Como cada año, el festival de Bueu presentó un cartel de conciertos que auguraba un gran espectáculo, con grupos de distintos géneros musicales, pero todos coincidiendo en proporcionar a los parroquianos sesiones de rock de calidad. Uno tras otro fueron pasando los doce grupos del cartel, aumentando la temperatura conforme fueron pasando por el escenario. Tres días de música organizada por los chicos de Troula Na Banda que colmaron las expectativas gallegas en la Ría de Pontevedra, y que a nadie dejaron indiferente.

Comenzó el festival con una sesión gratuita de Gato López para ofrecer un tributo a los vallecanos Ska-P el jueves anterior al primero de los días grandes del evento, contando además con «Txikitín», uno de los miembros del conocido grupo madrileño que tanto gustó en Bueu. Más de seis mil personas se presentaron para degustar de un inicio de festival que alcanza en este 2016 su catorceava convocatoria, una cifra que cada año se supera, al igual que su organización. Bueu crece, y con ello también la cultura que acude cada año a su cita con el océano Atlántico que baña las aguas de Morrazo.

El el segundo día, primera de las grandes citas del evento, se congregaron otros seis mil feligreses para bailar, botar, beber y desmelenarse con un cartel que sorprendentemente comenzó muy fuerte, y que inevitablemente fue de más a menos, salvando la que montaron los chicos de Heredeiros da Crus, rememorando viejos temas que tiempo atrás soñaban con mucha fuerza en la televisión autonómica gallega, y que consiguieron cocer bien el ambiente a fuego lento durante toda su actuación.

Inició la tarde Chotokoeu, grupo que está a punto de cumplir diez años desde su formación y que a pesar de ello mantienen su esencia intacta, entregando un sonido que pasa por el balkan, rock, swing, drum&bass y una energía inconfundible. No obstante, llegaban a la Ría después de arrasar por Europa y de encender varias salas por toda la geografía española con letras en galego, castellano, italiano e inglés. Y no defraudaron, el grupo galego supo entregar a sus propios paisanos un gran concierto, y éstos respondieron a los mismos, Galicia sí sabe reconocer a sus artistas, y eso siempre se ha notado.

Después le llegó el turno a La Gran Pegatina, una de las bandas más vivas, interesantes e inquietantes del panorama europeo actual, y cuya música festiva y de gran energía hace de la banda barcelonesa una de las más reconocidas por el público, tras más de trece años en escena. Los catalanes supieron transmitir su fuerza al respetable, al que le gustó la entrega y saber hacer de quienes continuaron la lista de grupos del viernes. Además, llegaron con un nuevo proyecto a modo de Big Band en el que incluyeron a siete componentes y dos coristas, con instrumentos de viento, guitarra eléctrica, vioiín e incluso una pieza de vídeo que a nadie dejó indiferente, transformando el escenario en una explosión de luz y color.

Acto seguido aparecían en escena los chicos de Lendakaris Muertos, mítica banda punk que vuelve este año a la escena musical española tras dos años en el dique seco, presentando un nuevo trabajo, Cicatriz en la Matrix, puesto a la venta el pasado mes de febrero. Los kale borroka rememoraron sus mejores años tocando temas que hicieron que los presentes elevaran los mecheros al cielo con una mano mientras que con la otra sostenían un cóctel molotov de puro punk con gran velocidad. La respuesta del público fue incluso mejor de la que se esperaba, siguiendo a la legendaria banda de Euskadi en cada una de sus canciones.

Y llegó la hora del grupo que mejor acogida tuvo en Bueu, el de los Heredeiros da Crus, la banda más emblemática e irreverente del rock galego, y que regresó a los escenarios en 2012 para celebrar su vigésimo aniversario. En el festival de 2012 levantaron al público con temas muy populares, pero en este 2016 llegaron más lejos todavía. Siendo un símbolo para toda una generación en Galicia, contagiaron de la energía de Ribeira a un respetable que coreó todas y cada una de sus canciones, lo más simpático llegaría cuando le lanzaron unas bonitas bragas a Javi Maneiro, el vocalista de la formación.

Y para cerrar la jornada tocó la banda catalana de La Señora Tomasa, que sorprendió con su fusión de drum&bass, house, dubstep, moombathon y música electrónica subiendo las pulsaciones y el ritmo para terminar encendiendo a la gente hasta el final, entregando un sonido explosivo que terminó provocando los bailes del personal a los pies del escenario, más o menos lo que vienen haciendo por Europa últimamente, poniendo patas arriba las pistas de baile de los diferentes festivales veraniegos por los que pasaron, destacando actuaciones continentales en Holanda y Bélgica, y nacionales como las de Arenal Sound o Viñarock.

Al terminar la jornada la gente hizo lo que propio, y lejos de querer irse a casa, tanto los parroquianos que decidieron quedarse como aquellos que contaban con el alojamiento el el camping decidieron seguir la tradición para festejar el amanecer en el Aturuxo, uno de los mejores locales de la Ría y sin duda el más característico de Bueu. Allí fue donde protagonistas y seguidores pudieron juntarse y tomarse las últimas antes de cerrar un día que resultó extraordinario.

Y así se llegó a la tercera jornada del festival, segundo y último día grande del evento, con un cartel que invitaba a acudir para dejarse llevar por la música de The Skarnivals, que entregaron un directo pleno de energía y comicidad y que supo combinarlo con momentos para la reflexión y critica marca de la casa, tal y como acostumbra la formación gallega. Presentando su nuevo disco, Movimiento Irracional, llenaron el festival de un sonido con una filosofía de lucha y alegría para combatir la incansable sobredosis de cordura que nos quieren implantar. Así, con un ritmo ska, supieron ganarse a un público que no paró de moverse durante todo su concierto.

Inmediatamente después llegó uno de los platos fuertes de la jornada, de la mano de Soziedad Alkoholica, que trajo a las rías el trash, hardcore, metal y punk que suele acostumbrar en cada cita, no obstante se trataba de una de las bandas más influyentes en la escena de música independiente en las últimas décadas. Con diez LPs a sus espaldas y más de cuatrocientos mil discos vendidos en nuestro país, su poder de convocatoria congregó a otros seis mil quinientos feligreses, que sin duda disfrutaron como enanos cada uno de los temas del grupo vitoriano.

Con una gran temperatura en el ambiente, aparecía Boikot, viejos conocidos de ritmo trepidante, compromiso social y con mensaje político, lo habitual en la formación madrileña, una de las más míticas del rock nacional desde que surgiera a finales de los ochenta. En el festival SonRías Baixas trajeron su último trabajo, Boikotea, ofreciendo un concierto pleno de colores y sabores, hits punteros, melodías más cuidadas, arrancadas sorprendentes, letras íntimas y llamadas a la revolución. Lo cierto es que los madrileños hicieron las delicias del personal, elevando esa temperatura todavía más de la que había tras las primeras entregas del día, espectaculares.

Y cuando el festival llegó a su apogeo del sábado, aparecieron los chicos de La Vela Puerca, formación charrúa que llega tras ser un éxito tanto en su país como en toda América latina, más de veinte años de carretera avalan su particular fusión de rock, reggae y ska, en la que destaca una fuerte presencia de trompetas y trombones. Hicieron vibrar al personal, sorprendiendo mucho, ya que apenas resultaron conocidos para un público acostumbrado a escuchar a los mejores del panorama nacional e internacional en cada entrega del festival de Bueu. Ya en Europa, los uruguayos llegaron para seducir al público con su último disco, Érase, presentando doce nuevas canciones de diferentes estilos, pero siempre gustando a rabiar.

Y para cerrar el cartel y con ello la jornada y el festival, apareció Vendetta, banda de origen navarro que viene pegando fuerte en los escenarios nacionales e internacionales desde 2009 con el mejor ska, aunque también se atreven con el rock, el skinhead-reggae y el latin-hardcore. Con un directo vitamínico, luminoso y trepidante, ofrecieron estilos tan diversos como el funk y la música celta que terminaron de hacer que la gente se arrancará a bailar hasta caer rendidos con su sonido, el que presentaron en su nueva gira, Kamikaze, y su último disco, 13 Balas. No pudo haber mejor final, la verdad.

Entre besos y abrazos terminó esta nueva entrega del SonRías Baixas, y por supuesto, con otra visitilla al Aturuxo. Y no sería justo terminar el articulo sin mencionar a la gente que estuvo trabajando incansablemente durante todo el fin de semana, desde los técnicos hasta a la gente de los puestos de comida, que por cierto, estaba muy bien. Gran trabajo de los chicos de Troula Na Banda, cada año se superan.

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