Son muchas las cosas que estamos descubriendo en este nuevo entorno, que ya era cambiante, pero que se ha vuelto turbulento como consecuencia de la pandemia y de los múltiples factores que la están acompañando. De entre todas ellas, queremos destacar una: la clave de un futuro prometedor es la capacidad de generación de ideas originales. Solo esto nos permitirá resolver todos los retos que se nos planteen. Como consecuencia, es esencial determinar dónde se generan esas ideas, quién o quiénes las generan y de quién son propiedad, porque esto está determinando ya en el presente, pero mucho más en los próximos años la prosperidad de las organizaciones y territorios.
Aquellos actores, territorios, organizaciones, personas que tengan sus propios recursos creativos e innovadores para resolver los retos sociales, sanitarios, medioambientales, …, a los que nos enfrentamos; son aquellos que superarán más rápidamente y mejor las crisis y que liderarán el desarrollo.
Lo países más creativos e innovadores del mundo se han dado cuenta que el recurso más valioso que tienen es, precisamente, la capacidad creativa e innovadora de sus ciudadanos/as. Y, de que esta tiene que ser desarrollada desde la escuela y la sociedad con la implicación de las familias; tiene que ser un objetivo estratégico para sus organizaciones y tiene que ser protegida como si fuera uno de los recursos naturales más preciados por sus instituciones. Algo con tanto valor no puede dejarse a la improvisación, a la iniciativa personal, a la buena voluntad o a los discursos grandilocuentes: debe haber una estrategia y organismos especializados que la implementen si se quiere conseguir una sociedad creativa.
En el caso de España no encontramos ninguna estrategia ni ningún organismo que esté centrado en el desarrollo de un país más creativo, tal y como señalamos en nuestro informe publicado en 2021 “Economía Creativa para el desarrollo sostenible”. Sin embargo, en países como Finlandia, Dinamarca, Suecia, Alemania o el Reino Unido, curiosamente países entre los 10 más innovadores del mundo según el Global Innovation Index 2021, sí que los encontramos. Por tanto, no es casual que los países que cuentan con organismos y estrategias para desarrollar, apoyar y proteger su creatividad sean los más innovadores.
El que estos países los tengan y nosotros no contemos con alguno nos debería importar sobremanera. Es más, debe ser algo que tenemos que reclamar a nuestros gobernantes de manera insistente. Alguien se imagina que hubiera un compromiso con la transición ecológica, la transformación digital, la reducción de accidentes en la carretera, …, sin estrategias ni organismos específicos. A qué es poco creíble. Entonces, ¿por qué no contamos con uno en Economía Creativa?
Los países que sí los tienen son conscientes, desde hace años, de que ser excesivamente dependientes de las ideas, la propiedad industrial o intelectual de otros países les debilita ante problemas, retos y crisis. Son aquellos que generan y tienen las ideas para resolver desafíos en cualquier ámbito (salud, medioambiente, energía, …) los que van a priorizar implementarlas en sus territorios y decidir el precio al que se lo van a vender, o no, a otros. Un claro ejemplo de ello es la estrategia de China, que está transformando su economía y convirtiéndola en la fabrica de sus propias ideas más que limitarse a ser la fabrica de las ideas de otros. Esto se evidencia a través de datos como los de la propia Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, según los cuales, en 2019, fue el país del mundo que más solicitudes internacionales de patentes presentó, adelantando a Estados Unidos. Esto, sin ninguna duda, está haciendo del país asiático una potencia mundial cada vez más fuerte.
Por todo ello, queremos compartir un nuevo concepto que hemos desarrollado y al que denominamos soberanía creativa. Con él aludimos al derecho que tienen los ciudadanos a que sus estados creen las condiciones educativas, sociales y económicas para que las ideas puedan desarrollarse en sus territorios desde la conceptualización hasta la comercialización, pasando por la investigación y desarrollo, hasta llegar a la implementación. Esto no exonera a la iniciativa privada, tanto con ánimo de lucro como sin ánimo de lucro, de realizar igualmente los esfuerzos necesarios para el desarrollo de la Economía Creativa y para la generación, en su ámbito de influencia, de las condiciones óptimas posibles. De hecho, en algunos casos, son las organizaciones de esta índole las que están tomando la iniciativa. Sin embargo, el estado emprendedor, en referencia al concepto desarrollado por la economista italoamericana Mariana Mazzucato, es quien tiene que ser el máximo ejemplo de creatividad, creando las condiciones para estimular esta Soberanía Creativa.
Comenzamos 2022 con importantes fondos aprobados por la Unión Europea para el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de España y muchos más que quedan por venir. Una lluvia de millones que tienen por objetivo salir de esta crisis sanitaria y económica más reforzados y con una economía más competitiva. Esperamos que el concepto de Soberanía Creativa pueda estar presente en la ejecución de estos fondos y que seamos conscientes de que importa mucho tener una estrategia y organismos especializados que puedan implementarla y que respondan a las siguientes preguntas: quién genera las ideas; cómo se protegen esas ideas; quién las desarrolla como productos, servicios, patentes o modelos de negocio; dónde se producen y cuál es la diferencia entre venderlas y comprarlas. En definitiva, ¿dependemos de nosotros mismos, desde el punto de vista creativo, o de otros países? En estos momentos la respuesta es que dependemos más de otros. Necesitamos comprometernos urgentemente como sociedad para conseguir nuestra Soberanía Creativa.
