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Túnez o la nueva primavera árabe

Andrés Exposito
Andrés Exposito
Escritor. En el 2003 publica el entrevero literario “El dilema de la vida insinúa una alarma infinita”, donde excomulga la muerte a través de relatos cortos y poemas, todas las muertes, la muerte del instante, la del cuerpo y la de la mente. Dos años más tarde, en 2005, sale a la luz su primera novela, “El albur de los átomos”. En ella arrastra al lector a un mundo irracional de casualidades y coincidencias a través de sus personajes, donde la duda increpa y aturde sobre si en verdad somos dueños de los instantes de nuestra vida, o los acontecimientos poco a poco van mudando nuestro lugar hasta procurarnos otro. En 2011 publica su segunda novela, “Historia de una fotografía”, donde viaja al interior del ser humano, se sumerge y explora los espacios físicos y morales a lo largo de un relato dividido en tres bloques. El hombre es el enemigo del propio hombre, y la vida la única posibilidad, todo se articula en base a esta idea. A partir de estas fechas comienza a colaborar con artículos de opinión en diferentes periódicos y revistas, en algunos casos de manera esporádica y en otros de forma periódica. “Vieja melodía del mundo”, es su tercera novela, publicada en 2013, y traza a través de la hecatombe de sucesos que van originándose en los miembros de una familia a lo largo de mediados y finales del siglo XX, la ruindad del ser humano. La envidia y los celos son una discapacidad intelectual de nuestra especie, indica el autor en una entrevista concedida a Onda Radio Madrid. “La ciudad de Aletheia” es su nuevo proyecto literario, en el cual ha trabajado en los últimos cuatro años. Una novela que reflexiona sobre la actualidad social, sobre la condición humana y sobre el actual asentamiento de la especie humana: la ciudad. Todo ello narrado a través de la realidad que atropella a los personajes.
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análisis

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La intención del gobierno tunecino en los presupuestos de 2018 de proseguir con recortes sociales, liberalizar y aumentar de manera desmedida los precios de los productos básicos, e imponer privatizaciones que traerán, aún más, un incremento del número de personas sin empleo y sin perspectiva alguna de poder tenerlo en el futuro, no es el único motivo por el que se están produciendo la movilizaciones en todo el país. Ningún movimiento social acarrea una explosión por un hecho puntual, trae siempre sombras y espaldas cansadas de soportar cargas abusivas. El inmovilismo de su presidente Caïd Esebsi, así como de su gobierno, es sin duda el gran exponente de dichos movimientos, la insoportable carga en una sociedad cansada y desarmada de esperanzas e ilusiones, al ver continuamente como las manipulaciones religiosas y la corrupción política trampean toda posibilidad de alcanzar una distribución más igualitaria de la riqueza.

Deshechos de la dictadura de Ben Ali, en base a movimientos sociales de aquella primavera árabe en la que se conquistó la posibilidad de iniciar un proceso democrático que mejorara la situación del país, forjando la Constitución de 2014, elaborada por una Asamblea Constituyente, y en la que, el poder legislativo es ejercido por el pueblo a través de los miembros electos de la Asamblea de Representantes del Pueblo, en el paisaje actual de Túnez, democrático, priman las mismas premisas religiosas y económicas que en aquella dictadura, y además, prosigue en idéntica manera la violencia policial a toda posibilidad del pueblo tunecino por expresar y manifestar de manera pacífica sus derechos y reivindicaciones ciudadanas.   Nada parece ha evolucionado en los escenarios marginados del interior, o en las zonas olvidadas, donde el hambre y la pobreza alcanza cotas de miseria absoluta.   Se preguntan, en muchos casos, ¿qué trajo de nuevo la Revolución del 2011 y el derrocamiento de Ben Ali, si sus estómagos prosiguen vacíos y sus esperanzas y derechos en mismo fondo del pozo?

Esta nueva primavera árabe, en Túnez, el gran objetivo a derrocar, lamentablemente, trata de una pared más gruesa y hercúlea que el símbolo de poder que era en aquel entonces, la dictadura de Ben Ali, porque tras estos nuevos líderes democráticos, está el FMI y los inversores internacionales que exigen el saneamiento de las cuentas públicas, a costa o sin importar, la hambruna, la miseria y el futuro de los ciudadanos tunecinos.

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