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Sigue equivocada la paloma

Joaquín Francisco Castillo Eslava
Joaquín Francisco Castillo Eslava
Profesor de secundaria y doctor en Economía asociado a la UCA.
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análisis

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Existen muchas interpretaciones sobre el poema de Rafael Alberti: “Se equivocó la paloma”, escrito desde el exilio durante el régimen franquista. Estos versos poseen una compleja significación simbólica que se pueden relacionar con el plano personal y amoroso y/o con el político, entendiéndose así que el ave erró al posarse con el bando golpista en vez de con el republicano. En mi opinión, tales versos están compuestos en clave política.

Y sí, sigue equivocada la paloma ya que está alineada a favor de los grupos políticos, en lugar de estarlo con la sociedad y, en mayor medida, con la juventud actual.  

Los políticos deberían de trabajar por el interés general. No obstante, primero buscan satisfacer sus necesidades individuales, posteriormente con las de su propio partido político y, finalmente, si sobran recursos pues ya palian necesidades para el resto de la población. La política jamás resolverá los fallos de la sociedad, en cambio, será está, cuando despierte, la que los resuelva  según su voluntad y compromiso asociativo. De lo contrario, si por la política fuera, hoy seguiríamos construyendo pirámides, Latinoamérica pertenecería a España, Francia permanecería con la dinastía de los Luises y la mujer no votaría, entre otras muchas barbaridades que ocurrían en otras épocas y fue la población quién se sublevó antes esas injusticias y conquistó derechos que parecían utópicos lograr, y no la política.

Tampoco quiero armarme con una guadaña y  cercenar la palabra “política” del diccionario, porque es cierto que con ella se han combatido desigualdades aunque, también, le pagamos por ello, al igual que yo cobro por enseñar. Asimismo, por un lado, los ciudadanos se conforman con los políticos y, por otro lado, los políticos muestran falta de empatía hacia sus votantes y hacia el resto dados todos sus privilegios, aforamientos y sueldos estratosféricos. En este caso, ¿cómo se van a poner a nuestro nivel si están en otro escalón social? Así es imposible que la política cure con su mano las inequidades existentes.

Permiten el desahucio en tiempos de pandemia. Esto es lo más retorcido, desde el ámbito político, que mis ojos han presenciado últimamente.  Nos imponen un toque de queda y a la vez echan a una familia de su casa. Mi reflexión es: si me desahucian de mi hogar y no puedo estar en la calle a partir de una cierta hora, ¿a dónde voy? ¿me cobijo en un agujero negro? Sinceramente, no encuentro la palabra exacta para explicar este binomio estremecedor de COVID-desahucio.  Menos mal que parece ser que durante   la pandemia se van a regular estas situaciones, pero ¿después qué? ¿Seguiremos permitiendo estas realidades oscuras?

 Nos hicieron creer que firmando los Pactos de la Moncloa en 1977 íbamos a vivir en una democracia real bajo la batuta de poder votar cada cuatro años (1 persona – 1 voto). El tiempo pasó, otro siglo amaneció y queda demostrado que las urnas son una pantomima ya que no crean oportunidades socioeconómicas para el bienestar social.  La “democracia” se cultiva a golpe de talonario bajo la fórmula 1 euro – 1 voto y  dependiendo de tu poder adquisitivo y/o  relaciones con la élite, vestirás con más o menos tirantes “democráticos”. 

 Como podría ser escandaloso que el pueblo solo  tuviera como única herramienta de participación política una votación cada cuatro años para  ser partícipe de la democracia de nuestro país, inventaron las iniciativas populares legislativas (ILP). Esto es un mecanismo amparado en nuestra constitución que  ofrece a los ciudadanos la posibilidad de  presentar iniciativas de ley  con una cantidad mínima de firmas (500.000 firmas acreditadas, mientras que en la Unión Europea la cifra es  de ¡un millón de firmas! para aplicar el mismo instrumento), en un plazo general de nueve meses.  Quedan excluidos todos los asuntos socioeconómicos relacionados con aspectos tributarios y/o regulados por ley orgánica.  Así que, con estos límites desde el año 1983 solo se han presentado exactamente 107 ILP y solo tuvieron éxito tres, ya que las demás fueron rechazadas por la Cámara, no lograron las firmas pertinentes o la Mesa del Congreso, directamente, las inadmitió.

De esta manera, la cuestión es dónde participamos nosotros y nosotras, que no somos ni políticos ni políticas, tanto en la gestión como en la toma de decisiones que inciden en  la socioeconomía española. En este caso, considero que la respuesta es más que  clara, ¿no? Por tanto, queda comprobado que las ILP no son suficientes, ni siquiera un preámbulo que fragüe  la participación ciudadana y, por supuesto, para vanagloriarse de democracia.

La paloma no debe postrarse ante la política, ya que esta no ayuda  a mejorar nuestros niveles de vida.  La política se pone del lado de la élite económica para así conservar sus derechos, como queda demostrado en sus actos. En este caso, existen ejemplos que ponen de manifiesto cómo la política abrazó desde el principio de la democracia a la cúspide económica. Ejemplos  que van desde promulgar  leyes para favorecer a determinadas empresas y  fomentar así privatizaciones en actividades económicas que atañen a las necesidades básicas del individuo (sector energético, inmobiliario, entre otros), logrando así la incorporación, posterior de ciertos políticos en sus consejos de administración; hasta la complicidad directa o indirecta de  asignaciones de contratos públicos a dedo para ganarse un sobresueldo más que jugoso.

Por todo esto, la paloma tiene que surcar los cielos societarios y de manera específica los de la juventud. Unos jóvenes más que criticados, cuando son los más preparados de la historia, y no nos damos cuenta que desde la segunda mitad del siglo XX (con sus excepciones) viven en el peor entorno socioeconómico posible, sobre todo para incorporarse al mercado laboral y así facilitar el cumplimiento sus sueños.

Es cierto que habita una población joven que alardea de no leer un libro convirtiéndose en los analfabetos del siglo XXI, ya que no comprenden lo que leen ni saben expresar su pensamiento por escrito; es decir saben leer y escribir pero no ejercen. Esto hace que florezca la ignorancia entre sus atributos, lo cual puede ser peligroso a  largo plazo si queremos una población crítica que enfrente competentemente a los nuevos desafíos y retos que se asoman en este ya más que comenzado siglo. Son aquellos que sospechan que ni la cultura los cuidará, ni tampoco con ella llegarán muy lejos, ya que existen canales de televisión hechos a la medida de estas personas que los transforman en seres con éxito y con sueldos considerables, pero de pensamiento primate, elemental y frívolos. Ellos y ellas se creen los dominantes por estar de moda; sin embargo, son los dominados, precisamente, por su incultura y mala alfabetización.

Sin embargo, en el otro lado de la orilla callejera, existen una infinidad de muchachos y muchachas a quienes veo día a día en mis clases con sus ojos brillantes de inquietudes y poniendo en valor la profundidad de las cosas, imaginando que otro mundo es posible. Jóvenes que luchan por responderse sus preguntas, que no se conforman con lo establecido, que tiritan por querer aprender y que están dispuestos  a ir a la guerra de la vida como guerreros y  guerreras armados con un libro como escudo y con un lápiz como lanza, batallando así contra los obstáculos de los inefables caminos que  les depara el destino.

Ellos y ellas pelean de igual manera que nosotros con sus mismas edades, así que dejemos de menospreciarlos porque no lo soporto más e, incluso, son los más preparados de nuestra corta historia como seres racionales. Además, serán los que nos sufraguen nuestras pensiones, así que mejor confiar en ellos y ellas. Asimismo, existe una gran diferencia entre su generación y la nuestra que es la realidad que les ha tocado vivir que, por un lado, transita en una oscuridad de enfrentamientos sociales continuos y, por  otro lado, les ofrece pocas oportunidades para satisfacer sus necesidades.

Estamos en una época de desigualdad atroz, no solo entre países, sino dentro de cada país, pongamos como ejemplo  la democracia corrupta (véanse casos en la política, sindicatos, cajas de ahorro, empresarios);  unos niveles de mercantilización de la sanidad y educación preocupantes; altas tasas de contaminación con respecto a la naturaleza, y en aumento;  una Unión Europea cada vez más desunida; emergiendo y estabilizándose la extrema derecha en cada rincón del mundo; el retroceso  de derechos fundamentales que no contribuyen  a paliar la homofobia, la violencia de género y el racismo; la poca sororidad entre las mujeres; la mayor concentración de riqueza, en la que  cada vez menos gente se queda con más cosas; el mercado laboral vertebrado en jornadas laborales interminables y salarios ridículos; los impuestos al sol y la  cotización del agua en el mercado bursátil; las ratios de aulas en las escuelas e institutos inasumibles para el docente, mermando la calidad educativa de manera notoria; y, finalmente, una pandemia sanitaria universal que limita  los bailes e interacciones sociales de la juventud, siendo estos relevantes en la configuración de su personalidad. Con todo esto, deberíamos de mostrar un poco más de empatía, solidaridad y reconocer que su situación socioeconómica actual es bastante compleja.

En la última moción de censura, se manifestó que el gobierno legalmente constituido era peor que el de hace ochenta años mostrando reconocimiento, otorgando mérito y sintiendo orgullo por regímenes totalitarios y fascistas. Quizás ellos tengan la suerte de tener a su máxima representación en un ataúd donde poder adorarlo y los demás no podamos saber dónde  yace el cuerpo de Lorca, unos representantes de la alternativa en aquel momento, para así darle la sepultura merecida.

No obstante, estamos más que orgullosos de poder venerarlo en todas las bibliotecas del mundo, subrayando que la palabra siempre será más poderosa que el fusil, poniendo el tiempo a cada uno en su sitio: unos y unas con cerebros en blanco  y negro, anclados en el pasado, que ven el golpe de estado como única solución a los problemas de la sociedad. Mientras que otros  preferimos, con una visión más futurista, pintar soluciones mediante la diversidad y la cultura, como ya hicieron aquellos valientes de la generación del 27 con el verso como bandera; cantándole una nana a la cebolla desde una cárcel, escribiendo sonetos antes de su última luna asesinado o dibujando palomas desde el exilio.

Que la paloma no divague más y alce sus alas contigo, juventud. Sois nuestra última esperanza en ese “caminante no hay camino, se hace camino al andar”, inspirador de la generación del 27, hacia un planeta más igualitario. Aunque pensándolo bien la juventud no entiende de edades, sino de espíritu, así que si hace falta que te roben todo menos tu juventud y tu inquietud, que es de los únicos tesoros que posee el ser humano, y que son dos elementos claves para ver otros amaneceres llenos de oportunidades para todos y todas.

Por último, que no se confunda más la paloma, que se posicione con el pueblo y comandado por nuestros chicos /chicas  combata  por la erradicación de la desigualdad, ya que con ella jamás habrá paz, libertad y democracia. La paloma que es, precisamente, el estandarte que simboliza la paz.

 X la revolución de los desiguales

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