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Sobre Miguel Hernández y el Ateneo de Madrid

Miguel Pastrana
Miguel Pastrana
Secretario de la Junta de Gobierno del Ateneo (2008-2017) Candidato a Presidente en 2021
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análisis

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A fines de marzo de 1942, las panzerdivisionen hitlerianas avanzaban imparables por el sur de Rusia. Era la Operación «Blau», mediante la cual los nazis buscaban hacerse con los yacimientos petrolíferos del Cáucaso y, más allá, irrumpir en el Oriente Medio. Al tiempo, las tropas del «Afrikakorps» de Erwin Rommel empujaban a los británicos hacia Egipto, poniendo en peligro el Canal de Suez. En el Extremo Oriente, las fuerzas del Imperio Japonés, tras de su ataque a Pearl Harbour, tomaron Filipinas, Indonesia, Hong-Kong, Singapur, Birmania… llegando a las puertas de la India y a orillas de Australia, que bombardearon.

En esos primeros meses de 1942, el fascismo dominaba Europa desde el río Volga hasta el Estrecho de Gibraltar; África desde Casablanca a las puertas de Alejandría; Asía, del Este de China a las islas occidentales del Pacífico. El mundo estaba en su Hora más Oscura. Aunque hoy, sabiendo ya el desenlace de la historia, pueda haber quien relativice, lo cierto es que nunca se vio la Humanidad en mayor peligro, amenazada por la peor de las plagas: el fascismo.

El 22 de febrero, en Petrópolis, Brasil, el gran escritor austríaco Stefan Zweig, se suicidó. Días antes, leyendo en los periódicos sobre el avance del Eje, repetía: «Europa se ha suicidado». Su mujer, Lotte, fue encontrada abrazada a su esposo. Ella había ingerido el veneno horas después. En la mesilla junto a la cama, una carta de despedida firmada por él: «Mando saludos a todos mis amigos. Ojalá vivan para ver el amanecer tras esta larga noche. Yo, que soy muy impaciente, me voy antes que ellos». 

Año 1942: parecía no haber esperanza…

El 28 de marzo, moría en una de las infinitas cárceles del fascismo, el poeta español Miguel Hernández Gilabert. Pero este poeta combatiente de la II República, había dicho: «Español, al rescate / de todo lo perdido. / ¡Venceré! has de gritar sobre cada momento / para no ser vencido» (Poemario «Viento del pueblo». Ediciones del Socorro Rojo, 1937) Dos meses después de morir el poeta, barcos y aviones estadounidenses propinaron un varapalo irremediable al almirante japonés Yamamoto en la Batalla de Midway. En noviembre, Montgomery vencía a Rommel en El Alamein. Por último, en el invierno, la URSS infligió a la Wehrmacht en Stalingrado su mayor derrota de todos los tiempos.

El 28 de marzo de 1943, un año después de la muerte de Miguel Hernández, aún quedaban muchas y duras batallas contra el fascismo. Pero su aplastamiento final era ya seguro. La Humanidad, mal que bien, podría seguir adelante, con una nueva oportunidad para las siguientes generaciones. «Para el hijo será la paz que estoy forjando», dejó también escrito Miguel Hernández en «Viento del pueblo».

La II República, entre 1936 y 1939 en España, y entre 1939-1945 en los campos de batalla de Europa Occidental, África y Rusia, vertió su sangre en la gran lucha antifascista. Nuestro país, que fue el primero en luchar, sería también el último en liberarse del yugo, como tristemente sabemos. Pero esa es ya otra historia…

En 2010 se conmemoró el centenario del nacimiento de Miguel Hernández. En esa época, yo era Secretario y Coordinador de la Comisión de Actos delegada de la Junta de Gobierno del Ateneo de Madrid, que presidía el filósofo Carlos París. Me correspondió la organización de varias actividades en torno a la figura del poeta oriolano. De marzo a octubre, intervinieron, entre otras personalidades, Juan Cano Ballesta, unánimemente reconocido como el mayor investigador de la obra hernandiana. El también profesor, Julio Rodríguez Puértolas. Francisco Esteve, catedrático, fundador de la Asociación de Amigos de Miguel Hernández. La escritora Fanny Rubio. Rafael Hernández Rico, poeta, co-fundador y ex-Presidente del Club de Amigos de la UNESCO de Madrid. La actriz y declamadora Susana Oviedo Rosales. Las poetas Elena Moratalla y Maribel Alonso… soy consciente de dejarme muchos nombres en el tintero y pido disculpas.

Para mí fue particularmente emotiva la participación de Armando López Salinas, el mítico escritor del realismo social, y Salvador Arias, director y maestro de actores de doblaje. Era entonces el último superviviente de las «Guerrillas del Teatro» y de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, donde trabajó personalmente, además de con Miguel Hernández, con Antonio Machado, Rafael Alberti, María Teresa León y Luis Cernuda.

En mayo tuvo lugar un concurrido homenaje a Hernández por parte de las tertulias poéticas y literarias de Madrid. Fue en el gran Salón de Actos del Ateneo. El 30 de octubre, coincidiendo con el centenario del nacimiento del poeta, pusimos su retrato (pintado por Lorenzo Fernández) en uno de los espacios principales del Ateneo. El Presidente Carlos París fue el encargado de descubrir el lienzo. Hubo entonces quienes, respetablemente, dijeron que Miguel Hernández nunca fue socio del Ateneo de Madrid. Es un enigma histórico. Se lo debemos «agradecer» a Falange, que en abril de 1939 entró en el Ateneo pistola en mano. Lo mantendría ocupado hasta 1946. La Falange se llevó innumerables ficheros de socios y de socias para fines represivos. Para asesinatos.

En la Memoria de Socios que la Junta de Gobierno del Ateneo hizo entre 1962 y 1967, fue incluido Miguel Hernández. Presidía la Junta entonces, José María de Cossío. Conoció bien a Hernández y llegaron a ser buenos amigos. En mi opinión, la palabra de Cossío ofrece credibilidad.  En cualquier caso, está acreditada la presencia de Miguel Hernández en el Ateneo de Madrid a mediados de los años 30 y su participación en actos: con Pablo Neruda, León Felipe, André Malraux… Miguel Hernández, poeta cósmico a fuer de telúrico, es también ateneísta. Con o sin carnet, que ya nunca sabremos con certeza, resulta lo de menos, creo yo.

El dramaturgo Antonio Buero Vallejo, quien sirvió en los Servicios Médicos del Ejército Popular de la II República española, compartió celda con Miguel Hernández. Allí le hizo un magnífico dibujo, hoy merecidamente icónico. De Buero, sí que no hay ninguna duda sobre su carnet del Ateneo de Madrid y hasta el final de su larga y prolífica vida. Tiene, Buero, retrato cerca de donde estaba el de Hernández (ahora me referiré a esto) Escribió Antonio Buero Vallejo: «Para mí es Miguel Hernández un poeta necesario, eso que muy pocos poetas, incluso grandes poetas, logran ser». Siempre he considerado esas palabras la mejor síntesis sobre una persona de condición humilde que devino en enorme escritor, y en símbolo de una República, por su autenticidad. Por no tener miedo a ser quien era.

El retrato ateneísta de Miguel Hernández, cuando la Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo perdimos la Presidencia de la Junta de Gobierno (2015), fue retirado, al año siguiente, del lugar visible para todos los visitantes en que estaba. Ahora cuelga en dependencias interiores. Además de injusto, es un error. Pero dice mucho sobre las Presidencias del Ateneo tras de la Convergencia que formamos junto a Carlos París en 2010 (justamente) Por eso, además, queremos que la Convergencia vuelva a la Presidencia del Ateneo. En alianza, mejor, o solos, si no hay más opción.

En estas semanas, se ha escrito sobre el Ateneo de Madrid en varios medios. No siempre con tino, no siempre bien escrito. Cuando se habla de «ocupación», yo digo que la auténtica y real ocupación del Ateneo, fue la de 1939 por Falange, por el fascismo. La que expolió nuestro patrimonio. La que robó nuestros ficheros de socios/as, para llevar a cabo su represión ¡Eso sí fue «ocupar» el Ateneo! Es sarcasmo hipócrita que las mismas personas, ateneístas, quienes autorizaron el acto de Falange el 26 de octubre de 2019, y las personas -intituladas a sí mismas, algunas, «progresistas»-, que miraron hacia otro lado, hablen ahora de «ocupación», de «invasión», y se rasguen las vestiduras, ante la llegada de un cierto número de nuevos socios y nuevas socias que tienen un proyecto para el Ateneo de Madrid. Se podrá estar de acuerdo, o no estar, o llegar, quizás, a un acuerdo… sobre ese proyecto; con estas nuevas personas (veremos…) Pero no seré yo -como no lo he sido en todos estos meses-, quien las tilde de «ocupantes», despreciándolas. Sin que ello obste para que, tal vez, acabemos midiéndonos frente a frente en las urnas del próximo mayo. Democráticamente y en buena lid. No resulta un escenario descartable, aunque sigue habiendo otros factibles.

Cuanto debe tenerse por seguro, es que la Convergencia, principal fuerza social del Ateneo de Madrid desde el año 2010, vamos a las elecciones como hemos hecho siempre, ganando en muchas ocasiones. Iremos solos o en alianza con otros colectivos; en unión a otras siglas y personas, si ello es posible. Pero la Convergencia para la Estabilidad Democrática del Ateneo, en cualquier caso, estaremos en las elecciones de finales de mayo de 2021. Y estaremos, con nuestra potencia habitual: la del mayor colectivo ateneísta organizado.

Quienes propiciaron o condescendieron con el vergonzoso (fue escándalo en todos los medios de comunicación de nuestro país e incluso en el extranjero) acto de Falange en el Ateneo el 26 de octubre de 2019, tienen poca legitimidad para hablar ahora de «ocupaciones» y pretender encarnar supuestas «esencias» ateneístas. De los tres candidatos a la Presidencia del Ateneo en mayo de 2019, solamente quien ahora escribe, candidato por la Convergencia, condené sin paliativos y de manera pública aquel acto.

¿Es necesario ser «de izquierdas» para ser antifascista? Nunca he pensado tal. Yo soy de izquierdas (no lo oculto) Pero hay personas quienes no lo son y su compromiso frente al fascismo no es menos firme que el mío, no. Recordemos, además, que Falange es una organización la cual ha violentado el Ateneo de Madrid en más de una ocasión. Por ejemplo, el 9 de agosto de 1934 irrumpió a pistola y destrozó una exposición gráfica. Siguen jactándose en sus medios, a día de hoy, de ello.

Sin embargo, la candidatura «ateneísta» del Sr. Armindo, autorizó el acto (falangista) del 26 de octubre de 2019. Y otra persona quien fue candidato a la Presidencia en mayo de ese año, el Sr. García Regueiro, no ha escrito, hasta la fecha, nunca nada al respecto. “Nada”. Al contrario, se alió con el Sr. Armindo en 2020. ¿Son entonces quienes van a defender «los valores» del Ateneo de Madrid? ¿En serio?

Torpes son sus artículos en algunos medios; ramplones como un atestado. La democracia y la independencia del Ateneo no se defienden con hueros artículos que se limitan a reproducir párrafos del Reglamento y todos los «clichés» sobre nuestra bicentenaria asociación. Son escritos faltos de idea propia, originalidad, talento. No hay hálito ni estilo. No pido que tengan seis premios literarios, aunque yo los tenga, incluido el de la Asociación decana (1872) de escritores en Lengua española. Pero Miguel Hernández, por ejemplo, era autodidacta. Digo, que cuando escriban del Ateneo, lo hagan con un mínimo de personalidad, y no solamente con tópicos trillados. Eso, a mi entender, demedia la percepción intelectual que se tiene de nuestra asociación.

Veo un insistir, en ciertas publicaciones, sobre la presunta “decadencia” del Ateneo de Madrid y la también supuesta “falta de relevancia” de los actos que en él se organizan. Tengo para mí, que no se hablaría ni escribiría tanto de una entidad realmente acabada. Yo no creo que lo esté y me niego a admitirlo en ningún caso. Allá cada cual con sus propias responsabilidades. Yo no rehúyo las mías.

Cuando fui Secretario y Coordinador de Actos, hablaron en el Ateneo, por ejemplo, un Premio Nobel de Literatura y un ex-Ministro de Economía de la República Federal Alemana. Por ejemplo. Y por ejemplo, tuvo lugar la rueda de prensa (11/5/2011) de la organización de la manifestación del 15 de mayo de 2011 que dio origen al 15-M. Fue en el gran Salón de Actos del Ateneo. No fue, dicho sea con todos los respectos, en el Círculo de Bellas Artes. Ni en el CaixaForum. Ni en la Casa Encendida… Fue en el Ateneo de Madrid. Y, con independencia de cómo valore cada cual el fenómeno del 15-M, no creo que nadie hoy ponga ya en cuestión su trascendencia. Pues bien: se presentó, por vez primera, en el Ateneo de Madrid. Sépase. A partir de ahí, podemos hablar cuanto sea menester sobre la mucha o poca relevancia de los actos del Ateneo… La defensa de lo actual no me corresponde a mí, en tanto que dejé la Junta de  Gobierno en abril de 2017 para candidatarme por vez primera a la Presidencia (la del próximo mayo será mi tercera vez) Sí afirmo, que conmigo en el cargo, jamás hubiese tenido lugar el acto de Falange del 26 de octubre de 2019. Jamás. Sentado esto, considero erróneo decir que los actos del Ateneo, en genérico, más allá de períodos mejores o peores, y siempre según gustos, sean irrelevantes. Ni ayer, ni hoy. Yo no lo creo.    

Hay en el Ateneo hoy, miedo a lo «nuevo», miedo a lo «viejo»; miedo, miedo… Yo no lo tengo. Y pido a quienes tengan bien asentadas sus ideas, sus principios, sus valores… que nada teman: el Ateneo de Madrid como asociación independiente y democrática, se mantendrá. Hay suma para ello y no me cierro yo a ninguna -ya con «nuevos», ya con «viejos»-, salvo con fascistas. Eso, conmigo, no.

Escribió el ateneísta Miguel Hernández en su dedicatoria de «Viento del pueblo» al también ateneísta Vicente Aleixandre: «El pueblo espera a los poetas con la oreja y el alma tendidas al pie de cada siglo». Ojalá, me permito yo añadir ahora, esa voz sea bien escuchada, y entendida bien. 

___________

Miguel Pastrana. Candidato a la Presidencia de la Junta de Gobierno del Ateneo de Madrid 2021. Fue Secretario (2008-2017) Como escritor, tiene varios premios, entre ellos el “Manrique de Lara” de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles. Ha sido invitado como conferenciante a la Biblioteca Nacional de España, la Universidad Complutense de Madrid, y la Universidad de Glasgow (Reino Unido) Es autor, entre otros trabajos, de “Tres poetas-soldados del Pueblo (José Herrera Petere, Arturo Serrano Plaja, Miguel Hernández)”, publicado en 2007 por el Club de Amigos de la UNESCO de Madrid y con subvención del Ministerio de la Presidencia de España. Fue militar ocho años y es trabajador civil funcionario de carrera actualmente.

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