Foto: @escritoraviajera

La primera lección que aprendimos este año en Tomavistas (nuestra segunda parada en el ciclo Diario de 16 Festivales) es que nunca puedes fiarte de las predicciones meteorológicas. Se suponía que había llovido todo lo que tenía que llover en Madrid durante la mañana, y que ya como mucho chispearía un poco, pero el chaparrón que cayó la tarde del viernes durante el concierto de Él Mató a un Policía Motorizado fue brutal. Fue difícil disfrutar así de los argentinos, que se defendieron como pudieron para acabar su concierto en estas circunstancias. Peor fue lo de Iseo & Dodosound, que directamente cancelaron como consecuencia de la lluvia.

Por suerte, aunque la lluvia fue intensa también fue breve, y el sol salió a tiempo para Superchunk. Arrancaron con una de sus mejores canciones, ‘Hyper Enough’, y armaron un setlist muy equilibrado repasando toda su larga carrera, con un buen puñado de temas del nuevo (y muy decente) álbum. Son veteranos pero siguen mostrando un gran poderío, y su rock tirando a punk invitaba a los pogos, especialmente cuando cerraron con su clásico ‘Slack Motherfucker’. Entre este gran concierto y que mi compañero Julio llegó con una bendita camisa seca de repuesto (tenía completamente empapada la que había traído yo), se me pasó muy rápido el mal trago de la lluvia y pude empezar a disfrutar del festival al 100%.

Llegamos a Belako, uno de nuestros grupos nacionales favoritos, con el concierto ya empezado, y aquí aprovecho para lanzar una pequeña crítica constructiva a la organización. Es normal que cuando en un festival hay varios escenarios haya que escoger entre ver un grupo y otro, pero no tiene mucho sentido que en uno con sólo dos escenarios (la cabina de los DJ ni siquiera cuenta como tal) las bandas se pisen unas a otras constantemente. La mayoría de veces, cuando un concierto acababa en un escenario, el siguiente ya había comenzado en el otro, o empezaba inmediatamente en ese momento. Teniendo en cuenta que había un buen camino de una punta a otra del recinto, esto nos forzó a renunciar a muchos principios y finales de conciertos. Sería preferible que hubiese al menos 5 o 10 minutos de margen entre todos ellos.

Lo que vimos de Belako nos gustó, como siempre. Cada vez están más consolidados como una de las grandes bandas de nuestro país, gracias a la enérgica actitud de sus cuatro miembros y al poderío de sus canciones, que funcionan muy bien en directo. A continuación tocaba el cabeza de cartel de la jornada, Ride, que con su nuevo disco han demostrado que pueden seguir haciéndolo igual de bien que hace más de veinte años. Son capaces de equilibrar el ‘shoegaze’ que les catapultó y un rock más estándar pero también exquisito con una maestría de la que pocas bandas pueden presumir. Aunque su set en este festival fue más corto de lo habitual (en el último BIME tocaron más canciones), no faltaron grandes clásicos como ‘Vapour Trail’ y ‘Drive Blind’, ni temas tan convincentes del nuevo álbum como ‘Lannoy Point’, con el cual abrieron. Por cierto, acaba de anunciarse por sorpresa que Ride estarán esta semana en el Hidden Stage del Primavera Sound (Barcelona), así que habrá otra oportunidad para disfrutar de ellos.

Django Django era la otra gran atracción internacional, y llegó en buen momento: ya pasada la medianoche, para bailar un poco al son de su art rock con elementos electrónicos. En cuanto a los gallegos Novedades Carminha, empezaron su carrera haciendo una especie de punk pero se han vuelto demasiado blandos y facilones para nuestro gusto, por mucho que sigan versioneando a Los Saicos. Aún tienen algunos momentos divertidos, pero poco más. Lo que sí fue un estallido de diversión fue La Casa Azul, que cerraron la jornada en un ambiente festivo en el que su pop desenfadado sonó de maravilla.

En la jornada del sábado había conciertos interesantes desde la mañana, aunque los que de verdad nos interesaban empezaban a partir de las 8 de la tarde, comenzando por El Columpio Asesino. Su actuación fue prácticamente idéntica a la que les vimos dar tres semanas antes en el festival WARM UP de Murcia, y aun así fue todo un placer volver a presenciar rock de tanta calidad, en el que los sintetizadores y todo tipo de elementos especiales lo convierten en algo mágico.

Con el listón ya muy alto, Perro supieron estar a la altura de las circunstancias. Competían con un rival muy poderoso, el fútbol, y aun así atrajeron a un gran número de personas que lo pasaron en grande saltando sin parar y haciendo constantes pogos. No era para menos, pues el ‘post-pop-punk ruidoso’ (como ellos mismos han llegado a definir su sonido) que ofrecen sobre el escenario es de lo mejorcito que tenemos en España ahora mismo. A lo largo de sus conciertos, los cuatro miembros van rotando sus instrumentos, y en esta ocasión hubo anécdota: por algún motivo vinieron sin bajo y tuvieron un problema con una cuerda del que les había prestado Kokoshca, así que Pony Bravo les entregó el suyo rápidamente entre bambalinas. Cuando lo relataron, pensé que el bajo de Pony Bravo sí que era garantía de que les iba a funcionar perfectamente, y así fue. Mientras, una gran pantalla mostraba frikadas de todo tipo: videojuegos antiguos, imágenes de Rick y Morty y de Los Simpson, políticos del PP y Ciudadanos caricaturizados con caretas de perro, etc. También aprovecharon dicha pantalla para reivindicar el mensaje de ‘Murcia Soterrada’, en favor del soterramiento del AVE en su paso por la ciudad de la banda. Uno de los integrantes exclamó una consigna habitual en las manifestaciones murcianas por el soterramiento, aunque desvirtuada: “El tren por arriba, yo por abajo” (debería ser al revés). Aún no tenemos claro si se hizo un lío o si lo dijo así a propósito para trolear. También llamó la atención el mensaje de ‘Odio eterno al fútbol moderno’ en el momento de tocar ‘Marlotina’, tema en el que homenajean a exjugadores como Karpin y Finidi, una oda nostálgica al fútbol mientras en ese momento se estaba jugando la final de la Champions League.

Los cabezas de cartel, los profetas del ‘noise’ The Jesus and Mary Chain, cumplieron gracias a un sonido excelente, la buena voz que mantiene su cantante y un repertorio cargado de temazos. Los hermanos Reid se vieron muy bien complementados por los estupendos músicos que completan la actual formación de la banda, con quienes recuperaron clásicos del calibre de ‘Just Like Honey” y ‘Some Candy Talking’ y presentaron por segunda vez al público madrileño (tras su paso por La Riviera el año pasado) canciones de su nuevo disco como ‘Amputation’. Una propuesta similar en muchos sentidos a la de Ride del día anterior, pero aún más ruidosa (en el buen sentido).

Mientras Jesus and Mary Chain acababan su última canción, me eché un sprint hasta el siguiente escenario para llegar a tiempo a Pony Bravo, que ya empezaban con su inolvidable ‘Noche de Setas’. El regreso a la actividad de los sevillanos es una grandísima noticia, y en Tomavistas volvimos a disfrutar de su rock andaluz psicodélico. Tocaron todas nuestras favoritas: ‘El Político Neoliberal’, ‘Eurovegas’, ‘La Rave de Dios’, ‘Mi DNI’, etc., junto a un par nuevas.

Y aún faltaba el grupo español más importante de esta edición: Los Planetas. Fue una celebración del ‘indie rock’ patrio, con unos Planetas en estado de gracia tras la buena recepción de su nuevo álbum. Canciones de este disco como ‘Islamabad’ y ‘Hierro y níquel’ encajaron muy bien en un set en el que tampoco faltaron muchos de sus clásicos, cantados a pleno pulmón por el público: ‘Santos que yo te pinte’, ‘Un buen día’, ‘Segundo premio’, etc. La Bien Querida, que había actuado también ese día muy temprano en el festival, subió al escenario para prestar una vez más su voz a la preciosa “No sé cómo te atreves”. Más anecdótica fue la posterior aparición de Soleá Morente, que hizo poco más que dar palmas. El concierto acabó con el maravilloso estruendo ‘noise’ de “De viaje”.

Hemos querido comentar los conciertos más relevantes y los que más nos han gustado, porque si hubiese que hablar de todos esto se haría eterno. La programación de ambas jornadas estuvo a un gran nivel, aunque nos quedamos con la del segundo día sin dudarlo. Nos encanta cómo elige Tomavistas sus carteles, y cada año que pasa lo hacen con más personalidad y buen gusto, ya consolidados en un espacio reducido pero encantador como es el Parque Enrique Tierno Galván. Ojalá mantengan esta línea artística en próximas ediciones.

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