viernes, 19abril, 2024
16.2 C
Seville
Advertisement

Tus ‘miraítas’… me están matando

Cruz Galdón
Cruz Galdón
Escritora
- Publicidad -

análisis

- Publicidad -

Mirar fugazmente, de lado, de soslayo para no ser visto. O mirar fijamente agudizando la vista y barriendo con los ojos. Miradas que arponean, que hechizan, que comen en cada parpadeo. Miradas que se despiden, que esquivan y eluden, que hacen bajar los párpados hasta que la luz desaparece. Miradas que, como en una película, se pierden en el recuerdo de quienes fueron o estuvieron. Y miradas huecas, austeras, llenas de ira o rencor que atraviesan como un puñal afilado, hincándose hasta el esqueleto.

Quién al pasar por delante de un grupo de personas no ha dejado volar el pensamiento hacia espacios que nadie ve. Quién no ha pensado alguna vez: «¿Y si doy un traspiés?» Da igual, pues quién tropieza y no cae, adelanta camino. O «y ahora qué hago si está Fulanito/Cetanita que tanto me gusta», debo sacar pecho con pasitos cortos para que las inseguridades no desdibujen lo que se desea ver en la mirada del otro. O bien, «justo ahora que no me arreglé me encuentro contigo cuando mi lema es antes muerta que sencilla». Miradas que según qué casos, nos ponen inquietos y aceleran el corazón.

Esas miradas que ahora se pegan a la pantalla del móvil sin despegar el cuello hacia el cielo, ese lugar tan bello que nos hace soñar. Más ciegos que un topo, ignorando lo que pasa a nuestro alrededor se deja pasar la vida, no se aprecian las emociones y de puntillas, se pisan los días. ¿Dónde quedaron las tardes de domingo cuando con amigos o nuestros padres nos sentábamos en un banco de la plaza o de un parque y disfrutábamos viendo a todo tipo de viandantes que, osados en sus conversaciones o juegos, deleitaban los tiempos callados? 

Son inmensas esas tardes de sol otoñales cuando al saborear una taza de café en un rincón apartado del bar de siempre, se observan esas miraítas de desconocidos que sin hablar se dicen cosas tales como:  «Si me dejaras te comería esa boquita» o «para y detén tus ojazos en mi», emociones que sin ser propias se insertan en los sentidos deseando ser respondidas. Me enervan esas miradas quietas e inexpresivas de dúos que únicamente sonríen a sus móviles.

Me gustan tus ojos cuando sonríes, cuando los guiñas por rozarlos el sol; me gustan tus miradas perdidas en pensamientos tan intensos que te hacen perder la noción de tiempo y espacio; me gusta ese brillo acuoso cuando la emoción te inunda o cuando brillan en el fragor del deseo. 

Échame una de tus miraítas y siente qué siento por dentro. 

- Publicidad -
- Publicidad -

Relacionadas

- Publicidad -
- Publicidad -

2 COMENTARIOS

  1. Si no me miras, mueren mis afanes. Si no te veo la tristeza me domina. Y, viceversa claro. Aunque se que algunos, pocos, no se percaten de la sutil -no tanto – diferencia entre mirar y ver.
    Mirar como se debe, es hacer que te vean como quieres logrando así, que en ese primer encuentro, el projimo te mire como vos, yo y todos, necesitamos que lo hagan. Cruz, la contundencia de tu prosa, profunda pero sencilla a un tiempo, permite que los ojos que te leen amplíen su perspectiva visual. Un abrazo grande, pequeña escritora.

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre

- Publicidad -
- Publicidad -
- Publicidad -
Advertisement
- Publicidad -

últimos artículos

- Publicidad -
- Publicidad -

lo + leído

- Publicidad -

lo + leído