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Soy tan feminista (como tú) y defiendo los derechos de las prostitutas, la gestación subrogada (y que no se expulse a nadie de una manifestación)

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análisis

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Ayer las calles se llenaron de mujeres y hombres que reivindicamos la igualdad de derechos entre nosotros. El fin de la violencia, de los abusos sexuales, de la discriminación de cualquier tipo por cuestión de género. Era el día de la mujer trabajadora, pero también se reivindicaron derechos y libertades que, en definitiva nos afectan a todos.

Acudí a la manifestación con mi pareja y con mis hijos (un niño y una niña). Personalmente fue una experiencia enriquecedora explicarle a nuestros peques (que son muy peques) qué es una manifestación, por qué la gente se reúne y camina por la calle gritando, bailando, con tambores, carteles y banderas. Lo entendieron perfectamente, en términos generales.

Al mayor (que ahora tiene 5 años) pude explicarle un poco más de qué iban nuestras reivindicaciones. Se sorprendía porque para él, niños y niñas son iguales, papá y mamá hacen las mismas cosas, él y su hermana también viven bajo criterios de igualdad. Pero cuando su padre y yo fuimos explicándole algunas cosas, entendía que protestásemos.

Lo que no entendía mi hijo eran algunos «cantos», algunos mensajes que ayer se gritaban en la manifestación. Y tenía toda la razón porque yo tampoco los entiendo, ni los comparto, ni me gustan.

«La brecha en tu cabeza y no en mi salario» fue uno de los eslóganes que se gritaron y que yo intenté que mis peques no escuchasen. Pero mi hijo el mayor lo escuchó perfectamente y me preguntó: en primer lugar qué era una brecha, y después por qué esas señoras querían que alguien tuviera una brecha en la cabeza. «A ver cómo explicas esto» me dije. Porque, claro: puestos a explicar, ya vas con la inercia. Y no, eso no tenía explicación: «eso que dicen, hijo es una tontería y está feo. Eso no se dice, ni se piensa, ni se desea el mal a nadie».

«Sola y borracha quiero llegar a casa» fue la frasecita que ya creó polémica la semana pasada. Lógicamente ya me la ví venir: «mamá, ¿qué es estar borracha?» Y evidentemente, después: «¿por qué quieren volver solas y borrachas a casa?» Esto era más complicado de explicar, pero lo cierto es que yo sentía que mi hijo volvía a tener razón. «¿Qué necesidad de utilizar frases como esta para defender algo mucho más amplio? ¿Por qué tengo que presentarle a mi hijo la imagen de una mujer borracha y sola para hablar de derechos y libertades?» Esta frase ya la llevaba yo más meditada, y personalmente al explicarle a mi peque que no queríamos que a nadie le pasase nada por la calle, me preguntaba por qué nadie ha pensado en frases más inteligentes y adecuadas para que pueda hacerlas entender a los más pequeños, a los adolescentes, de una manera más sencilla sin que se me escurra la explicación continuamente. Al fin y al cabo se trata de concienciar a todo el mundo. «¿Es que tú quieres llegar sola y borracha a casa, mamá?» «No, hijo, no….»

Escuché gritos y cantinelas criminalizando a los hombres, así, a bulto y en general. Sin sentido. No a los maltratadores, no a los violadores. No. A los hombres, con brocha gorda. Y me pareció mal. Allí había hombres que aguantaron estoicos con cara de circunstancia. Pero a mi, como mujer, me parecía humillante y absolutamente fuera de lugar. Mi hijo, de nuevo, se dió cuenta. Y me comentó: «Mamá, ¿por qué nos dicen esas cosas? Yo no soy malo, papá no es malo, y el abuelo tampoco es malo. Y somos chicos».

Supongo que las fanáticas cegadas que están apropiándose del feminismo no entenderán estas reflexiones que les planteo. Que no se darán cuenta del mensaje, a lo mejor, o no querrán prestarle la mínima atención: la actitud de una parte del feminismo es sectaria, agresiva, en absoluto inclusiva, irrespetuosa (con las mujeres y también con los hombres). Y es la que pretende dar carnets de feminismo a todo el mundo. De amigos y enemigos. Y me parece un tremendo error y una situación triste.

Tan triste como ver que ayer expulsaban en Madrid a mujeres de Ciudadanos. «Porque su partido pacta con la extrema derecha para formar gobiernos. Con esa extrema derecha que niega la violencia de género». Esa es la excusa para forzar que determinadas mujeres deban abandonar una manifestación pública. Otra barbaridad.

Hasta donde yo sé, el derecho a manifestarse es un derecho fundamental que todos tenemos. Impedir que alguien acuda a una manifestación, en la que participa de manera pacífica, es aberrante. Y no tiene excusa. Podrá ser una actitud cínica, hipócrita por parte de las mujeres de Ciudadanos. Seguramente así lo sea. Pero en ningún caso puede permitirse que alguien expulse, creyéndose con la propiedad de una manifestación, a otras personas que han acudido a reivindicar los derechos de las mujeres desde su punto de vista.

También se pisó la pancarta de las abolicionistas. Hubo forcejeos. Hubo enfrentamiento: parece ser que achacan este comportamiento «agresivo» a personas trans. En realidad era un grupo de gente que se sintió ofendida por los mensajes que en la manifestación se daban contra ellas. Como por ejemplo, aquellas feministas que están a favor de regular y estudiar los derechos de las prostitutas. Pues bien, aquí hay tema de debate, si es que pudiera haber debate en el foro feminista (porque viendo lo visto parece ser que solamente hay una manera de ser feminista: si eres de izquierda, si estás en contra de la prostitución, en contra de la gestación subrogada, si los hombres en general te parecen casi enemigos y si te dedicas a pintar con brocha gorda cualquier cuestión que genere el más mínimo disenso).

El caso es que había un cartel que ofendía a un grupo. Este grupo se enfrentó a las que llevaban el cartel. Y la respuesta ante el pisoteo y los forcejeos por parte de algunas personas trans, fue que «eran hombres disfrazados de mujeres». ¡Toma ya! Si, tal cual. Así se podían leer los comentarios en redes sociales de algunas feministas que, hasta hacía dos días defendían los derechos de las mujeres transexuales, para después de discutir con algunas, insultarles de una manera tan burda y contraria a lo que se supone se defiende.

Inconsistencia por todas partes. Difícil de gestionar.

Tan sencillo como decir que si defiendes la regulación de la situación de las mujeres que ejercen la prostitución, o bien «respondes a intereses ocultos y oscuros de los proxenetas (absurdamente falso)», o bien «no eres feminista». Porque eso de follar por dinero ninguna mujer lo quiere en realidad.

No confundir la explotación sexual (algo que hay que perseguir con mucha más contundencia), con follar por dinero de manera libre y consentida es algo que las «feministas auténticas» no permiten hacer. Por mucho que otras lo intentemos. Analizar que mientras no se ponga luz y se clarifique la situación de las mujeres que se encuentran ahora mismo siendo explotadas y se separe de las que exigen condiciones y garantías laborales, es casi imposible.

Defender los derechos de las mujeres y hombres que libremente tienen relaciones sexuales por dinero, resulta que es perpetuarlas haciendo «eso tan terrible». Porque «follar por dinero es degradante», claro. Si tienes una moral que así lo dicta, sin duda. ¿Y qué pasa si no la tienes y no te supone un problema, sino una manera de ganarte la vida? Pues que no puede ser, que estás enferma, que tienes problemas… Porque ya están las feministas auténticas para decirle a las demás lo que es digno y lo que no lo es.

«Nosotras parimos, nosotras decidimos». Siempre y cuando no decidas parir al hijo de otra. Porque entonces serás una «vasija». Esta es la «sororidad», hermanas. Las que señalan con el dedo a las que libremente quieren hacer lo que «les sale del coño, con su coño». Ah, no. Eso no. Si hay dinero entre medias, ya no vale. Porque eso es explotación. ¿No hay dinero por medio cuando hay un aborto? ¿O una inseminación artificial? ¿O la gestión de una adopción internacional?

Me pregunto si estas feministas auténticas y verdaderas se han preocupado por leer la propuesta de regulación para la gestación subrogada. O si han hablado con alguna de las mujeres que lo propone. Si saben los requisitos que se establecen en su propuesta para garantizar que nadie pueda ser objeto de una explotación. No. De estudiar pormenorizadamente la mayoría pasa. Es mejor gritar, insultar, acosar en redes y echar a quien no sea auténticamente feminista. Claro que sí. Porque para eso hemos aprendido lo «mejor del machismo»: agresivo, sectario, excluyente, y cerril.

Soy feminista y no odio a los hombres.

Soy feminista y no quiero que nadie abuse sexualmente de nadie (sean chicas, chicos, adultos o menores).

Soy feminista y no veo que haya valor para «meterle mano» a la industria del porno, esa «escuela de educación sexual» que aparece en cualquier sitio, sin que podamos alertar a nuestra gente joven y no tan joven de que algunas de las cosas que están viendo son un delito, son aberrantes y les está generando una idea de la sexualidad muy contraria a una convivencia sana y a unas relaciones sexuales positivas basadas en el respeto.

Soy feminista y defiendo los derechos de las trabajadoras. De todas. También de las que follan, escuchan, acompañan, por dinero. De las prostitutas. Porque independientemente de las razones por las que lo hagan, si lo hacen, que estén amparadas por las garantías de cualquier trabajador. Fuera moralinas y prejuicios. Garantías y derechos, ya. Y defiendo que las que tanto gritan y las que tanto quieren abolir (como si eso fuera posible), dediquen una tarde de su vida a hablar con alguna prostituta. Que le pregunten si querría tener seguridad social, una cobertura mínima y unas garantías.

Soy feminista y defiendo que se regule la gestación subrogada. Con requisitos bien pautados, con un control exhaustivo. Para evitar que se termine abusando de aquellas mujeres que viven en lugares donde nadie va a regular absolutamente nada. Que se escuche bien a las mujeres que proponen una legislación pormenorizada y detallada para los casos que existen y que cada vez son más.

Son feminista para entender que, aunque no comparta con otras feministas sus puntos de vista, esto no les da derecho a echarme de ningún sitio, ni a mi a echarles a ellas.

Soy feminista porque entiendo que las mujeres tenemos problemas serios y graves por el hecho de ser mujeres. Y que si entre nosotras no marcamos objetivos claros, en lugar de insultarnos, excluirnos y señalarnos, seguiremos donde siempre hemos estado.

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