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Siempre que puedas, cuenta

Joan Martí
Joan Martí
Licenciado en filosofía por la Universidad de Barcelona.
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análisis

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El científico que diseñó el cohete Saturno V lanzado en la primera misión Apolo a la Luna: “Quieres una válvula que no gotee y haces lo imposible por desarrollarla. Pero el mundo real te suministra una con fugas. Tienes que determinar con qué nivel de fuga puedes aguantar”

Nuestras vidas están llenas de números, pero a veces olvidamos que los números son solo herramientas. No tienen alma; de hecho pueden convertirse en fetiches. Muchas de nuestras decisiones más críticas son tomadas por ordenadores, mecanismos que devoran números como monstruos voraces e insisten en nutrirse con cantidades cada vez mayores de dígitos para procesar, digerir y vomitar.

La historia está marcada por una constante controversia entre quienes afirman que las mejores decisiones están basadas en la cuantificación y los números, determinadas por patrones del pasado, y aquellos que basan sus decisiones en grados más subjetivos de creencias sobre un futuro incierto. Es un debate sin resolver.

La cuestión queda reducida a la opinión de uno en la medida en que el pasado determina el futuro. No podemos cuantificar el futuro porque es desconocido, pero hemos aprendido cómo usar los números para analizar lo que sucedió en el pasado. Sin embargo, ¿hasta qué punto debemos confiar en los patrones del pasado para decirnos cómo será el futuro? ¿Qué es más importante al enfrentarse a un riesgo, los hechos tal y como los vemos o nuestra creencia subjetiva de lo que se esconde en el vacío del tiempo? ¿La gestión de riesgos es una ciencia o un arte? ¿Podemos decir con toda certeza dónde se encuentra la línea divisoria entre ambos enfoques?

Una cosa es configurar un modelo matemático que parezca explicarlo todo y otra enfrentarnos a la lucha de la vida cotidiana de pruebas y errores constantes, a la ambigüedad de los hechos, así como al poder del latido del corazón humano, que pueden destruir el modelo en poco tiempo.

Cómo tomar decisiones mejor informadas: un método podría ser combinar matemáticamente información nueva con información antigua. Pero la vida es una colección de similitudes más que de identidades; ninguna observación concreta sirve como ejemplo perfecto de generalización. El estudio de la probabilidad es una herramienta fundamental para el análisis de las enfermedades, la agudeza mental y la agilidad física.

Pero el enfoque viene precedido de la palabra “riesgo” que procede del italiano risicare, que significa “atreverse”. En este sentido, el riesgo es más bien una elección que un destino. Las acciones que nos atrevemos a llevar a cabo, que dependen de lo libres que seamos para tomar decisiones, es de lo que trata la historia del riesgo. Y esa historia ayuda a definir el significado de ser un ser humano.

Llegamos al meollo del asunto: si todo es cuestión de suerte, la gestión de riesgos es un ejercicio sin sentido o asumir un cierto nivel de fugas. Invocar a la suerte oscurece la verdad, porque separa un hecho de su causa. Al igual que revisamos la experiencia pasada cuando hacemos un juicio sobre la probabilidad de que las cosas se resuelvan en el futuro en una dirección en lugar de otra. Aún así, siempre que puedas, cuenta.

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