jueves, 28marzo, 2024
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Shangay Lily, amante de lo femenino

Izaskun Acosta
Izaskun Acosta
Persona polifacética en lo laboral, desde la producción de cine y publicidad a empresaria del estudio de cerámica Miandku, junto a su marido
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análisis

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Cuando Paloma me preguntó si quería participar en el homenaje a Shangay, pensé… no, no, no, ¿qué habrá pasado? Efectivamente comprobé que ya no estaba con nosotros. Eso me hizo reflexionar mucho sobre los amigos a los que quiero y veo poco, por la distancia o porque las vidas se complican en el camino.

Conocí a Shangay hace mucho, muchísimo tiempo, debía ser el año 97. Era conocido de mi novio de entonces. Solíamos coincidir los sábados en una discoteca muy aburrida, y la verdad es que conectamos desde el principio. Por aquel entonces aún no sabía que Shangay era Shangay. Era tan discreto en las distancias cortas que tardé un tiempo en enterarme. ¿Cómo podía ser que no lo supiera? ¡pero si me encantaba Shangay Lily! Disfrutaba mucho viendo sus intervenciones en TV. Adoraba ese look alejado del prototipo de drag-queen, y sobre todo adoraba su estilo, y su inteligencia, y la elegancia con la que reivindicaba y decía las cosas que pensaba.

Nuestra amistad fue peculiar, siempre nos veíamos a solas. Quedábamos para charlar, cenar, hablar de la vida, de nuestras familias, del amor… Me parecía una persona cariñosa, entrañable, misteriosa, y con un corazón gigante. Destilaba sensibilidad y ternura en nuestras conversaciones. En el fondo era un luchador nato, porque es lo que siempre tuvo que hacer para poder enfrentarse a esa sociedad que desde niño le negó su homosexualidad, su identidad. Y ahí está la muestra de todo lo que logró. ¡Lástima que la última batalla le diera tan poco margen para demostrar su potencial…el mundo ha perdido a un gran tipo!

Era pasión lo que sentía por las mujeres. Pasión y máximo respeto. Y a mí, como amiga y mujer, me quería y respetaba mucho. Era como si quisiera ponerse en mi piel, entender lo que mi cabeza de mujer pensaba. Empatizar en la parte más específicamente femenina… es difícil de explicar, pero era una sensación maravillosa de comprensión. Shangay era la máxima expresión del feminismo, y rodearse de mujeres, no machistas por supuesto, le hacía sentir cómodo, y se establecía una complicidad muy especial.

Adoraba la manera en que me trataba y en que pronunciaba la palabra “bellezón” cuando me veía, con esa voz profunda, y su acento característico.

Recuerdo el día que, estando es su casita maravillosa y coqueta (¡cómo no iba a serlo!), me sugirió que trabajara con él. Que le ayudara a llevar su talento a otro nivel y a proyectar todo lo que le palpitaba dentro, lo que escribía, lo que sentía, que era mucho. Pero yo no me sentí capaz. No sé bien por qué, supongo que sentí que no estaría a la altura. A veces pienso qué habría sido de haber aceptado. Pero por suerte para él, llegó a su vida Paloma. Recuerdo que cuando me la presentó me sentí aliviada al ver la entrega que ella demostraba. Y de hecho, empezó a hacer muchas cosas a partir de ese momento. Publicó libros, y materializó sus pensamientos en representaciones cargadas de acidez y verdades como puños a las que tenía el gusto de asistir, junto a todo tipo de personas, abiertas de mente, eso sí. Era genial, había mayores, jóvenes, hombres y mujeres. Bueno, como mi madre, que se descubrió ante mí un día como una fan acérrima de Shangay. Y cuando le dije que éramos amigos, se puso como loca de contenta y me pidió que le comprara su libro “Escuela de Glamour”. Así que aproveché su presencia en la Feria del Libro para cumplir con su deseo. Y él, como siempre, cariñoso y encantador, le dedicó unas palabras preciosas.

Se me rompe el corazón de pensar que ya no está, y que no podremos recuperar lo que el tiempo y la distancia permitieron que fuéramos perdiendo. Pero por suerte, sus palabras, su corazón, su alma y todo lo que logró con sus reivindicaciones, quedarán para siempre.

Fue una persona prolífica, que tenía mucho que decir, y lo expresó en cada ocasión que tuvo. Y una persona generosa que invirtió mucho tiempo y energía en abrir caminos, en allanar el árido terreno de los derechos LGTBI. Deseo que las generaciones venideras sigan dignificando y aprendiendo de su magnífico legado.

Buen viaje amigo, te echaré de menos. Prepara el camino para cuando vayamos llegando el resto, como hiciste en vida.

 

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