Parece que ya suenan con fuerza las trompetas de la dictadura en los salones dorados de la Casablanca, hoy convertida en el centro del poder populista y del nacionalpopulismo de un planeta que se adentra a la oscuridad y la incertidumbre como consecuencia directa de las desigualdades construidas por el neoliberalismo y permitidas por la socialdemocracia tradicional del mundo que acepto como buenas las consignas de la economía libre e imposibles las luchas por cambiar el mundo de la injusticia global. Vivimos hoy así el inicio de las tempestades y las tormentas que traerán consigo el fin de la política internacional conocida y puede incluso de la Europa unida, esa que hoy puede caer bajo la bota del nuevo fascismo patriótico y de la ultraderecha que el viejo continente cabalga unida impulsada desde la incoherencia pero el lógico apoyo del voto obrero hoy huérfano de ideología socialista y abandonado en los precipicios de su desesperación por quienes proclaman ser progresistas y con sus actos demostraron no ser lo que predicaron.

Trump cabalga así ya con sus jinetes del apocalipsis Le Pen, Petry, Wilders y Salvini perros ansiados de la toma de poder para dar rienda suelta a sus locuras patrias que llenas de xenofobia , odio y conflicto nos adentran en una nueva edad oscura que imprevisibles consecuencias y anunciada en la cumbre de la ultraderecha celebrada en Alemania coincidiendo con la llegada al poder del loco y misógino presidente Trump. Y es que, las puertas fueran dejadas abiertas de par en par para que hoy nuestras peores pesadillas vayan tomando forma, se abrieron cuando el pensamiento neoliberal pensó en llevar el capitalismo hasta sus últimas consecuencias rompiendo los pactos que habían construido la sociedad del bienestar y empobreciendo de esta forma a millones de personas. Pero de igual forma, se abrieron con la falta de contestación directa y eficaz de un socialismo global perdido en lo ajeno y en lo irrelevante, un socialismo olvidadizo de su internacionalización y de su propia génesis de utilidad como herramienta al servicio del débil y partido de construcción de riqueza compartida, olvidando al mismo tiempo que las causas del socialismo son las conquistas de las utopías y de los imposibles, de las luchas contra el poder absoluto que como péndulo oscilante busca su llegada a la máxima cota de riqueza a costa del débil. Y ante ello, ante la orfandad del débil el caldo de cultivo del populismo nacionalpopulista en todas sus formas se abrió paso por los pueblos del mundo y las democracias occidentales que hoy palidecen ante el rubor del miedo consecuencia de sus propias acciones e inacciones. En definitiva, sólo desde la construcción de sociedad justas, iguales, libres y de bienestar compartido se podrá poner freno a la locura del odio que hoy avanza por doquier, sólo así y con un socialismo global internacionalista transformador y útil se volverán a ocupar los espacios hoy perdidos de las clases trabajadoras que hoy se sientan cercanas al discurso de la locura disfrazada de esperanza de Trump y sus jinetes del apocalipsis.

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