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Tabú

Antonio Guerrero
Antonio Guerrero
Antonio Guerrero colecciona miradas, entre otras cosas. Prefiere las miradas zurdas antes que las diestras. Nació en Huelva en 1971 y reside en Almería. Estudió relaciones laborales y la licenciatura de Filosofía.
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análisis

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 ETIMOLÓGICAMENTE la palabra que encabeza el articulo, de origen hawaiano y tahitiano y adaptadas al francés, inglés y danés, designaba un elemento mágico y religioso sobre el que recaían sanciones morales en el caso de ofensa. En el proceso transculturizador la palabra adquirió el sentido de censura en las conductas y creencias moralmente inaceptables por un grupo humano, no solo en el terreno religioso sino en todas las dimensiones sociales. Hoy día es la prohibición a lo extraño y a lo que atente contra el canon social aprobado.

Toda agresión a lo establecido supone una falta grave a la sociedad, incluso un delito. Y tal veda o restricción social lo es en muchos casos: en el de las relaciones humanas, en el uso de ciertas palabras que han derivado a la cultura de los eufemismos, pero sobre todo en las referencias sexuales y las supersticiones. No obstante, desde un tiempo a esta parte se le ha dado un nuevo sentido al concepto tabú.

La ristra de reivindicaciones sociales que han generado cambios sociales y legales palpables (apropiadamente) han creado una cultura de revanchismos donde la guerra por el estatus tiene demasiada razón de ser. Y tal es así que las reivindicaciones se han convertido en estereotipos, lugares comunes, y sobre todo tabúes. Hoy por hoy no se permite cuestionar ciertas contextos y si se cuestionan aparecen sanciones morales radicalizadas. Siendo este el país de la doble moral por excelencia no resulta nada extraño que aquello que antes era un tabú ahora no lo sea y la nueva cultura resultante haya convertido en tabú y hasta haya criminalizado las actitudes contrarias a la suya con el mismo énfasis que sus antecesores.

Lo cierto es que hay temas de los que no se puede hablar; en las tertulias no se pueden pronunciar ciertas palabras porque existen personas estereotipadas y radicalizadas que sancionan lo opuesto de forma vehemente y acusan de forma ofensiva a los que solo aspiran a ser respetados por posturas moderadas. ¿Que tienen de malo los tonos grises y las posturas intermedias? Sin duda, sus actitudes siguen la máxima de Voltaire: «Proclamo en voz alta la libertad del pensamiento y muera el que no piense como yo». En este país de doble moral están apareciendo de forma muy peligrosa unos tabues nada saludables que están acabando con el llamado librepensamiento y que están poniendo en entredicho la libertad de expresión.

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