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Sing-sing

David Almorza Gomar
David Almorza Gomar
Profesor Titular de Universidad de la Universidad de Cádiz, en el Departamento de Estadística e Investigación Operativa, adscrito a la Facultad de Ciencias del Trabajo. Ha sido Vicerrector de Alumnos de la Universidad de Cádiz (desde el año 2003 hasta el 2013) y Vicerrector de Responsabilidad Social y Servicios Universitarios de la Universidad de Cádiz (desde 2013 hasta 2015). Durante estos doce años, ininterrumpidamente, ha tenido entre sus competencias el Área de Deportes de la Universidad de Cádiz. Ha promovido la creación del Aula Universitaria de Fútbol de la Universidad de Cádiz, y en estos momentos ocupa el cargo de Director del Aula de Fútbol. Tiene el título de Entrenador Nacional de Fútbol con Licencia UEFA-PRO. Ha entrenado en las categorías Infantil y Cadete del Cádiz C.F. desde el año 2010 hasta la actualidad. Además, en el Cádiz C.F. ocupa el cargo de Coordinador de Delegados y Auxiliares de Fútbol Base desde el año 2014.
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análisis

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Durante su estancia en Estados Unidos, el médico investigador Boris Pérez quiso visitar Sing-Sing. Se trat de una prisión que, aunque el nombre suene a chino, se encuentra en Ossining dentro del Estado de Nueva York en Estados Unidos.

A Boris le gustaba en nombre: Sing-Sing. En inglés el verbo to sing significa cantar, así que la traducción podría ser algo así como: «canta-canta», en una referencia a que esta prisión estuviera especializada en hacer confesar a los inquilinos e incluso instarles a que denunciaran a sus cómplices.

Sin embargo, Boris descubrió que el nombre proviene del idioma aborigen indio americano y es el nombre original del lugar en el que se construyó la cárcel: «sinck-sinck», que significa «piedra sobre piedra», es decir, un lugar de lo más inhóspito para establecerse incluso, y con todos los respetos, un indio de la época, acostumbrado a muchas vicisitudes.

Revisando en internet información sobre el tema, Boris encontró una imagen de una cadena de hierro con una bola, tal como las que en los cómics suelen llevar los presos, y que también se utilizaba en los tiempos de la esclavitud. La información de la página web dice que es un material del museo de Sing-Sing y que se llamaba en la antigüedad blackberry.

A Boris le pareció extraño que ese nombre fuera el que asumiera una importante marca comercial de teléfonos móviles, ya que no aporta una buena publicidad. No halló más referencias al tema, así que consideró que esta información no está lo suficientemente contrastada. La explicación oficial es que blackberry significa mora negra, y se tomó ese nombre por el color de estos móviles y la disposición del teclado de números y letras (llamado teclado qwerty).

Pero en el fondo es cierto, pensó Boris, que el teléfono móvil (ring-ring) es un símbolo de esclavitud porque ha conseguido ser un objeto imprescindible. El siglo XXI se está construyendo piedra sobre piedra (sing-sing) sobre la esclavitud al smartphone, que vendrá determinada por la necesidad del mismo, ya que el abanico de usos que ofrece cada vez es más amplio. Hoy día el ser humano puede salir a la calle sin dinero, sin identificación, sin tarjetas de crédito… pero no sin el móvil.

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