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Somos felices

Óscar Iglesias Fernández
Óscar Iglesias Fernández
Profesor de Sociología de la UNED
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análisis

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Después de todo lo que llevamos encima con la pandemia, cuando a los españoles se les pregunta si se consideran una persona feliz o infeliz, la inmensa mayoría dice que se considera una persona feliz.

Esta contestación tan categórica, se ve en la Encuesta sobre relaciones sociales y afectivas en tiempos de pandemia de la COVID-19, realizada por el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas), donde en una escala del 1 (completamente infeliz) al 10 (completamente feliz), un 31,5 por ciento de los encuestados se sitúan en el 8; un 21,5 por ciento, en el 10; un 17,8 por ciento, en el 9; y un 16 por ciento en el 7.

Estos datos, contrastan con el hecho de que España es el primer país del mundo en consumo lícito por cada 1.000 habitantes de ansiolíticos, hipnóticos y sedantes, medicamentos psicotrópicos utilizados fundamentalmente para tratamientos de casos leves de ansiedad, insomnio o trastornos emocionales, según la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) de Naciones Unidas.

¿Se imaginan como estará la situación ahora si estos datos son del año 2019, es decir, antes de la pandemia, y ya se había producido un aumento del consumo del 4,5 por ciento en relación con el año anterior y se habían superado las 91 dosis diarias por cada 1.000 habitantes?

Casi un año y medio después del comienzo de la pandemia la mayoría de la población continúa preocupada por las consecuencia económicas y sanitarias que afectan a su vida diaria. Esta preocupación, ha hecho que tengamos más ansiedad, miedo, tristeza, sensación de soledad, desesperanza respecto al futuro, irritabilidad, agotamiento, estrés e intranquilidad. Pero nos resistimos a reconocerlo.

Hay que repetirlo mucho. Nuestra salud mental ha sufrido mucho durante este tiempo y tenemos que ser conscientes de ello como sociedad para ponerle remedio colectivamente. Porque fruto de ese sufrimiento, la población está solicitando más fármacos para poder soportar esta incertidumbre y soledad.

España debe ser consciente del problema que tenemos encima, porque como sociedad no estamos preparados. No estamos acostumbrados a acudir a una psicóloga, a un psiquiatra o a un psicoterapeuta para solicitar ayuda frente a estos miedos, ansiedad e incertidumbres que nos afectan. Y, aun así, las clínicas están abarrotadas.

Las distintas administraciones tienen que empezar a reaccionar para poner remedio a esta situación. No hacerlo, y dejarlo solo a la voluntad individual de los ciudadanos sería un grave error que podremos pagar con una sociedad más dependiente de psicofármacos y automedicada.

Si esto es grave en su conjunto, es especialmente delicado en los niños y jóvenes que han visto como en una etapa clave para su socialización han tenido que confinarse.

Un aislamiento social que las familias han percibido en muchos casos. Cuando el CIS ha preguntado si ha notado algún cambio o modificación en la manera de ser o de comportarse de sus hijos/as durante el periodo de la pandemia, un 52,2 por ciento afirma que sí y un 47,3 por ciento que no.

El tipo de situaciones que han notado en sus hijos las califican como leves, un 52,7 por ciento; moderadas, un 21,4 por ciento; importantes, un 12,3 por ciento; unas leves y otras más importantes, un 10,1 por ciento.

Pero, lo que reafirma que las administraciones tienen que actuar colectivamente son dos hechos claves:

•         El primero, es que cuando se pregunta si han acudido a algún profesional de la salud mental (psiquiatra, psicóloga, psicoterapeuta) para solicitar ayuda para sus hijos, un 87, 4 por ciento afirma que no, y un 12,6 por ciento señalan que sí.

•         El segundo, es que cuando se les pregunta si tienen pensado solicitar la ayuda de algún profesional de la salud mental para sus hijos, el 92,9 por ciento dice que no, y un 4,8 por ciento que sí.

Es importante ser conscientes de los cambios que se han producido en el comportamiento de muchos niños y jóvenes.

Que España sea líder mundial en consumo de medicamentos psicotrópicos utilizados fundamentalmente para tratamientos de casos leves de ansiedad, insomnio o trastornos emocionales, indica una desatención que se camufla recetando medicamentos, que además en muchos casos se extienden en el tiempo generando adicción, especialmente en personas mayores. Es el momento de aumentar el tiempo de consulta en atención primaria. Es el momento de dar atención psicológica en la atención primaria de todas las comunidades autónomas a toda persona que lo necesite, porque si reciben atención mayoritariamente se recuperan. Es el momento de aumentar el número de profesionales para cubrir la demanda de asistencia. Es el momento de ver porque consumen más estos fármacos las mujeres y las personas mayores. En definitiva, es el momento.

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