Métetelo en la cabeza

Tu cefalea no es peligrosa, siempre que se trate de una cefalea común. La común la sufre diariamente cerca del 3% de la población española, mientras que un 70% acude al médico por cefaleas eventuales o crónicas. Sin embargo, si tu cefalea fuera muy intensa o no fuera común que usted sufriera cefalea, entonces sí que debería de acudir al médico, ya que un dolor de cabeza puede ser el síntoma más banal o el indicio de una enfermedad gravísima.

Por qué sufro cefaleas a diario 

Existen muchas circunstancias que te pueden producir esa sensación desagradable de punzaduras y presiones en nuca o sienes, que a veces se extienden hacia los ojos, cuello, oído o hombros. Estas son las principales. ¿Te identificas con alguna?

–Tener una enfermedad que cause fiebre, como gripe, infecciones, trastornos inflamatorios, coágulos de sangre, algunos medicamentos (ciertos antibióticos, antihistamínicos y anticonvulsivos), padecer una insolación, un golpe de calor, una anemia…

–Estrés y ansiedad.

–Tensión muscular.

–Deshidratación.

–Jornada laboral extenuante.

–Experimentar una emoción intensa (susto, enojo).

–Consumo excesivo de alcohol, tabaco, café y chocolate.

–Dormir mal.

–Presión arterial alta.

–Ruido y contaminación ambiental.

Heridas en la cabeza (conmoción cerebral, traumatismo craneoencefálico)

Dolor de cabeza por presión externa (por ejemplo, por la utilización de un casco estrecho), efecto de la tracción (cola de caballo tirante) o sin causa aparente (dolor de cabeza idiopático).

Qué tengo, ¿cefaleas o migrañas?

En principio, los médicos distinguen entre el dolor de cabeza primario y secundario. El primario es aquel dolor independiente de otro problema de salud. Aquí se encuentran las cefaleas tensionales, las cefaleas en racimo y la migraña. El secundario es el que aparece como consecuencia de otra enfermedad (gripe, hipertensión, resaca alcohólica, cambios meteorológicos, etc.).

Cefalea por tensión. Es la más frecuente. De hecho la padece el 90% de las personas con dolor de cabeza. Más las mujeres que los hombres. Más los ancianos que los jóvenes. Sus causas son el estrés, la ansiedad, las preocupaciones, los trastornos del sueño, la hipertensión y el consumo de analgésicos.

Migraña. La padece del 10 al 20% de la población adulta, es hereditaria y para toda la vida. Se caracteriza por un dolor taladrante que se inicia en un ojo o la sien, y de ahí se va extendiendo a todo el cráneo. Puede ir acompañado de vómito, sensibilidad a la luz, cambios de ánimo, depresión, fatiga, estreñimiento o diarrea. Dura varias horas o incluso días. Una hora antes de presentarse, el paciente ya comienza a tener síntomas como mareos, sensibilidad a la luz, etc.

Cefalea en racimo. Menos común que la migraña, pero más grave. El dolor es intenso, intermitente y se siente en un lado de la cabeza. Sus síntomas son la hinchazón del párpado, el escurrimiento nasal y el lagrimeo. Puede producirse por el consumo de alcohol o falta de oxígeno.

Trucos para prevenirlas

Protege tus ojos del sol, los cambios bruscos de luz y las luces intermitentes. Use gafas oscuras, modera el brillo de su ordenador, televisor y móvil. Pinta las paredes de tu hogar con colores pasteles. Aprovecha los momentos de relax para cerrar los ojos.

–Toma una dieta equilibrada.

Evita los aditivos, conservantes (tiramina, nitratos, nitritos, glutamato monosódico, etc., presentes en los embutidos y comidas preparadas) así como el chocolate, alcohol y edulcorantes artificiales.

–Come alimentos ricos en magnesio, calcio, vitamina B2 (riboflavina) y vitamina C.

Desayuna como un reloj. Rápido y a la misma hora. Demorarse y comer a diferente hora disminuye los niveles de azúcar en sangre (hipoglucemia).

–Huye de las comidas abundantes, grasientas o muy aliñadas, ya que el páncreas liberará insulina de manera repentina, produciendo otras sustancias (triptófanos y serotonina), cuya concentración puede desencadenar migrañas.

Toma 6-8 vasos de agua diarios.

–Nada de insomnio. El cansancio y la falta de sueño traen, con frecuencia, dolores de cabeza.

Masajes, baños antiestrés, ejercicio moderado.

Modera el volumen de tu entorno.

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