Sí, se pudo

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La elección de Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno del Reino de España, tras haber llegado como consecuencia de la moción de censura contra Mariano Rajoy el 2 de junio de 2018 y no haber podido formarse gobierno tras las elecciones del 28 de abril de 2019 traen consigo numerosas particularidades y enseñanzas.

Tras la repetición de las elecciones, en noviembre pasado, las dirigencias políticas tomaron nota de la realidad que habían pretendido ocultar tras los comicios de abril, que indicaba que España se dirigía por primera vez en la historia reciente a un gobierno de coalición, algo que no se vivía desde la época republicana. Esto lo entendieron ambos bloques políticos, tanto las izquierdas como las derechas, pero el socialismo, que se encontraba al frente del gobierno en funciones, tenía mejores perspectivas para la constitución de gobierno.

Así fue que, acompañado de seis partidos (Unidas Podemos, Más País, Compromís, Bloque Nacionalista Galego, Nueva Canarias y Teruel Existe), con la abstención acordada de Esquerra Republicana de Catalunya y la abstención no acordada de EH Bildu, el Partido Socialista Obrero Español se encamina a que España vuelva a tener un gobierno elegido democráticamente luego de 584 días, y este es, quizás el mayor ejemplo que da España.

Cuando la derecha más recalcitrante irrumpió en el Parlamento, las izquierdas supieron entender cuál era el peligro al que se asomaba España y trabajaron para el establecimiento de acuerdos que incorporaran propuestas diferentes a las que defendió cada partido en las elecciones pasadas, poniendo por delante lo que los une que lo que los separa.

Lo que primó fue la política. Lo que en Argentina es visto como negociado para la traición, en España es visto como negociación para la construcción.

Pero esta no es una cualidad exclusiva de España, puesto que en la mayoría de los países europeos gobiernan coaliciones, ya sean minoritarias como en el caso de Bélgica, Eslovenia, Noruega, República Checa o Suecia y ahora España, o en mayoría como en Alemania, Austria, Bosnia, Bulgaria, Croacia, Eslovaquia, Estonia, Finlandia, Francia, Hungría, Islandia, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Macedonia, Montenegro, Países Bajos, Polonia, Serbia y Suiza. Solo diez países (Albania, Chipre, Dinamarca, Grecia, Irlanda, Malta, Moldavia, Portugal, Reino Unido y Rumania), no tienen gobierno de coalición, lo cual da cuenta de una realidad que recorre el mundo, las fuerzas políticas cada vez poseen menos fuerza electoral en solitario, y las coaliciones, electorales o de gobierno, comienzan a tener más presencia.

En consecuencia es necesario recuperar la política como método de construcción, a partir del diálogo, y teniendo en claro que si se pensara de igual manera y se defendieran las mismas cuestiones, se estaría en el mismo sector político, por lo que los acuerdos se alcanzan con quien piensa diferente, y para ello es necesario recuperar un concepto muy denostado, la negociación. Sin negociación hay imposición o sumisión, y la nueva realidad pone de manifiesto que son pocos los casos en los que esta realidad es posible.

El futuro demanda diálogo, la ciudadanía lo merece. Se acabaron los tiempos de imposiciones, España hoy demostró que se puede (y debe) construir a partir de la diferencia. Incluso, y fundamentalmente lo ha demostrado EH Bildu y Esquerra Republicana que, habiéndose abstenido, posibilitaron que hubiera más síes que noes en el hemiciclo.

Nota final, la actitud de Aina Vidal y el reconocimiento de Unidas Podemos a su actitud. Aún enferma, asumió su responsabilidad y estuvo sentada en su escaño para decirle al país que otra forma de actuar es posible.

Pedro Sánchez es el nuevo Presidente de Gobierno del Reino de España.

Sí, se pudo.

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