Intriga y enredos en la Niza glamurosa de los años 60, aderezados con el humor y la sátira que el autor de Cabaret Biarritz, con la que ganó el Nadal en 2015, insufla a sus narraciones. Así es Celeste 65, una chisporroteante novela de José C. Vales donde se da cuenta de las andanzas de un atípico y apocado entomólogo británico, que da con sus huesos en el mítico hotel Negresco de Niza cuando la alta sociedad del momento hacía de las suyas entre martinis y risas falsas.


 

De glamur en glamur. De Biarritz a Niza. ¿De dónde le viene esa predilección por estas ciudades?

La elección del glamur y la diversión deriva de lo mucho que detesto la actual retórica del fracaso, el dolor de cartón piedra o el sufrimiento fingido. Por otra parte, dado que ni España ni nuestro tiempo me interesan mucho, escojo lugares y épocas que, en mi opinión, tengan algo que ofrecer.

 

¿Qué hace un entomólogo de vida gris como es el protagonista de Celeste 65 en la Niza de máximo esplendor de los 60?

Comete un grave error en su ciudad y se ve obligado a huir. Creo que no le importaba mucho dónde ir, pero el destino le tiene reservada una amistad maravillosa con Celeste y una acción heroica… bueno, casi heroica.

“Elijo el glamur por lo mucho que detesto el dolor de cartón piedra”

 

Y Celeste… ¿Quién es, cómo es?

Celeste es la encarnación de la vida… y de la muerte. Es la que le proporciona al protagonista una idea aproximada de lo que podría ser una verdadera existencia feliz. Hay personas que consiguen que la existencia tenga al menos apariencia de verdadera vida.

 

El tono satírico y el humor no lo abandonan nunca. ¿Son condimentos imprescindibles de su literatura?

La comedia, la sátira o la ironía consisten en dar bofetadas con elegancia y distinción. La risa boba no me interesa nada y no tiene nada que ver con la literatura. Una sonrisa maliciosa es mil veces mejor.

 

¿Qué puntos de conexión tienen su anterior Cabaret Biarritz con esta Celeste 65?

La Europa de los años veinte y la Europa de los sesenta tienen en común una revolución social y vital: la sociedad joven, en ambos casos, se impone sobre los corsés tradicionales y eso me importa mucho. Desde otro punto de vista, creo que en Celeste hay más Arnold Bennett, más Anthony Trollope, más Beatles y más hermanos Coen.

“Celeste es la encarnación de la vida… y de la muerte”

 

¿Hasta qué punto fue aquel Hotel Negresco el ‘circo’ donde se podían ver las mejores ‘atracciones de feria’ de la época?

El circo… el teatro… Es una idea atractiva y clásica. Niza era un circo porque tenía más iluminación, pero el teatro y las marionetas se representaban en todas partes, y en la España de los años 60, por ejemplo, con mucho talento.

 

¿Se necesita tener mucho valor para moverse con soltura en los mimbres de la comedia?

La literatura con humor no es una rareza, sino una característica de la literatura española: el autor del Lazarillo, Cervantes, Quevedo o Larra, por poner solo unos ejemplos, conforman nuestra historia literaria. Y en todos el humor es esencial. Otros autores europeos, como Austen, Dickens o Chesterton, también ayudan mucho.

 

Al fin y al cabo, su novela trata sobre la felicidad, ¿no? ¿Ofrece la vida esta posibilidad o es una entelequia?

Creo que mi novela trata sobre la incapacidad para comprender el mundo y la idea de mundo como caos inaprensible. Esos son mis temas favoritos, aderezados con humor. El tema de la felicidad se lo dejaremos a Séneca.

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