En un debate plagado de provocaciones hacia la candidata demócrata, el republicano ha conseguido mantenerse vivo. Clinton ha aguantado con altura de miras mientras Trump no ha cesado en sus ataques personales.

El segundo debate presidencial entre el republicano Donald Trump y la demócrata Hillary Clinton ha tenido lugar esta noche (21.00 hora local, 03.00h en España) en San Luis –Misuri-. La expectación generada, sobre todo por lo acontecido durante este fin de semana ha convertido el debate en el más seguido a través de las redes sociales en la historia–generando más de 17 millones de tuits-.

Sentados, sin atriles, los contrincantes contestaron a una serie de preguntas -12- planteadas de manera muy distinta al anterior debate. La primera mitad han sido obtenidas a través de las redes sociales y realizadas por los moderadores Anderson Cooper y Martha Raddatz; la segunda mitad las han planteado votantes indecisos seleccionados por la consultora Gallup. Este tipo de formato, denominado “townhall” en inglés comenzó en la campaña electoral de 1992 de Bill Clinton contra George H. Bush y supuso un gran empujón para la candidatura del demócrata.

El debate ha estado repleto de ataques, amenazas, y según las primeras reacciones ha habido una marcada diferencia entre los candidatos: mientras Trump se lanzaba de todas las maneras posibles contra Hillary Clinton, ésta procuraba aguantar las embestidas y contestar en clave electoral, dando respuestas dirigidas a la ciudadanía y explicando su proyecto político.

El candidato republicano desplegó su estrategia desde los momentos previos al inicio del debate: apareció en una conferencia de prensa previa acompañado de tres mujeres (Kathleen Willey, Juanita Broaddrick y Paula Jones) que acusaron a Bill Clinton de haberlas violado o haberles realizado insinuaciones sexuales años antes. También estuvo presente en el debate Kathy Shelton, la víctima de violación sexual cuyo violador fue defendido por Hillary Clinton cuando ésta ejercía como abogada. Inmediatamente, desde la organización de la campaña de la candidata demócrata se emitió un comunicado donde se manifestaba que Hillary no entraría en el juego que quería plantear Trump y que a pesar de los intentos de despiste por parte del republicano, mantendría el objetivo en los intereses del pueblo norteamericano.

A diferencia del primer debate, en el comienzo, los candidatos ni siquiera se dieron la mano para saludarse.

Los medios norteamericanos han destacado los ataques, los insultos, las interrupciones y las continuas faltas de respeto que han caracterizado el encuentro. Ante las gruesas afirmaciones vertidas, The New York times ha realizado un test para analizar la veracidad de las declaraciones de los candidatos.

La valoración general es que, a pesar de que Hillary Clinton ha sido la favorita por saber mantener la calma, contestar a las preguntas de manera concreta y no olvidar que su mensaje era para el público –y no para Trump-; por su parte, el candidato republicano ha sobrevivido al debate con cierta holgura, teniendo en cuenta la nefasta posición en la que había quedado tras el escándalo de este fin de semana. Su estrategia: el marcaje sin descanso a la demócrata insistiendo en el asunto de los emails de Clinton, llegando incluso a afirmar que, si él estuviera al frente del gobierno de los Estados Unidos, nombraría a un fiscal específico para que lo investigase.

Su rival no ha perdido la oportunidad para responder a los ataques recordando al electorado las declaraciones de Trump sobre los musulmanes, el conflicto en Siria o las cuestiones relativas a la sanidad, haciendo especial hincapié en que los posicionamientos del republicano han servido como campaña para los terroristas, en lugar de abordar el asunto con la responsabilidad que merece: “Miren la propaganda en las páginas web de los terroristas: lo que Donald Trump dice lo utilizan para captar terroristas

Destaca también del debate su parte final, donde ante la tensión vivida, el presentador ha querido plantear una pregunta inesperada: “¿Cuál es la virtud que destacaría de su contrincante?”. Hillary Clinton ha respondido con rapidez: “Sus hijos”. Por su parte, Trump no ha tenido inconveniente en reconocer a su rival su fortaleza: “No se rinde. Me merece un gran respeto. Es una luchadora. Creo que eso es algo muy bueno.”

Un agradable cierre para lo que se ha calificado como un tenso debate.

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