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Síndrome del cuello roto, el ‘dolor del Smartphone’

El uso intensivo de los smartphones ha dado origen a nuevos trastornos de ansiedad, pero también al incremento de dolencias físicas como el síndrome del cuello roto. El peso de la cabeza puede alcanzar los 27 kilos mientras andamos, o estamos parados, mirando el móvil, con la cabeza inclinada

Ángel Zafra
Ángel Zafra
Periodista con amplia trayectoria en varios medios de comunicación, siempre como colaborador. EN las ultimas fechas ha estado vinculado a Radio Nacional de España y a el diario El País.
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análisis

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Hoy en día, si andamos por las calles de cualquier ciudad, nos toparemos con un sinfín de personas que caminan sin mirar al frente, tecleando la pantalla de su Smartphone. Si entramos a un metro o a un autobús, enseguida llaman la atención las cabezas agachadas pendientes de las notificaciones del móvil. En la era de la inmediatez, los teléfonos inteligentes se han apoderado de nuestro día a día, haciéndose imprescindibles y generándonos una dependencia que ha dado origen a nuevos trastornos de ansiedad como la nomofobia  (Pánico a salir sin el móvil) o el síndrome de batería baja (Ansiedad por quedarte sin batería).

También a nuevas dolencias físicas derivadas del uso intensivo de los smartphones. Así, se habla ya de enfermedades como la del codo del teléfono o la del pulgar (conocida en el argot médico como osteoartritis), derivada de los movimientos antinaturales e incómodos que hacemos al desplazarnos con los dedos por la pantalla de los dispositivos. Otra de estas dolencias, causada por la posición de nuestra cabeza cuando usamos el teléfono, es la que se conoce como el síndrome del cuello roto.

 

¿Qué es el síndrome del cuello roto? 

El síndrome del cuello roto hace referencia a un dolor de espalda cada vez más extendido entre las personas jóvenes y que los expertos no dudan en relacionar con el uso continuado del móvil y, más concretamente, con la posición de nuestra cabeza y de nuestro cuello al hacerlo. Así, un estudio publicado en 2014 por la revista Surgical Technology International realizó diferentes test de estrés para conocer la fuerza a la que estaba sometida la columna cervical para soportar el peso de la cabeza, que aumenta conforme la inclinamos hacia abajo.

La prevalencia de la neuralgia occipital, una inflamación de los nervios occipitales, en la parte superior del cuello, se ha incrementado desde la aparición de los smartphones

Así, en una posición erguida normal, con una inclinación de la cabeza igual a 0 grados, la columna apenas debe soportar un peso de entre 4 y 5 kilos. Ese peso, sin embargo, se va incrementando conforme crece la inclinación de la cabeza (12 kilos a los 15º, 18 kilos a los 30º, 22 kilos a los 45º) hasta alcanzar los 27 kilos al inclinar la cabeza 60º, una posición que puede parecer incómoda al andar, pero que no es descabellado ver cuando vemos a personas usando el móvil en parado.

Amparándose en ese estudio, el periodista experto en nuevas tecnologías Adam Clarck hizo en 2015 un experimento en primera persona abusando de la utilización de su teléfono móvil. Este uso intensivo le llevó a experimentar fuertes y recurrentes dolores de cabeza. El diagnóstico médico dictaminó que sufría una neuralgia occipital, una inflamación de los nervios occipitales, en la parte superior del cuello, cuya prevalencia, según los médicos, se ha incrementado notablemente desde la aparición de los smartphones.

 

Cómo prevenir el síndrome del cuello roto

El tratamiento médico incluye masajes, antiinflamatorios y terapias para corregir la postura. Sin embargo, antes de llegar a este extremo, hay acciones que podemos llevar a cabo para prevenir la aparición del síndrome del cuello roto. La primera, evidentemente, es usar menos el teléfono, pero si eso nos resulta imposible, también existen otras medidas. Los expertos recomiendan en ese sentido que mantengamos una distancia de entre 25 y 30 centímetros entre los ojos y la pantalla y que ésta última quede a la altura de los ojos, para evitar de esa forma sobrecargar de peso el cuello al agachar la mirada.

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