Estaba con el nieto de Pepe Patas, tomando algo en el Alitas, cuando tres jambos se nos acercaron. “¿Queréis champules?”, nos preguntaron apresurados después de la carrera que se habían echado desde el Carrefour, y José Carlos, que así se llama, apenas tuvo tiempo de contestar porque la Gema, así con su artículo mayestático, les gritó desde sus mayúsculas plataformas: “Gilipollas, iros por ahí, que como lleguen los calimeros me crujen”. Todo uno y aparecer una lechera aullando por la calle de al lado, donde los Yoyos, y largarse cada uno por un lado.
-Uy, los choros, que hoy terminan en chiqueros… pues, se está quedando una tarde muy buena.
El Patas chico había venido al barrio a traerme un libro de José Saramago que le había prestado, Ensayo sobre la lucidez, y el pobre estaba un poco agobiado por el calor. “Me gustó eso de ‘Es hora de aullar porque, si nos dejamos llevar por los poderes que nos gobiernan y no hacemos nada para contrarrestarlos, se puede decir que nos merecemos lo que tenemos’”. “¿A quién no? -le dije- Saramago era (y es) Dios”.
Un sorbo del refresco para refrescar la tarde, unas risas con Peter y Mónica, y vuelta a disfrutar de otro día más en el barrio.
-Hoy han pedido un Corpus Cristi y hemos estado liados toda la tarde.
-Pensaba que con lo de las Ordenanzas tenías bastante.
-Bueno, mejor eso que dar vueltas todo el tiempo sin que salga nada. Por cierto, eso no era una lechera.
-¿Sí? Bueno… en fin, el cuento es mío y lo cuento como quiero.
-Bueno, con esa lógica… ¿por dónde íbamos?
-¡Ah, sí! Que habrá que seguir con los tiliches y cachivaches, pero ahora con taraletes, los taraletes del Alitas.
-¿Taraletes?
-Sí… chunches, historias, cuentos sin importancia… que ha llegado el verano y no es imprescindible hablar con diminutivos: playita, cervecita, tortillita, filetito, bañito, paseíto…
-No nos pongamos pesimistas… Dios protege la inocencia.
-Uy, no sé yo. ¿La delincuencia en España son cuentos sin importancia?
La de informes de peleas, hurtos, robos y homicidios que ha visto el amigo; la de trileros, estafadores, carteristas y politicuchos de provincias con que ha lidiado el nieto de Pepe Patas. “Delinquir en este país sale muy barato. Puedes hurtarle la cartera o el móvil a un turista y si te pillan, lo más seguro es que no pises ni la comisaría. Si le robas la paga a un jubilado en un cajero automático y te cogen, seguramente no pases más de uno o dos días en un calabozo. Si cometes un homicidio, pueden caerte de diez a quince años, pero con los permisos no estarás más de ocho”.
Cualquiera diría que en España no se castiga el delito o, por prurito del idioma, se anima un poquito a ver si la suerte está de cara.
-¿Y esto qué es?
-La foto no recuerdo si era de Totana o de alguna pedanía de Origüela, así con ge y con diéresis, pero su ‘AVISO A LADRONES’ es de lo mejor del derecho en este país que nos cupo en suerte.
-¡Berlanga no inventó nada!
Me quedé sin palabras y así mismo se lo comparto a todos ustedes para que cada uno llegue a sus conclusiones.
San José Saramago, que estás en los Cielos, apiádate de este pobre mortal, cuida del Patas y aullemos por tus taraletes.
