El Partido Popular ha ganado las elecciones generales del 20D. El Partido Popular también las ha perdido. Estrepitosamente. Ni el mayor de los empeños integradores de Rajoy, el mismo que no ha tenido en absoluto en estos pasados cuatro años de rodillo parlamentario, puede hacer posible un gobierno estable que saque adelante este país en los próximos cuatro años. Así que el candidato del PP tendrá que aplicarse con un esfuerzo jamás hasta ahora visto en los suyos para buscar sinergias donde hasta hoy solo ha provocado desencuentros, choques frontales y desavenencias de mayor o menor grado.

El candidato del PP tendrá que aplicarse con un esfuerzo jamás hasta ahora visto en los suyos para buscar sinergias donde hasta hoy solo ha provocado desencuentros

El PSOE, mientras tanto, ni las ha ganado ni las ha perdido, ha quedado en tierra de nadie con el peor resultado electoral de su historia sin saber si mirar a derecha o a izquierda, sobrepasado por una realidad inopinada: que las fuerzas emergentes ya tienen su lugar en la nueva realidad política española mientras el partido que fundara Pablo Iglesias, el socialista, hace más de un siglo con las siglas de Socialista, Obrero y Español debe hallar un sentido existencial a las mismas mientras sigue horadando su sima electoral a velocidad de crucero elecciones tras elecciones.

El partido que fundara Pablo Iglesias, el socialista, hace más de un siglo con las siglas de Socialista, Obrero y Español debe hallar un sentido existencial a las mismas mientras sigue horadando su sima electoral

Y otra realidad incuestionable: tanto PP como PSOE, las dos fuerzas que consiguen más representación parlamentaria (123 escaños los populares, 90 los socialistas) han recibido un apoyo esperado y decisivo: la ley d’Hondt.

El bipartidismo, cuya debacle es ya una realidad insoslayable este 20D después de barruntarse en las europeas de 2014, ha conseguido superar por décimas la frontera del 50% de los votantes, pero el reparto de los votos por circunscripciones, como avala esta controvertida ley electoral vigente en España desde la reinstauración de la democracia, ha echado una mano decisiva para que tanto PP como PSOE obtengan una vez más mayor representatividad en el Congreso de lo que realmente se puede comprobar con los respaldos obtenidos voto a voto.

Así, los ganadores de estas elecciones en votos absolutos se han dejado por el camino 3.615.163 votantes por el camino respecto a la cita de las generales de 2011, mientras que el PSOE de Pedro Sánchez sigue su ya habitual sangría con la pérdida de 1.443.187 votantes respecto a hace cuatro años. Siguen siendo la segunda fuerza política, sí, pero su protagonismo sigue diluyéndose a marchas forzadas en el nuevo panorama político español porque a derecha e izquierda han surgido nuevas realidades que están ocupando una posición hasta ahora controlada tranquilamente por sus líderes. Si el PP pierde 63 representantes en el Congreso, los socialistas se dejan otros 20 fuera del hemiciclo.

23249471103_e00a7c9477_kMientras tanto, Podemos no podrá asaltar los cielos a la primera, pero ha subido de golpe a un trampolín desde el que lo ve todo color morado y que está aún por ver a dónde lo impulsará en esta nueva, intrigante e ilusionante Segunda Transición española. De no existir en 2011, precisamente el año que surgió la corriente ciudadana del 15-M, a obtener 69 diputados en el Congreso este 20D, un ascenso de una fuerza nueva, con apenas un año y medio de vida, nunca visto en la política de este país en los 40 años de democracia vigentes. Podemos ha logrado un hito en la política española que ahora debe obligar al nuevo arco parlamentario multifragmentado de este país a buscar cauces de confluencia difíciles pero necesarios. De la talla política de sus líderes y de su talante constructivo dependerá que este país tenga o no un gobierno estable. Porque parece evidente que un gran pacto de Estado entre las fuerzas que han representado el bipartidismo (PP-PSOE) se antoja irreal y contra natura, teniendo en cuenta, para empezar, que ambas fuerzas han perdido respaldos a millones.

23877670905_4a7e090744_oY Ciudadanos, formación que este 20D hacía su estreno en la política nacional con las mejores expectativas posibles según todas las encuestas, ha obtenido unos resultados agridulces. Sus 40 diputados quedan lejos de las previsiones de los sondeos, que le otorgaban la llave de la gobernabilidad. Sus 3,5 millones de votos logrados no sirven para cerrar una coalición de derechas con el PP, tampoco esa era la intención de su líder, Albert Rivera, que por activa y por pasiva ha repetido esta campaña que no uniría sus fuerzas a Rajoy, aunque ha prometido en cambio facilitar el gobierno de la lista más votada. La famosa ley d’Hondt ha tenido en Ciudadanos uno de sus grandes damnificados.

Otra formación que sigue sufriendo, cita electoral tras cita electoral, las consecuencias de esta ley electoral es Izquierda Unida, que ha pasado de 11 diputados y un 6,92% de los votos hace cuatro años a dos único representantes con el 3,67% de los sufragios, la pérdida del grupo parlamentario propio y su paso al grupo mixto. La entrada en tromba de Podemos y su falta de confluencia común poco antes de la campaña electoral han ocasionado que IU haya perdido 757.705 votantes respecto a 2011. Ha sido, con diferencia, el partido más perjudicado por la ley electoral, ya que cada diputado le cuesta ocho veces más votos que al PP.

Con este panorama, los nacionalistas vascos y catalanes vuelven a acaparar protagonismo en una futura e hipotética cultura de pactos. En un inesperado efecto boomerang, Rajoy tendrá en esta vía muchas puertas cerradas tras su política de enfrentamiento frontal con los independentistas catalanes.

Abriendo el foco, estas elecciones generales de España han sido seguidas con expectación y asombro por medio mundo. Sin ir más lejos, Edward Snowden, el hombre actualmente más perseguido por Estados Unidos, ex agente de la CIA y la Agencia de Seguridad Nacional envió un twitter viral: “Histórico. Imagina un mundo donde las elecciones son más que una elección entre uno u otro. ¡Enhorabuena, España!”

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