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Trump, El Caribe y Guaidó

“En el curso de ese humillante intercambio en ese encuentro informal con jefes de gobierno del Caribe, el titular de la Casa Blanca, hizo gala de su manejo de EEUU como una especie de súper-empresa privada de espectáculos”

Narciso Isa Conde
Narciso Isa Conde
Revolucionario socialista, político, escritor y ensayista dominicano.
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análisis

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El interés de EEUU por re-colonizar el territorio venezolano y sus enormes riquezas, como parte relevante de un contra-ataque continental que procura empecinadamente erradicar todo vestigio de nueva independencia en Nuestra América, es tan urgente para ese imperio en decadencia, que el Presidente Trump se ideó una nueva modalidad de concretar el soborno a una parte de los gobiernos caribeños, entre ellos al de la República Dominicana: la reunión en su lujoso Club privado de Palm Beach- Florida, conocido como Mar-a- Lago.

El actual presidente estadounidense invitó a su paradisiaca propiedad a los presidentes de República Dominicana, Danilo Medina, y Haití, Jovenel Moïse, y los primeros ministros Hubert A. Minnis, de Bahamas, Andrew Holness, de Jamaica, y Allen Michael Chastanet, de Santa Lucía; y utilizó ese encuentro VIP como una oportunidad para agradecerle a estos dirigentes y pagarle con ofertas de ayuda económica su desconocimiento del gobierno legitimo de Venezuela, su respaldo al pupilo Guaidó y su identificación con el plan de golpe de estado-invasión contra la soberanía de ese país hermano.

En el curso de ese humillante intercambio en ese encuentro informal, el titular de la Casa Blanca, haciendo gala su manejo de EEUU como una especie de súper-empresa privada de espectáculos, se comprometió “a que una delegación de alto nivel de la Corporación de Inversión Privada en el Exterior, el prestamista de desarrollo por excelencia de Estados Unidos, visitaría sus países en los próximos 90 días”.

Antes de aceptar ese trato y ese pago a futuro (con tinte de soborno), estos jefes de Estado, auto-reducidos por la aceptación del chantaje previo a la condición de gobernadores de colonia, ya se habían distanciado de otros miembros de la Comunidad del Caribe, conocida como CARICOM, que se pronunció oficialmente por un diálogo entre el presidente Nicolás Maduro y Guaidó para salir de la crisis, previo rechazo por la mayoría de sus miembros de las infames resoluciones de la Organización de los Estados Americanos-OEA en apoyo al derrocamiento del gobierno constitucional de Venezuela.

EL CASO DANILO-DOMINICANA

Un caso sobresaliente de abyección y oportunismo ha sido el del presidente dominicano Danilo Medina, que luego de beneficiarse en grande del acuerdo Petrocaribe y de coquetear con China Popular, ha terminado en los brazos de Mr Trump, al extremo de comprometerse a lo que sea con tal de recibir la bendición de la Casa Blanca para su reelección.

“Todo lo que sea necesario para ayudar – afirmó Medina una vez concluido ese vergonzoso intercambio-, la República Dominicana está dispuesta a hacerlo, para devolver al pueblo de Venezuela la vuelta a su proceso democrático y en paz”

“De hecho –agregó- Estados Unidos es nuestro principal socio económico y estamos aquí para tratar los problemas de la región y en la mejor disposición de colaborar y ayudar”

Al significado de lo dicho, habría que agregarle que las presiones recibidas luego de la ruptura de relaciones de RD con Taiwan y el establecimiento de relaciones diplomáticas con la República Popular China, como también por la ambigüedad de sus anteriores posiciones respecto a Venezuela, han sido sumamente efectivas, dadas esa exhibición de convicciones colonialistas, adhesión al neoliberalismo y pragmatismo pro-imperialista.

Al voto en la OEA contra la Venezuela bolivariana, se le agregó un notorio bajón del perfil inicial de la cooperación con China Popular, el ascenso de su gobierno al Consejo de Seguridad de la ONU de la mano de EEUU y del Grupo Lima, el uso del territorio nacional por el Comando Sur del Pentágono para ejercicios militares de cara al intervencionismo en Venezuela (denunciado por Cuba) y el respaldo en curso a un voraz programa minero de las transnacionales canadienses-estadounidenses Barrick Gold (vinculada al familia Bush y a la extrema derecha norteamericana), Gold Quest, Uni-Gold, Dominican Gold, Everton y otras.

La profundización del entreguismo gubernamental guarda también relación con la competencia que en ese plano le despliega el principal partido de la oposición electoralista, el denominado Partido Revolucionario Moderno-PRM, heredero de la degradación de Partido Revolucionario Dominicano-PRD, quien se muestra más radical aun en el respaldo a Guaidó y a los designios de Trump respecto a Venezuela.

COMPENSACIONES AL LACAYISMO

Es obvia ahora la complacencia de Trump respecto al giro de Medina, dejando a un lado presiones circunstanciales alrededor de la corrupción que arropa al gobierno dominicano e incluso su devenir en una asociación delictiva y antidemocrática estatal-privada. El primero en ser llamado al Club de Trump y el más acariciado por sus medios.

A esa complacencia se suma el espaldarazo del principal grupo económico del país, estrechamente articulado a la extrema derecha política y económica de EEUU: el GRUPO VICINI, expresado concomitantemente en términos de apoyo de uno de sus portavoces a la reelección del presidente Medina.

Estas son las primeras señales de un posible designio coyuntural de la Administración Trump y los magnates criollos más afines, que a su vez podría influir sobre otros de igual catadura.

Oficialismo reeleccionista y oposición interna (encabezada por el ex–presidente Leonel Fernández) y externa (por el PRM y aliados) -todos cáscaras podridas de un mismo palo- están enfrascados en una espuria disputa por el favor de los poderosos de aquí y de ultramar, en la que Danilo Medina luce con ventajas en cuanto al respaldo del GRUPO VICINI y de Mr. Trump, al entregarle desde el gobierno una gran tajada del patrimonio nacional y al sumarse al intervencionismo contra la soberanía de Venezuela y Nuestra América.

En tal contexto vale reforzar las luchas frontales contra una estrategia que procura endurecer la recolonización a cargo de un capitalismo transnacional y local cada vez más gansterizado y desfachatado, y de una partidocracia subordinada a sus decisiones anti-populares y antinacionales.

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