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Reformas

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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Lo triste de la sensación de asco que produce la situación política actual en España, el mundo, el Universo, es la especie cada vez más extendida de que sólo puede terminar mal, la oye uno por todas partes y es peligrosa porque si la asumimos terminará siendo así.

A mí esta gran estafa me recuerda a los trileros, los notas ésos de la bolita que engañaban a los incautos que creían saber dónde estaba la susodicha después de sus tejemanejes… pero no olvidemos al compinche, al confabulado que hacía de gancho para que las víctimas potenciales vieran cómo se podía ganar dinero con facilidad… y no olvidemos que en estas estafas el estafado se inicia como estafador en la intención, como en la estampita: quedarse con el tonto te lleva a ser el tonto con el que se han quedado.

Conste que hablo de estafa pero no preveo otra alternativa que una limpia a fondo de lo que hay, no fantaseo con entelequias sino con reformas, cuando tenemos un mal grave podríamos imaginar qué hubiera sido sin él o ser otro o tener otro cuerpo… pero la única realidad inminente es la necesidad de curar el mal que tenemos hoy, ahora, porque la consecuencia es el dolor o la muerte.

Miremos la panoplia de políticos que han sucedido generacionalmente a los herederos de la Transición y ninguno ha tenido jamás un trabajo que le permita la tranquilidad de retirarse honradamente de la política. Eso es terrorífico porque les lleva a considerar lo Público como una forma de vida, como un juego adictivo que les permite un éxito (cada cual en su nivel) que jamás les daría el mérito personal o una larga carrera profesional. Luchar contra esto es difícil si no lo regulamos legalmente, son los especialistas del “digodiego”, pactan con quien sea y no tenemos posibilidad de conocer dónde está la bolita porque quien lo sabía participa también del embuste. Rehúsan las ideas en favor de la negociación, pero no con debate sino con la mercantilización de las posiciones: mercadean para situar su imagen pública… jamás les concierne el bien común, manchan la expresión cuando la nombran. Por eso evitan fotos pero firman con quien sea, todas, todos, sin excepción.

Realidad: el déficit público va camino de la ruina sin solución, la Educación y la Sanidad se desintegran, los transportes públicos se desestructuran en favor de los negocios y el turismo (verdadero cáncer de nuestras sociedades), las ciudades se gentrifican y se convierten en parques temáticos rodeados de barriadas periféricas para asalariados de subsistencia en situación de semiesclavitud, regímenes dictatoriales como China (de facto) o Rusia (de paripé) controlan el planeta entero… y estos farsantes trileros nos mueven la bolita del conchabamiento para publicar en Boletines Oficiales casi siempre, sin generalizar en absoluto, repercutiendo en sus bolsillos corruptos… Mienten cada vez que hablan, te miran conscientes de sus falsedades y les da igual porque es su trabajo.

Hay que despertar del sueño paleto (y golfo, autocrítica) de creer que el tonto nos va a dar algo, porque es al revés: los tontainas se están quedando todo. El planeta se va a la mierda, éste es un buen resumen. Vienen elecciones por un tubo, la bolita se mueve sobre la mesa pero no deberíamos levantar la cáscara de media nuez que nos la oculta sino patear el tablero. La tesitura es difícil pero de posible solución. Hay que alejarse del populismo, que no es más que anteponer las ideas populares a la gestión para transmitir la sensación de que basta hablar, nombrarlas para hallar las soluciones; dígase esto de la mayor parte de los partidos en liza, pero muy especialmente de aquéllos que lejos de la Razón y el conocimiento anteponen el prejuicio, el preconcepto, es decir: ésos que aparentan hablar de una cosa y que, cuando tomamos sus términos redefinidos como quieren con su neolengua, resultan estar hablando de otra: la demagogia en sentido lato (especialmente estos caballeretes reconquistadores que están arrastrando a la derecha española al abismo fascista).

Pido, como ciudadano preocupado que no tiene vocación de cargo en política, que algún partido plantee de nuevo las reformas necesarias y valientes y pragmáticas que nos permitan despegar de la inmundicia que vivimos, empezando por el núcleo del tumor: el sistema electoral y la profesionalización en los cargos. Y reformas laborales que devuelvan la dignidad a quienes viven del salario, una inversión pública diseñada para el beneficio de la mayoría, un reforzamiento de la Sanidad y la dignificación de la docencia como tronco del desarrollo del pensamiento crítico, y ahorro y recortes, sí, recortes en todo lo superfluo que es lo que cualquiera haría si su nivel de endeudamiento superara a sus ingresos (quien quiera fiestas que se las pague y se acabó la propaganda personal del protocolo: a trabajar con horario). La economía no se arregla calentándola más, sino enfriándola: no es arruinar sino replantear el papel de las partes, la balanza ahora pesa más del lado de quienes invierten y recogen réditos… debe seguir así pero los Estados deben también parar de propiciar y justificar esta injusticia y, poco a poco, reequilibrar la distribución de la riqueza, lentamente, sin sobresaltos pero con objetivos claros y a la larga.

Pido para votar, por favor, quizá estemos a tiempo, un partido valiente, un partido político que reforme, no una camarilla de trileros mareando la bola con la que nos van a dar por culo.

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