los que también participa su aliada Bielorrusia, el Kremlin insiste en que no tiene intenciones de invadir a Ucrania y califica las acusaciones de Occidente de “histeria”.
La semana pasada, Washington advirtió que Moscú podría atacar en cualquier momento, un aviso que generó diversas reacciones en Europa, como la petición urgente a los extranjeros en Ucrania de que salieran de forma inmediata.
Tras su reunión en la capital rusa con el canciller alemán, Olaf Sholz, el líder del Kremlin insistió en que el asunto sobre la posible unión de Kiev a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) debería ser resuelta ahora, una de las principales exigencias de Moscú, entre otras, incluidas en la lista de demandas que entregó a EE.UU. y a la OTAN el pasado 17 de diciembre.
Para Putin, la eventual adhesión de Ucrania a la OTAN es una línea roja que no está dispuesto a dejar cruzar porque implicaría el traslado de militares occidentales a ese país, muy cerca del territorio ruso, lo que considera una amenaza para su seguridad.
Pero, sobre todo, la adhesión de su exaliada en la desaparecida Unión Soviética a la organización político-militar de Occidente implicaría la mayor pérdida de la influencia rusa sobre Ucrania, república independiente desde hace alrededor de 30 años.
En el encuentro, el mandatario ruso agregó que recientemente le informaron que Ucrania no se uniría a esa organización en un futuro cercano, pero a Moscú esto no le parece suficiente e insiste en que quiere garantías de que nunca lo hará.
Por su parte, el canciller alemán indicó que algunas de las demandas del Gobierno ruso merecen ser discutidas. «Fue correcto que la OTAN y la Unión Europea respondieran a las cartas de Rusia, y aunque Rusia no está de acuerdo con la respuesta, es una buena señal que diga que coinciden en algunos aspectos«, dijo Scholz en referencia a la contrapropuesta que hizo EE.UU. de discutir acuerdos de transparencia en Europa del Este para mitigar las preocupaciones que alega el Kremlin.
Sholz agregó que una mayor expansión de la alianza hacia el este no está actualmente en la agenda. Aunque tampoco dio señales de un retroceso de las posiciones en las que ya se están sus soldados, especialmente en países exsoviéticos y actualmente miembros de la OTAN como Bulgaria y Rumania, algo que exige Putin. «Del mismo modo, la OTAN, la UE y nosotros no estamos de acuerdo con las demandas de Rusia, pero creemos que hay algunos puntos que vale la pena discutir», añadió.
Se vislumbran algunos puntos en los que las partes involucradas pueden estar en sintonía. Putin asevera que «no quiere la guerra» y que su Gobierno está preparado para continuar el diálogo sobre misiles y otros temas de seguridad con Occidente.
La Duma autoriza a Putin a reconocer oficialmente dos zonas separatistas
Pocas horas después del anuncio de retirada de algunas tropas, la Cámara Baja del Parlamento ruso (DUMA), aprobó un proyecto de ley que pide a Putin que reconozca oficialmente dos zonas separatistas en la región de Donbass, en el este de Ucrania.
Se trata de Donetsk y Lugansk, autoproclamadas independientes de Ucrania por los separatistas de habla rusa en 2014, pocos meses después de la anexión de la península ucraniana de Crimea por parte de Rusia. En la actualidad cuentan con el respaldo y financiación de Moscú.
Desde entonces, Moscú y Kiev han estado técnicamente enfrentados, pero el despliegue militar del último año ha sido desmesurado, lo que ha despertado las alertas de Estados Unidos y sus aliados sobre posibles acciones similares. El reconocimiento formal de estas dos zonas secesionistas en el este ucraniano acentuaría aún más las ya altas tensiones en la región.
Reacciones de Occidente
Las reacciones de Occidente no se hicieron esperar y el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, advirtió a Moscú que no reconozca a las autoproclamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, pues haría aún más difícil encontrar una solución política a la crisis.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, aseguró que si eso sucede, «será una flagrante violación de la integridad territorial y la soberanía de Ucrania una vez más porque no hay duda de que Donetsk y Lugansk son parte de Ucrania dentro de las fronteras internacionalmente reconocidas».
Además, Stoltenberg indicó que el anuncio de la retirada de algunas tropas rusas debe ser tomado con reserva, pues indicó que la Administración de Putin todavía debe demostrar una desescalada en las fronteras. «Hay señales de Moscú de que la diplomacia debe continuar. Esto da motivos para un optimismo cauteloso. Hasta ahora no hemos visto ninguna señal de distensión sobre el terreno».
Las declaraciones del secretario general de la OTAN fueron respaldadas por el vicepresidente de la Comisión Europea, Josep Borrell, que ratificó que «el apoyo y el compromiso de la UE con la independencia, la soberanía y la integridad territorial de Ucrania dentro de sus fronteras reconocidas internacionalmente siguen siendo inquebrantables».
Los dos destacaron que reconocer oficialmente a las zonas separatistas estaría en contradicción con los Acuerdos de Minsk, firmados en 2015 para intentar resolver el conflicto entre Kiev y los rebeldes separatistas prorrusos, y que Putin y su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, se comprometieron a respetar, pese a las tensiones.
A pesar de estos anuncios, continúan las reuniones de los cuerpos diplomáticos entre Moscú y Occidente para tratar de evitar un enfrentamiento, potencialmente más peligroso desde la Guerra Fría, según ha señalado la OTAN.
Dudas sobre la retirada de tropas rusas
Aunque Rusia ha difundido imágenes de la retirada de algunas unidades militares,
Estados Unidos ha dicho que considera posible una incursión rusa en Ucrania antes del cierre de los Juegos Olímpicos de Invierno de China. En ese sentido, tanto Washington como sus aliados de la OTAN han acusado a Rusia de estar preparando un nuevo ataque en la frontera ucraniana, una acusación que Moscú niega.
El representante permanente de Rusia ante la Unión Europea, Vladimir Chizhov, ha rechazado este miércoles las advertencias estadounidenses sobre un posible ataque ruso contra Ucrania y ha demandado a Estados Unidos que «presente pruebas» e insiste en el mensaje «En lo que respecta a Rusia, puedo asegurarles que no habrá ningún ataque este miércoles. Tampoco habrá una escalada en la próxima semana, ni en la semana siguiente, ni en el próximo mes».
Resumo; los países en crisis son los representantes de los bloques; Rusia y EEUU, y el resto asistimos como invitados a atenuar las tensiones que provocan sus intereses particulares. Los gobiernos de ambos países son un ejemplo de la total manipulación a todo nivel, y si decimos o decidimos por simpatía hacia ciudadanos sin tener en cuenta su filiación política está claro que moralmente los rusos son infinitamente mejores; menos ególatras y más humildes, también más inocentes por la estafa informativa y democrática que viven desde la salida de Misha Gorbachov.
La víctima en ciernes es ukrania, donde en los territorios expoliados interesa a Putin un refrendo de autodeterminación que el gobierno de Moscú ni de coña quiere en Chechenia, por ejemplo.
O el claro ejemplo español, cuando se convoca él referendo de 1978 tras haber aniquilado a la oposición tras cuarenta años de brutal fascismo y franquismo.