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Susana Guerrero, una superviviente de la violencia machista que ahora sobrevive a la justicia

La Fiscalía de Talavera de la Reina pidió en el año 2016 dos años de cárcel para Susana por presunta denuncia falsa de abusos sexuales a su hija y ahora la han absuelto

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análisis

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Susana Guerrero tiene 30 años, es de Talavera de la Reina y madre de Naiara, una niña de 12 años que ha sufrido abusos sexuales por parte de su padre biológico. Él, además de ser un maltratador y un depredador sexual, es el padre de biológico de Naiara porque antes, maltrató y abusó sexualmente de Susana Guerrero.

Su apellido no podía ser más preciso, porque le ha tocado ser una guerrera y, ahora, se puede definir como una superviviente. Ha sobrevivido no sólo a la injusticia que este pederasta le condenó a vivir cuando ella era menor, también sobrevive a una justicia que, en ocasiones, no hace gala del término ‘justicia’.

La Fiscalía de Talavera de la Reina pidió en el año 2016 dos años de cárcel para Susana por presunta denuncia falsa de abusos sexuales a su hija. Después de un calvario, la talaverana, que agradece el buen trato de la jueza y el apoyo de su abogado Juan Ramón Peris, así como el de los colectivos y organizaciones feministas, ha sido absuelta de los delitos de los que se la acusaban.

El caso de Susana Guerrero pide a gritos que nos paremos a analizar el sistema judicial y, sobre todo, a cuestionar el sistema de menores en España.

En una entrevista concedida a Diario16 declara que lo que su maltratador le hizo vivir lo tiene “bastante superado, igual lo que no supero es lo que le ha hecho a mi hija” y siente que “ese Juzgado me ha maltratado mucho”. A medida que Susana relata sus vivencias, las interrogaciones y exclamaciones que rodean su historia aumentan e incrementan hasta llegar a la actualidad.

Susana viene de “una familia desestructurada” y con 12 años conoció en la calle a un matrimonio que le abrió las puertas de su casa. Ella se sentía sola y la opción que ese hombre de 34 años y su pareja le proponían, podía ser su oportunidad de tener nuevamente una familia. No fue así, lo que le pasó es que ese “matrimonio intentó adoptarme y lo que hicieron fue violarme continuadamente durante un montón de años”. En ese momento, ella no era consciente de lo que estaba viviendo “tenía un síndrome de Estocolmo fortísimo y no supe que lo que ese señor con la complicidad de su pareja habían hecho era abusar sexualmente de mí hasta que mi hija me contó por primera vez lo que ahora le estaban haciendo a ella”.

En el año 2008, su agresor fue condenado por violencia de género aunque lo gramaticalmente correcto habría sido condenarlo por violencia machista. “El fue a prisión por mis agresiones sexuales porque había informes. Yo jamás denuncié, fue la policía la que lo hizo. Lo sorprendente es que a los pocos meses él estaba en libertad y, a pesar de tener una orden de alejamiento, me secuestraba de los centros y de hecho, mis desapariciones cuando era menor, llegaron a salir en prensa.”

Cabe destacar que se demostró que este individuo había abusado sexualmente y maltratado a Susana Guerrero y, que a pesar de estar en un centro de menores y tener una orden de alejamiento, su maltratador pudo contactar con la menor sin ningún tipo de limitaciones.

Además de haber sido víctima, ha sido cuestionada por el mero hecho de ser una superviviente. “La gente en vez de cuestionarlo a él, me cuestiona a mi”.

Acostumbrada a que le pregunten que por qué se iba con él y accedía a subirse a su coche, Susana no entiende cómo no le preguntan a él “por qué me violaba y abusaba de mi cuando él tenía 35 años y yo 13”.

Resulta llamativo que después de haber sido puesto en libertad, Susana Guerrero se quede embarazada y legalmente su violador tenga algún tipo de derecho sobre su hija. Esta permisividad ha provocado otra víctima de violencia machista: su hija Naiara. “Igual es que el sistema no está acostumbrado a ver víctimas que son víctimas, sino que son supervivientes”.

Tampoco se entiende que cuando se acuse a un demostrado maltratador de estar abusando de otra víctima, se cuestione antes a la víctima que al maltratador. “Yo no creo que el Juzgado en ningún momento lo haya puesto en duda, ellos saben quién es él, saben lo que hizo conmigo. Creo que en verdad lo que el Juzgado ha hecho conmigo durante tantísimos años de lucha ha sido protegerse ellos mismos de lo que han hecho conmigo”.

Ahora da las gracias de que “después de siete años de tortura he logrado que una Jueza escuche a mi hija, y mi hija se haya podido sentar en la sala y decir: a mí esto me ha pasado”. Susana está segura de que la han absuelto gracias a la declaración de su hija y que si su hija no declara “estoy vendida y me voy a la cárcel y el depredador en la calle”.

 

Sin embargo, aún le queda otra batalla más que ganar. Ella decidió salvar a su hija y no permitir que su maltratador volviera a tocar a su niña. Por ello, “llevo cuatro años incumpliendo el régimen y el 26 de julio la misma jueza que acaba de absolverme, me juzgara por ello”. Legalmente ha incumplido al no dejar que su hija esté en manos del hombre que abuso de ella durante largos años, pero realmente “no he incumplido yo a mi hija la he protegido” sentencia Susana.

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