Sin entrar en la polémica sobre qué es un idioma, qué es un dialecto y qué es un acento, ni sobre cuándo un dialecto se convierte en lengua, toda persona aprende, por lo general, como expresión lingüística básica desde la que construir sus formas de comunicación, aquellas que utilizan sus mayores. Esto es, el idioma que hablamos está creado por los hablantes previos, de los cuales lo heredan los nuevos hablantes por venir. El idioma hablado por nuestros mayores, por otra parte, y que es en el que hemos desarrollado nuestro habla, es el fruto de muchos siglos de uso y transmisión, al margen de que sea una transmisión escrita u oral.

Tanto el castellano, como el catalán, el italiano, el portugués, el euskera, el tamazitg, el caló, el andaluz, el inglés, el francés o cualquier otra variedad lingüística, fueron hablados durante mucho tiempo, y se desarrollaron, por tanto, por las clases sociales más desfavorecidas y con menos oportunidades de alcanzar el conocimiento académico de universidades, centros de estudio y obras impresas, siendo considerados por las clases privilegiadas como “idiomas vulgares”. Por su parte, las clases privilegiadas hablaban en otros idiomas denominados como “cultos”, ya fuera el griego, el latín o el árabe, o un dialecto de éste que, por los motivos que fuera, era aceptado como “idioma culto” para dejar de ser un “idioma vulgar”, o dejar de ser considerado una forma dialectal del “idioma culto” propio de gentes vulgares y de clase baja.

Así, a día de hoy, encontramos que la palabra latina “program” ha dado lugar, en la península ibérica, a las palabras “programa”, en los idiomas de las zonas de castilla y norte peninsular, así como en la zona atlántica, y “pograma” en el andalú o andaluz hablado en las actuales Algarve, Andalucía, Extremadura, La Mancha y Murcia. Pero en todas las zonas, fue la gente humilde, sin estudios, quienes construyeron el idioma haciendo uso de él, dándoles vida. Ha sido la gente humilde, sin estudios ni formación universitaria, analfabetas las que más, quienes construyeron el léxico del denominado como “castellano”, así como el léxico del denominado andalú o andaluz.

El uso del término “programa”, que comparten hablantes de toda condición cultural y originarios de  los territorios donde se habla mayoritariamente en gallego, portugués, castellano, eusquera, catalán o valenciano, o el de “pograma”, que comparten hablantes originarios o descendientes directos de Andalucía y territorios históricamente relacionados, no resulta, pues, una cuestión de formación académica, sino de los orígenes territoriales de la persona. Otra cosa son los estereotipos que se asocian a determinadas hablas, y que hacen que durante cierto tiempo histórico, las personas que alcanzan estudios, renuncien, voluntariamente o forzados por la situación, a su lengua materna en pro de utilizar un “idioma culto”.

Por otra parte, el “andalú” o “andaluz”, no tiene reconocimiento legal de lengua propia, sino que es definido, por la Real Academia Española de la Lengua, como una “variedad del español”, por lo que su utilización, incluso dentro de las instituciones del Estado español, no puede considerarse tampoco como la utilización de un idioma distinto al oficial.


Bêroh tranqîloh

Bêroh tranqîloh, en cârma i çoçiêgo.

No ô digâih trîtteh: “çi fuêçe çabîo…”;

ni ô guarnêih con lo qe ya’ttâ perdîo.

Bêroh tranqîloh con buêttro traçiêgo.

La bîa ê berêa côrta i pâço çiêgo.

Nuêttro paçâo no ê fârdo, sino un nîo

der que bolâmoh si semo’aprendîoh.

Bêroh tranqîloh trâ de cuarqiê pego.

Er tiênpo ê la cûrba q’âçe una’bûha

qe no çâbe caminâ a contraflêçha.

Bêroh tranqîloh a’nde to te’npûha.

Na dehâih, na yebâih. I er finâ açêçha…

Pô ar finâ bibîmoh como la’lûha

q’apênah tiê âlah, i ya lah deçêçha.

 

Iros tranquilos

Iros tranquilos, en calma y sosiego.

No os digáis tristes: “si hubiera sabido…”; ni os sobrecarguéis  con lo que ya está perdido.

Iros tranquilos con vuestro tránsito.

La vida  es vereda corta y paso sin certidumbre.

Nuestro pasado no es una pesada carga, sino un nido del que volamos si estamos preparados .

Iros tranquilos tras de cualquier nimiedad.

El tiempo es la curva que traza una aguja que no sabe caminar en sentido contrario.

Iros tranquilos hacia donde todo te empuja.

Nada dejáis, nada lleváis. Y el final acecha…

Pues al final vivimos como la hormiga con alas que apenas tiene alas, y ya las desecha.

 

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