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¿Será posible el cambio en Colombia?

Los desafíos son inmensos y el ímpetu por el cambio, tras la llegada al poder de la izquierda por primera vez en la historia de Colombia, se diluye entre la inercia del pasado y una escasa concreción en el programa a largo plazo.

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análisis

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El punto de partida del gobierno dirigido por el ganador en las últimas elecciones y presidente, Gustavo Petro, es realmente adverso, complejo y me atrevería decir crítico. Estos son los principales desafíos que tiene ante sí el nuevo inquilino de Casa Nariño y las principales respuestas que ha dado ante los mismos en sus primeros tres meses. 

Narcotráfico. En primer lugar, el país nada literalmente en coca y, según datos del informe anual de la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas (ONDCP) de Estados Unidos (año 2021), hay en el país algo más de 245.000 hectáreas sembradas de coca, habiendo pasado de las 47.000 durante el gobierno de Alvaro Uribe (2002-2010) a las más de 200.000 en los mandatos de los ineficientes presidentes Juan Manuel e Iván Duque. 

¿Qué ha hecho el presidente Petro frente a este flagelo y en qué consiste su supuesto enfoque sobre el mismo? El nuevo presidente ya ha dicho que se suspenderán las fumigaciones con glifosato, en la casi misma línea que el presidente Duque, y que se terminarán las extradiciones de narcotraficantes, que serán incluidos en procesos que se enmarcarán dentro de lo que el mandatario denomina la “paz total”. También que se perseguirá a los que dirigen el negocio desde las altas esferas y no contra los que denomina como el “proletariado” del narcotráfico, es decir, los millones de campesinos que poseen las plantaciones y nutren la coca que después llega a los mercados. Según han informado fuentes del ejecutivo, este año han erradicado 24.000 hectáreas y el gobierno norteamericano se ha mostrado satisfecho con el grado de colaboración de las nuevas autoridades colombianas. 

Corrupción. Según la organización Transparencia Internacional, Colombia se encuentra entre los diez países más corruptos del mundo, concretamente en el tercer lugar tras Rusia e Irán. Pero, sobre todo, lo que se percibe en los últimos años es que no ha habido medidas concretas para luchar contra esta lacra, sino discursos gaseosos y mucha retórica para hacer frente al problema. Cifras de la Contraloría General de Colombia muestran que la corrupción le cuesta anualmente al país unos cinco puntos del Producto Interno Bruto (PIB), es decir, alrededor de 50 billones de pesos (casi 13.000 millones de dólares). Al día de hoy no se han avanzado grandes propuestas por parte de Petro para enfrentar este asunto, aunque se percibe, con determinados nombramientos, que pesa más la inercia del pasado que una verdadera voluntad de cambio. El nepotismo y el amiguismo siguen estando a la orden del día en la vieja y nueva Colombia. 

Desigualdad. El Banco Mundial dio a conocer un informe que revela la desigualdad de ingresos en Colombia, la cual es la más alta entre todos los países que integran la OCDE y es la segunda más alta entre 18 países de América Latina y el Caribe (fuente: diario La República). Para el director de Oxfam Colombia, Carlos Estebán Mejía, “Colombia se confirma como uno de los países más desiguales en el mundo. El segundo más afectado por este fenómeno entre los 18 que conforman América Latina y El Caribe. Además de ocupar el primero entre los miembros de la OCDE, en la región”. Estamos esperando a ver qué pasa con el salario mínimo, que sigue siendo muy bajo (200 dólares al mes), y que se concreten algunas medidas que al día de hoy se desconocen. Por otra parte, se ha anunciado  una reforma tributaria, que fue recibida con numerosas críticas, y la entrega de 3.0 millones de hectáreas de tierras a los campesinos más pobres tras un acuerdo con los empresarios ganaderos.

Pobreza. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Colombia es el país donde más crecerían los niveles de pobreza  en 2022. La Cepal prevé que la pobreza en el país pasará de 36,3% en 2021 a 38% ó 39,2% este año, en el peor escenario de inflación y lento crecimiento, por cuenta de la guerra en Ucrania. Para el DANE, entidad colombiana similar al INI, el índice de pobreza monetaria se ubicó en 39,3 % (3,2 puntos porcentuales menos que el año anterior). En otras palabras, hay 19,6 millones de colombianos que no tienen suficientes ingresos para suplir sus necesidades básicas. Pero, hay que reseñar que para el DANE  $354.031 pesos mensuales es el ingreso que señala la frontera entre la pobreza y la riqueza, es decir, apenas unos 73 dólares, o sea, absolutamente nada. Una barra de pan cuesta en Colombia más de un dólar. Una cifra más ajustada de la pobreza situaría la misma por encima del 50% del censo seguramente. Una subida del salario mínimo, mayores ayudas para el emprendimiento y una auténtica política social, de la que actualmente carece Colombia, serían fundamentales en una estrategia para luchar contra la pobreza. 

Economía. La columna vertebral de la política económica de Petro ha sido la reforma tributaria, que ha generado controversias. Luis Pérez, ex gobernador de Antioquía dijo de la misma: “Una reforma tributaria severa y al estilo viejo. Más ruda y más anticuada que la de Iván Duque, que paralizó el país largo tiempo y dejó pérdidas incalculables a ciudadanos y a empresarios. La nueva reforma tributaria es de estilo viejo, nada nuevo, nada productivo, nada de nuevas economías”. Mientras el proyecto era radicado en el Congreso el 18 de octubre, el presidente defendió el mismo: “En la región más desigual socialmente de América Latina, cómo se puede pensar entonces en reformas tributarias que busquen la igualdad, pareciera un pecado, un exabrupto, algo que no debería ser siquiera mencionado en la discusión política (…). Y resulta que la reforma tributaria debería tener un primer objetivo y es que antes de obtener recursos para el Estado es la igualdad, la reforma tributaria debe ser pensada para la igualdad”. Datos negativos: el peso colombiano está en caída libre, habiendo pasado en apenas tres meses de 3.800 pesos frente al dólar a casi 5.000. Con una inflación galopante  -la oficial es un 12%, la real mucho más-, la subida de los precios de los combustibles y alimentos y una crisis global que están ad portas, la pérdida de poder adquisitivo de los colombianos provocará seguras tensiones sociales. 

Proceso de paz. Ya se adelantan conversaciones con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y cuyo principal valedor, finalmente, sería Venezuela. Es el único grupo que queda todavía alzado en armas y durante el gobierno Duque ya se intentaron negociaciones que se vieron alteradas por el atentado de este grupo contra la Escuela de Cadetes de Bogotá, en que murieron 23 personas y un centenar resultaron heridas. En lo que respecta al proceso de paz e implementación del mismo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Petro, a diferencia de su antecesor, siempre ha defendido el mismo y no se esperan cambios. El del ELN apenas comienza, habrá que esperar resultados. 

Inseguridad. Seguramente es el problema que más preocupa ahora mismo a los colombianos. Según Infobae, “de acuerdo con la información entregada por el periódico del informe anual de la Policía, durante el 2021 perdieron la vida de manera violenta 13.709 personas, lo que significa un incremento del 13% con respecto al 2020, cuando se registraron 12.127 casos”. El proceso de paz no tuvo ningún impacto en el descenso de homicidios y el descenso de la violencia. Con casi la misma población que Colombia, en España hubo 290 homicidios en el año 2021. Cuatro ciudades colombianas, además, se encuentran entre las más peligrosas del mundo. Otros elementos a añadir a este cuadro: este año se han producido 85 masacres con 267 víctimas y en el año 2021 fueron asesinados 145 líderes sociales. Generalmente, la izquierda considera que la violencia y la delincuencia son fruto de las desigualdades sociales y no creen necesaria una estrategia para frenar ambos problemas. Petro no es una excepción a este planteamiento. 

Relaciones internacionales. El nuevo gobierno, en un gesto acertado, abrió de nuevo la frontera con Venezuela y restableció las relaciones diplomáticas. En Colombia, aunque la cifra varía según las fuentes, podrían haber unos tres millones de migrantes venezolanos, muchos con residencia o en tránsito hacia otros lugares. En lo que respecta a la Cancillería, sigue la misma política de anteriores gobiernos de designar en puestos de responsabilidad en embajadas y consulados a amigos cercanos, líderes políticos que le apoyaron en la campaña y algunos personajes de escasa idoneidad para los cargos. Luego, en el plano exterior, el discurso de Petro con respecto a la guerra de Ucrania es casi simétrico al del Kremlin, habiendo llegado a culpar a la Unión Europea (UE), a los Estados Unidos y  a la OTAN de haber provocado el conflicto tras haber desafiado a Moscú. Nada de condenas a Rusia, en la misma línea que han hecho otros mandatarios latinoamericanos. Desconocíamos que la UE tenía fuerzas militares. 

Educación. El nuevo ministro del ramo, Alejandro Gaviria, ha anunciado recientemente en el legislativo una serie de reformas con respecto a este campo, aunque todavía no se han concretado las mismas en un proyecto legislativo ni se han puesto en marcha en un programa de cambio radical. El principal problema es que la mayor parte de la oferta en las universidades colombianas es privada y con altos costes económicos, con lo cual la mayor parte de los jóvenes no puede acceder a las mismas. Solamente hay 63 universidades públicas colombianas, una oferta muy pequeña para un país de casi 50 millones de habitantes. Dados los altos costes de las carreras universitarias, solamente el 39% de los jóvenes colombianos da el salto del bachillerato a la universidad. El 70% de los estudiantes van a instituciones y universidades privadas. El coste de un semestre de medicina en una universidad privada (Los Andes de Bogotá) es alrededor de unos 6.000 dólares USA, una cifra inalcanzable para la mayoría de las familias colombianas. 

Brecha económica. Es una realidad incuestionable entre Colombia y el mundo desarrollado. La renta per cápita de los Estados Unidos en el 2011 era de 46.000 dólares; en el 2018, 50.577; y hoy, 69.287 dólares. La renta per cápita de Colombia en el 2011 era de 5.402 dólares USA; en el 2018, 5.860 dólares; y hoy, 6131 dólares (fuente: Banco Mundial). Ni siquiera con la producción petrolera, con unos 750.000 barriles diarios, se elevó esta renta. La brecha entre el mundo desarrollado y Colombia se ahonda cada vez más. 

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