«Tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando» es una expresión que significa que dos cosas o personas tienen el mismo valor o son comparables.

«Tanto monta monta tanto Isabel como Fernando» aunque en esa época el que más montaba seguro que era Fernando…

Así de primeras, no es que sienta especial cariño por Isabel y Fernando, ni siquiera me siento atraída por su condición de Reyes católicos allá por los finales del s.XV y principios del XVI, pero esta frase me gusta. Me mola tanto que sería capaz de darle like en facebook y hasta utilizarlo de estado de whatsapp.

«Tanto monta monta tanto» es la expresión de la igualdad, ese concepto tan puro como impuro. Para mi a la igualdad le pasa como a la tolerancia, pasan de cero a cien y viceversa constantemente, y solo así cobran sentido. Creo que no me he explicado…bueno, es igual.

La igualdad es como el ingrediente del caldo de tu abuela que llevas buscando desesperadamente desde hace años. Vas encontrando alguno que se le parece, pero ese exacto, como que no. Casi pero no.

-¿Cómo es la igualdad?

-¿Quién la tiene?       

-¿Cuánto mide? -¿Es maja? -¿A qué huele?

-¿Estás hablando conmigo?

-Si.

-Ah, vale. Perdona, es que a veces me disperso, continúa por favor…

No se quien la tiene, quizás el que más tiene.

No se cuanto mide, quizás el que la tiene más grande, por lo de igualar por arriba, digo…

Me han dicho que  es muy maja, eh…

Ahora se ve que la igualdad está viéndose con un coach… que está baja de autoestima y que se siente utilizada, dicen. Que ya no la llaman para irse de cañas o para salir a dar una vuelta…

Está harta de que pongan en su boca cosas que no tienen nada que ver con ella. Está rayada, mal…La igualdad está de bajón.

En la calle no huele a igualdad. Las élites sociales se perfuman tanto que se comen cualquier olor de a pie.

Dicen que es normal, que la jerarquía es lo que tiene, que deja a la igualdad de lado.

El de arriba tira de perfumes buenos y el resto tiramos de la colonia de la farmacia, la Saphir,  que nos da confianza y parece lograda, pero quedura lo que dura. Un viaje en metro, un «voy a comprar cuatro cosas», vamos, el ratito justo para que el ego se reafirme con la elección de la fragancia.

La igualdad se ha convertido en un runner de postureo que se puso unas deportivas nuevas para hacer un maratón y al final se fue a por tabaco.

Aunque ella, a diferencia de algún varón cobarde, a veces se deja ver en algún despacho o manifestación…

Cuando la dibujan la representan como una balanza en equilibrio, pero a mi, como el sustantivo es femenino me viene a la

cabeza la imagen de una «mamma italiana». Una pedazo de matriarca que habla fuerte para que la escuchen, que cocina con amor para alimentar de sentido común, que lucha sin armas para que las diferencias de sexo, raza o religión no se entiendan como negativas.

Una mujer de carácter determinante y libre.

Una mujer que se pinta camisetas con frases como «queremos cobrar lo mismo».

¡Ay no! ¡Que «eso no es igualdad, eso es feminismo», dicen! Como si feminismo e igualdad fueran conceptos opuestos…

Hay faena.

No se si hoy tanto monta monta tanto, pero me da igual, yo me imagino a la igualdad por encima de todo, como si fuera una capa aceitosa que nos pringa todo el rato, como la babilla que hace la semilla de chia cuando la remojas, eso, transeúntes mojados por la igualdad…

Y con el artículo marcado, muy marcado: LA igualdad.

La verdad es que me gusta utilizar artículos para reforzar según que nombres: nombres de buenos amantes, nombres de colegas del barrio, nombres de personas con mucho poderío… Y si, a Rajoy por ejemplo, nunca le pongo artículo.

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