Donald Trump va camino de convertirse en el mayor carcelero de niños de la historia de la humanidad. Según informa la prestigiosa revista Newsweek, de octubre de 2018 a mayo de 2019, un total de 56.278 menores de edad han sido detenidos por entrar en territorio estadounidense de manera ilegal, tal como consta en los informes policiales de las autoridades fronterizas.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP por sus siglas en inglés) revela que el período con mayor afluencia de migrantes a Estados Unidos coincide con los meses entre marzo y mayo. Las autoridades migratorias de Washington también señalan que los arrestos de unidades familiares enteras (más de un miembro) sumaron en ese mismo período un total de 332.981 detenidos.
Por lo que respecta a las personas mayores de edad que fueron arrestadas por entrar en territorio estadounidense sin contar con documentos que prueben una estancia legal en el país, la cifra llegó a 204.248 migrantes en 8 meses.
Hace ahora un año, el secretario general de la ONU, António Guterres, denunció que los niños “no deben ser traumatizados separándolos de sus padres”, en respuesta a la polémica por la separación de menores en la frontera de Estados Unidos y México. “La unidad familiar debe ser preservada”, afirmó Guterres a través de su gabinete de prensa.
El mensaje se sumó al llamamiento realizado por el alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad al Hussein, quien instó a Estados Unidos a “cesar inmediatamente” la separación forzosa de niños migrantes.
“Como cuestión de principio, el secretario general cree que los refugiados y migrantes deben ser tratados siempre con respeto y dignidad, de acuerdo con la legislación internacional existente”, alegó la oficina de Guterres.
El portavoz, que recalcó que el mensaje era “general” y no buscaba señalar a ningún país concreto, reconoció en todo caso que la ONU ha estado siguiendo de cerca la situación en la frontera entre Estados Unidos y México.
2.000 menores separados de sus familias
Las autoridades estadounidenses confirmaron en junio de 2018 que hasta el momento han sido separados de sus familias más de 2.000 menores inmigrantes en la frontera con México. Y aquello ocurrió en un plazo de seis semanas en el marco de la política de “tolerancia cero” en la frontera y contra la inmigración ilegal impulsada por el presidente Trump. Hoy, un año después, esa cifra será todavía más aterradora.
Según el alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, “pensar que un Estado pretenda disuadir a padres (de entrar ilegalmente en el país) al infligir tal abuso con los niños es inadmisible”. Frente a las críticas, la secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kirstjen Nielsen, afirmó entonces que el Gobierno no pediría “disculpas” por la separación de menores, insistiendo en que “las acciones ilegales tienen consecuencias”.
Trump ya ha advertido de que su país no se convertirá en “un campo de inmigrantes”, al compararlo “con lo que está sucediendo en Europa”, e insistió en que un Estado necesita fronteras fuertes.
“Estados Unidos no será un campo de inmigrantes y no será un campo de acogida de refugiados. Lo que está ocurriendo en Europa y otros lugares no lo permitiré, no bajo mi vigilancia”, dijo en un acto en la Casa Blanca. Trump ha insistido en que “un país sin frontera no es un país para nada”.
No opina lo mismo su esposa Melania, que “odia” que separen a los niños de sus padres. Así lo dijo a la agencia Efe la portavoz de la primera dama, Stephanie Grisham: “La señora Trump odia ver a los niños separados de sus familias”. La esposa de Trump “confía en que ambos partidos puedan unirse por fin para lograr una reforma migratoria exitosa”, explicó la portavoz. “Melania cree que tenemos que ser un país que siga todas las leyes, pero también un país que gobierne con corazón”, puntualizó.
