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Sobre Palestinos y Cantó

Federico Zurita
Federico Zurita
Soy licenciado y doctor en Biología y Profesor Titular de Genética en Universidad de Granada. Cursé también estudios en Ciencias Políticas y Sociología. Actualmente además de la docencia propia del área de Genética (tanto en el Grado en Biología como en el de Ciencias Ambientales y en el Master en Genética y Evolución y en el Master en Biotecnología) imparto docencia en el Master Universitario en Cultura de Paz, Conflictos, Educación y Derechos Humanos. Colaboro activamente con el programa Erasmus+ (K107) y sobre la base de este programa he impartido docencia en 14 universidades extranjeras. Soy miembro del Instituto de Biotecnología y miembro del Instituto de la Paz y los Conflictos de la Universidad de Granada.
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análisis

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Tras una vida académica larga e intensa y tras escribir entre otras obras maestras, su descomunal «Estudio de la Historia»  el historiador  Arnold Toynbee decidió sencillamente dedicarse a viajar y lo explicó entonces con cierta sorna:  voy a comprobar sobre el terreno que lo que he escrito es verdad. No ha mucho que un historiador de prestigio de la UGR, Jose Ángel Ruiz, especialista en la historia y la geopolítica de los Balcanes y que ha conocido  in situ aquel contexto, me decía algo muy parecido: una cosa es la idea que uno se hace aquí con las noticias que llegan de allí y otra  bien diferente vivir la situación observando los hechos en el mismo escenario en el que ocurren.

Éste último es un saber privilegiado que da una idea mucho más cabal al que lo ha vivido de un determinado acontecimiento histórico en un país concreto. Exagerando a lo mejor un poco esa idea, un escriba de un juzgado de la Roma Imperial podría saber más sobre el Imperio Romano de lo que puedan saber algunos de los buenos profesores de historia de hoy.

Digo todo esto por situar mi percepción de lo que está pasando entre los palestinos y el estado de Israel. Conste que evidentemente yo  no soy un especialista en aquel escenario, pero conste que he estado allí, conste que he visto el muro inexpugnable que Israel ha construido rodeando y aislando Belén, conste que vi parejas de jóvenes universitarios paseando  cogidos de la mano mientras él cargaba con un fusil en el hombro, conste que vi a los israelíes muy precavidos de no poner un pie en el barrio árabe de Jerusalén («es muy peligroso para nosotros») conste que un sociólogo israelí me explicó: «nosotros tenemos un garrote en la mano y de vez en cuando le damos con él a los palestinos para que sepan  y recuerden que no es de juguete», conste que me adentré en el delirio del barrio de los judíos ultraortodoxos en el que en sábanas colgadas de los balcones se puede leer: «nos ofende tu presencia aquí».

Conste en fin,  que respiré aquella atmósfera espesa, hostil y dramática por tanto odio y sangre acumulados desde que en 1948 se proclamara el Estado de Israel,  y con ello comenzara un calvario para los palestinos que dura hasta hoy.  Tampoco la vida para los israelíes es pacífica, imposible que lo sea en esas circunstancias. Fue eso seguro, de esas vivencias que no olvidaré jamás.

Desde 1948, han acontecido tres guerras «oficiales» entre árabes e israelíes que han permitido a estos   conquistar territorios a los palestinos. A esos territorios se les llama «territorios ocupados» e incluyen Cisjordania, Gaza y la parte este de Jerusalén.  A esas amputaciones al territorio árabe se añaden como reacciones y reacciones a esas reacciones, un cortejo inmenso de conflictos, intifadas, atentados terroristas, cárceles, torturas…Un espanto inenarrable. Y una ONU impotente, y a lo mejor no con mucho ánimo, para hacer cumplir a Israel la resolución 242 (devolución de los territorios ocupados por la fuerza de la guerra)

El pasado 10 de mayo y continuando con la infame política de asentamientos de colonos israelíes, el desalojo de unas familias palestinas ha devenido  en otra guerra abierta.  A su vez esta guerra ha provocado otra intifada en las calles.  Se cuentan en el momento que escribo 119 muertos,  31  niños incluidos, y los heridos ascienden a 830. Naturalmente ha tenido lugar otro vendaval de destrucción de las ya de por sí precarias infraestructuras palestinas a causa de los bombardeos por parte de la artillería y la aviación israelí. Entre estas se incluyen un hospital y una torre de Al Jaeezera, cadena de televisión poco proclive a la narrativa israelí del conflicto.

Al socaire de tanta muerte y  tanta destrucción y con el sufrimiento indecible de los palestinos que son la presa a la que acosa el depredador israelí, un personajillo de medio pelo guiado por su exclusivo interés personal y que ha mudado de partido político tres veces en seis años  sale en auxilio y apoyo del fuerte y en su afán baboso de hacer méritos en su nuevo partido, se permite la infamia de animar a Israel al grito de «ánimo Israel!» mientras éste aplasta a los palestinos.  Mintiendo descaradamente dice Cantó: «Israel se defiende» cuando lo que pasa es exactamente lo contrario: que Israel ocupa terreno donde habitan árabes, y ante la lógica resistencia de éstos, Israel hace un uso desproporcionado de la apabullante fuerza que posee. 

Con una indecencia descarada, el mindundi de Cantó se permite envenenar el debate público echándole leña al fuego del poderoso, al fuego que encendió la parte fuerte. Para que no nos olvidemos de que aún está, para intentar evitar su caída en la invisibilidad y la  irrelevancia un vomitivo Cantó aplaude y jalea los crímenes del ejército israelí: «ánimo Israel!». Hace falta ser desaprensivo para aplaudir al fuerte mientras éste  masacra  al débil. No es que Cantó sea un ejemplo para algo distinto de lo que sea felonía, pero llevado por su ansia de protagonismo, hace declaraciones de esa guisa, mientras esos 119 muertos y 830 heridos engrosan el odio, la rabia, el resentimiento y el ansia de revancha de los palestinos…y también de los israelíes.

Decía Aristóteles en su Ética a Nicómaco que los hombres se envilecen en la búsqueda de sus intereses y de lo que creen que les conviene. Despreciable Cantó,  esta vez incluso más.

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1 COMENTARIO

  1. Sobre este «individuo» nada que decir incluso lo mejor del mundo deja un poco de basura. Este personaje no llega a ser la basura de humanos. Él es solamente Toni esquina para la tierra que se sonroja de su nacimiento. Detritus los hay en todas partes en Palestina des de que llegaron los alumnos aventajados del nazismo cada vez hay más.

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